LO QUE NO CUENTAN LOS DIARIOS

Por: Sebastián Rodríguez Mora / Fotos: Gala Abramovich

Si algo terminó de exponer la pandemia fue la precarización de lxs trabajadorxs de prensa. A pesar de las realidades laborales y salariales dispares que caracterizaron históricamente a este gremio, las paritarias a la baja y las condiciones de trabajo empujaron un paro general, el primero desde la existencia del Sipreba. A la vez, mientras se lo habilitó como actividad esencial, nunca el periodismo estuvo tan lejos de la calle como en 2020, metafórica y literalmente. El secretario general del sindicato y delegado de Página/12 –medio que cierra el año en huelga- describe la crisis del sector que ya había heredado del macrismo la pérdida de 4500 puestos de trabajo.

Hablamos por teléfono y de fondo se puede escuchar un cantar de pájaros. Fernando Tato Dondero, secretario general de Sipreba y trabajador desde hace 33 años en Página/12, pasa la cuarentena en su casa. Por el sonido ambiente podemos adivinar que lo rodea un patio.

Trabaja de manera remota como ocurrió en este 2020 con prácticamente la totalidad del personal de prensa. Una cotidianeidad de Zoom, Meet, WhatsApp, llamadas, todo el día frente a la pc mientras la vida privada entra en serios conflictos de interés. Nunca el periodismo estuvo tan lejos de la calle como en 2020, metafórica y literalmente. Y en esto se cuela ya una reivindicación inimaginable en el rubro hasta hace poco: en Página/12 plantean que se reconozca el aumento en el gasto de servicios derivado de trabajar en casa todos estos meses.

Tato habla tranquilo y dice no tener apuro cuando le avisamos que esta charla puede durar un rato largo. En ese momento Página/12 desanda un proceso de protestas y paros organizados de manera cíclica, en medio de un conflicto que atraviesa por igual a los medios tradicionales argentinos: casi una década de paritarias que pierden frente a la inflación.

El 11% firmado por la UTPBA –gremio fantasmal que tiene la personería y define los acuerdos con las cámaras empresarias del sector- generó que por primera vez desde la existencia de Sipreba se pueda organizar un paro general en Clarín, Olé, Página, Ámbito Financiero, Perfil, El Cronista, Diario Popular y la agencia NA, entre otros.

La medida resulta inédita porque si algo caracteriza al sector de prensa es que las realidades salariales y laborales en cada medio resultan muy dispares. Por ejemplo, un puesto de redactor en Clarín paga más que uno de editor web en Perfil. Pero un porcentaje de aumento tan alejado de la curva de precios del INDEC alcanzó para articular a las diferentes comisiones internas y el 3 de diciembre los teclados dejaron de escribir por 24 horas.

Por estos días y hasta Navidad, Página está de paro. El problema sigue firme: esta paritaria deja a mucha gente con salarios por debajo de la canasta básica. Pero hay otros conflictos al interior del diario.

“Lamentablemente esperábamos un año mejor. Había terminado el macrismo, que perjudicó mucho a Página con su política de pauta oficial. Eso mejoró ahora, pero Víctor Santa María profundizó aspectos que ya habíamos vivido con la patronal anterior, los agudizó. Redujo la impresión muchísimo, cambió de imprenta y de papel, bajó costos por todos lados, cerró suplementos, hizo desaparecer el Archivo histórico del diario. La política de ajuste que veníamos padeciendo en el diario y que pensábamos que iba a mejorar, lamentablemente no cambió”, describe Dondero.

Balances en diciembre hacemos todos. También los medios por estos días comienzan a poblarse de análisis del primer año de gobierno del Frente de Todos, pero en esos recorridos una zona siempre queda opaca. ¿Cómo evalúan las y los trabajadores de prensa al gobierno de Alberto Fernández?

“Vemos con mucha preocupación estos meses que vienen, porque el ATP salvó en todo el país la situación de los sueldos, pero eso a partir de enero se termina y no sabemos lo que va a pasar con las empresas cuando tengan que afrontar el 100% de la masa salarial –explica el secretario General de Sipreba-. Al mismo tiempo, nos parecieron muy importantes las cláusulas que imposibilitaron los despidos, porque veníamos muy golpeados en el final del macrismo”.

Se calcula que 4500 personas perdieron su puesto de trabajo en el sector de prensa durante los cuatro años de gestión cambiemita, un número desolador que, según relata un empleado de Clarín que prefiere el anonimato, se mide en sillas. “Cuando entré a la redacción de Tacuarí, nos peleábamos por las sillas, porque no alcanzaban para todos los que éramos. Después del macrismo, las sillas sobran”.

