EL PRIMER ALIVIO

Madres que por fin pueden comprar productos de higiene, verduras y lácteos. Comerciantes que buscan sacar ventaja y se aprovechan de las necesidades de sus vecinos. Distritos donde la llegada del beneficio es todavía despareja. A poco de andar Argentina contra el Hambre, La Nación Trabajadora recopiló algunos testimonios de beneficiarios y beneficiarias de la Tarjeta Alimentaria, y éste es el resultado. Ilustración de Ezequiel García.

Encantadas. Así están las madres solteras del conurbano bonaerense que recibieron la tarjeta alimentaria. «Soy mamá soltera porque el papá de India, que va a cumplir tres años, no se hace cargo del sustento. Entonces la tarjeta alimentaria me facilitó las cosas», explica a LNT Vanina, de 35 años, desocupada y madre/padre 24 x 24 horas porque no tiene con quien dejar a su hija.

 

«El mes pasado fue la primera vez que usé la tarjeta. Me vino bárbaro. Todo lo que fue higiene y alimentación lo zafé muchísimo». En el partido de San Martín, Vanina compra sobre todo verduras y lácteos. Siente que la tarjeta la ayuda a retomar una «crianza saludable». A veces come salteado, pero no quiere que eso pase con su hija: «Los chicos tienen que comer bien».

 

En el oeste del conurbano bonaerense vive Carolina. Trabaja 12 horas en un local de ropa. Los 500 pesos por día sin estar bajo convenio colectivo no le alcanzan para cubrir lo básico. Su hijo Genaro, de 2 años y 9 meses, devora los yogurts y postrecitos. Están caros. «La municipalidad de Hurlingham estuvo muy bien organizando la entrega de la tarjeta, y  me ayudó mucho con los lácteos, cereales, galletitas, salchichas, mantecas, también los pañales y, podés usarla todas las veces que querés», asegura.

En el partido de San Martín, Vanina compra sobre todo verduras y lácteos. Siente que la tarjeta la ayuda a retomar una «crianza saludable». A veces come salteado, pero no quiere que eso pase con su hija: «Los chicos tienen que comer bien».

Lo único que Carolina recomienda corregir es el acceso al saldo de la tarjeta, hoy  no tiene forma de saberlo. Pero admite que «es una solución muy grande, una ayuda gigante para las madres solas». Dice que  compra en el supermercado Día, que es económico y tiene postres de buena calidad y que le «rinden dos o tres semanas los 4 mil pesos para cubrir lo básico». Antes tenía la “tarjeta verde” de 300 pesos: “Me servía, pero claro, esto es superior, y hoy en día es una satisfacción que tu hijo abra la heladera y tenga para comer», aclara.

 

Micaela, del barrio Carlos Gardel, cuenta que la TA le sirvió para comprar carne y productos de limpieza. “Me ayudó bastante aunque no pude comprar pañales, tampoco bebidas ni cigarrillos». Mientras que Nadia, del barrio Ejército de los Andes, más conocido como Fuerte Apache, asegura que no tuvo inconvenientes en la compra que realizó en un supermercado chino.

 

Por lo general abundan los elogios a la forma expeditiva de tramitar la Tarjeta, una responsabilidad que asume cada Intendencia en coordinación con Desarrollo Social. “En San Martín el trámite era exprés, en 15 minutos tenías tarjeta, además daban la vacuna por el sarampión a los chicos, no hubo ningún disturbio, había 16 mesas del Banco Nación y hasta un camión de ANSES para aquellos que no fueron beneficiados. No hubo amontonamiento, los trabajadores de cultura y educación entretuvieron a los chicos y después de la charla sobre la correcta alimentación tenías feria de productores. Fue tan bien organizado que salimos en todos los canales”, cuenta orgulloso Daniel Moreyra, trabajador del municipio a LNT.

Hecha la ley…

En algunos municipios se ejercieron controles. Hubo supermercados chinos y hasta un Día clausurados por cobrar un 10 por ciento más a los que usan la tarjeta alimentaria. Pasó en el centro comercial de Udaondo, en Ituzaingó, y lo denunció el propio intendente Alberto Descalzo. También en Loma Hermosa, Varela, Almirante Brown. En Concordia, ciudad de la provincia de Entre Ríos que fue pionera en poner en práctica esta modalidad de la tarjeta alimentaria, ya hubo varios cierres de comercios por abusos.

“No hubo amontonamiento, los trabajadores de cultura y educación entretuvieron a los chicos y después de la charla sobre la correcta alimentación tenías feria de productores. Fue tan bien organizado que salimos en todos los canales”, cuenta orgulloso un trabajador del municipio de San Martín.

Otra de las vivezas de los comerciantes es comprar la tarjeta por 3 mil pesos en efectivo y quedarse con una tarjeta con capacidad de compra por 4 mil.

 

También sucede que algunos pequeños comercios y otros no tan pequeños sobrefacturan, como también venden alcohol –algo que está prohibido- y lo hacen figurar como otro producto.

 

En el norte argentino, como por ejemplo en la provincia del Chaco, el panorama es otro.

 

Un peronista de décadas, Carlos Mosqueira, integrante de la Multisectorial 21 F de esa provincia,  cita a Juan Grabois. «Coincido con él en esto de que algunos funcionarios están más en la foto que por asistir a los hambreados». En Chaco salió la tarjeta por el banco provincial y quedó limitada a Resistencia y Castelli, pero no llega a General Güemes donde están los wichis. “Claro, ellos ni siquiera están empadronados.”

En algunos municipios se ejercieron controles. Hubo supermercados chinos y hasta un Día clausurados por cobrar un 10 por ciento más a los que usan la tarjeta alimentaria.

Un primer balance

Las últimas cifras del programa Argentina Contra el Hambre aseguran que 500 mil personas recibieron las tarjetas alimentarias, que en 24 distritos del conurbano bonaerense se repartieron unas 360 mil tarjetas, por lo que calculan «unos 1.800 millones de pesos mensuales volcados a la economía».

 

En Chaco se distribuyeron 66.500 tarjetas (332 millones de pesos mensuales) y en la ciudad santafesina de Rosario otras 29.600 (148 millones de pesos), mientras se avanza en la cobertura de otros distritos en las provincias de Tucumán, Santa Fe, Santa Cruz y Salta. Según el Ministerio de Desarrollo Social, para fin de febrero estará cubierto el 70 por ciento del país, un total de 1.400.000 tarjetas «que aportarán unos 70 mil millones de pesos anuales al consumo».

En Chaco salió la tarjeta por el banco local no nacional, y quedó limitada a Resistencia, y Castelli, pero no llega a General Güemes donde están los wichis. “Claro ellos ni siquiera están empadronados”, advierte un integrante de la Multisectorial 21F.

Los beneficiados y beneficiadas de la tarjeta alimentaria son:

  • Madres y padres con hijas e hijos de hasta 6 años que al momento estén percibiendo la AUH. Además está destinada para embarazadas a partir de los 3 meses que actualmente perciben la asignación por embarazo; y personas con discapacidad que reciban la AUH.

 

  • El padrón de los beneficiarios surge del cruce de datos que realiza la ANSES con la base de datos de las AUH.

 

  • La entrega se realiza por etapas en cada una de las provincias de la Argentina.

 

  • No se tramita en ningún lado, ninguna persona particular u organización social está autorizada a tramitar la tarjeta en nombre de otra persona.

 

  • La ANSES es la responsable de notificar al titular que está en condiciones de retirar su tarjeta por el banco que determine cada provincia. Es la única entidad autorizada a emitir la tarjeta. Las notificaciones se realizan vía telefónica o por SMS, al número registrado en la base de ANSES.

 

  • Los montos a cobrar dependen de la cantidad de hijos a cargo. Un hijo/hija menor de 6 años o una mujer embarazada desde el tercer mes de embarazo o persona con discapacidad cobran 4 mil pesos mensuales. Las familias con más de un hijo/hija menor de 6 años cobran 6 mil pesos mensuales.

 

  • El tercer viernes de cada mes el gobierno nacional recarga la tarjeta. Los fondos surgen de reasignaciones de partidas presupuestarias correspondientes al Ministerio de Desarrollo Social.

 

  • La tarjeta no sirve para extraer dinero en efectivo, solo pueden comprarse alimentos, excluyendo bebidas alcohólicas.

 

  • La tarjeta no suplanta ninguna de las políticas vigentes, ni reemplaza la Asignación Universal por Hijo. Es una política de complemento integral alimentario.

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