“El establecimiento de la doble indemnización por despido fue un alivio –continúa Dondero-. Así y todo, este año la editorial Publiexpress, que sacaba la revista Pronto, cerró. No le importó nada, decidieron cerrar sin más. También Atlántida produjo despidos sin telegrama, directamente con aprietes individuales del estilo «acá no vas a laburar más, te conviene arreglar porque si no te vas a quedar sin nada». Además Atlántida está en plena desaparición física de los quioscos, una situación muy mala de la que la gente se quiere ir de cualquier manera porque no ve un futuro ahí”.

El problema para la prensa sin dudas está en el futuro: los medios tradicionales sufren la crisis de las ediciones en papel, cuya demanda retrocede a pasos agigantados, en paralelo con una desorientación y falta de imaginación para generar ingresos en sus formatos digitales. Esa combinación de factores redunda en el ajuste y la precarización que sufren las y los trabajadores. Cada vez menos a cambio de producir cada vez más: ahora quien escribe también edita, corrige y tuitea su propia nota desde las cuentas del medio.

El problema para la prensa sin dudas está en el futuro: los medios tradicionales sufren la crisis de las ediciones en papel, cuya demanda retrocede a pasos agigantados, en paralelo con una desorientación y falta de imaginación para generar ingresos en sus formatos digitales.

Hay quien incluso afirma que el periodismo entró en un franco proceso de proletarización, alejándose de su origen más cercano a una disciplina intelectual. Ya no sorprende encontrar avisos de trabajo para redactor donde se anuncia sin pruritos un plus salarial por productividad en cantidad de clics logrados.

Volviendo a la relación con el gobierno, Tato remarca un cambio sobre el ministerio de Trabajo. En primer lugar porque volvió a ser un ministerio.

“Pero además veníamos con una secretaría durante el macrismo que nos pateaba todo en contra. Notás la diferencia: ahora a Sipreba lo citan a audiencias, podemos discutir ahí, nos hemos reunido con el ministro, estamos haciendo el trámite de compulsa con la UTPBA para ganar la personería gremial. Hay otro oxígeno, pero hasta ahí”.

-Y del otro lado del mostrador: ¿cuál es la posición de Sipreba respecto de la CGT?

– Como sindicato siempre fuimos muy pragmáticos. Tenemos una composición interna muy heterogénea con posiciones políticas muy distintas y creemos que las hemos llevado muy bien. En el fondo, Sipreba es una demostración de que se puede trabajar en el marco de diferencias políticas cuando hay claridad en cuanto a las necesidades de los trabajadores y trabajadoras. Yo he estado en la CGT más de una vez a raíz de los conflictos en los medios públicos.

Hay algo en esa transversalidad que da pie a situaciones particulares: sectores históricamente enfrentados terminan encontrándose en movidas del gremio.

– Durante los despidos de Télam ha venido a solidarizarse todo el mundo. Cuando fue el quilombo de los 66 despidos en Clarín en 2019 hicimos una conferencia de prensa en la puerta de Tacuarí donde estaba la izquierda, la Corriente Federal, sectores del kirchnerismo.

Tato Dondero habla largo, pero nunca pierde de vista la multiplicidad de tendencias que componen Sipreba. Eso se nota cuando le preguntamos su opinión sobre el impuesto a las grandes fortunas, esa demorada ley sancionada hace pocas semanas después de un prolongado período de rosca empresarial y cerrada campaña en contra de los principales medios, los cuales no dudaron en acudir al salvavidas financiero del ATP.

“La mayoría de la comisión directiva está a favor –explica Tato-. Lógicamente, como tenemos un sector minoritario dentro del Frente de Izquierda no están de acuerdo con lo que se votó en el Congreso, como no lo estuvieron respecto en su momento respecto de la Ley de Medios. De cualquier manera, nunca nos metemos en discusiones internas que no ayudan. Cuando empezamos en el gremio, todos los 24 de marzo teníamos el mismo problema: ¿a qué marcha vamos? Terminamos poniendo un stand y set de televisión, llamamos a distintos sectores que vengan a hablar. Cada compañero va a la marcha que se siente cómodo. Tratamos de evitar lo que no suma y parte hacia adentro”.

El balance se va cerrando y el diálogo por teléfono ya se extendió demasiado. Por último, le consultamos a Tato por su deseo para los próximos años para el país y por supuesto para su rubro.

“Lo que necesitamos es que haya de nuevo trabajo, que los laburantes de prensa puedan tener libertad de expresión y haya voces distintas. Que se pueda generar una defensa de la democracia en los medios públicos, privados, cooperativos, barriales o populares, porque parece mentira pero seguimos discutiendo esto, como con la soga al cuello. Desde el lugar de los trabajadores y trabajadoras de prensa queremos ejercer nuestro oficio sin censura y que tengamos oportunidades de decir lo que pasa”.

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