Este dossier reúne una serie de artículos sobre el destino del trabajo, la realidad salarial, las representaciones sindicales, los debates sobre el trabajo y el peronismo con su vieja columna vertebral a rastras.
Vivimos tiempos interesantes, como dicen los chinos. Al menos vivimos, como en tantas cosas, una bisagra entre las formas del pasado siglo XX con sus discusiones sobre los derechos del trabajador (que no terminan de morir) y el siglo XXI con sus debates acerca del fin del trabajo (que no termina de nacer). Líneas paralelas entre los mundos laborales. Diversidad en el país en el que, además, la mayoría quiere ser o se considera de clase media.
Un 30 de octubre de hace mucho tiempo, el año en que finalmente recuperamos la democracia, un búnker político recibía con nerviosismo las planillas electorales de los fiscales. El ánimo se desmoronaba, pero alguien con autoridad prolongó por un rato la esperanza: “Esperen, aún podemos ganar. Faltan los votos del cinturón industrial”. Sin embargo, la derrota electoral del peronismo fue concluyente en muchos sentidos, incluso los que no podían imaginarse entonces. Un orden gris nacía con la ausencia en nuestra espalda, el declive del empleo industrial, la deslocalización y fragmentación de las grandes fábricas de la rabia y la columna vertebral y un porvenir de cuentapropismo de pobres. Luego de los comicios el lanzamiento de las cajas PAN. Los cimientos módicos del tiempo alfonsinista. De fondo la anécdota del cinturón industrial que hoy resuena extravagante: ¿qué espacio político esperaría aquellos votos como conjunto homogéneo? En cuántos pedazos se rompió el espejo. ¿Queda en pie algo de la alianza social del peronismo? ¿Hay algún suelo político para el universo masivo de trabajadores sin derechos? ¿Es posible la alianza social de la crema, la leche y el agua en una “inmensa CGT”? ¿Cómo se llama la candidata o el candidato que desea «el afloramiento de lo social»? ¿Quiénes se bancan eso de «quilombificar» la política?
Luis Campos, Florencia Angilletta, Ana Natalucci, Alejandro Galliano, Johanna Duarte y Juan Carlos Schmid entrevistado por Pablo Dipierri nos ayudan a mapear este panorama de los “mundos laborales” en detalle, la fragmentación entre “aristocracias obreras”, capitalismo de plataformas y economía popular.
Muchos gritan “¡vayan a laburar!”, pero: ¿labura el que quiere? ¿Y de qué labura? ¿Y los que se lo inventan? ¿Y los que no tienen patrón? ¿Qué es y qué no es economía popular? ¿El salto tecnológico nos fulminará? ¿De qué vivimos? Hay ocupación sin empleo y vida sin salario. América Latina debatió mucho sobre marginalidad y sector informal. Y neocolonialismo y subdesarrollo.
Esta campaña nos lleva puestos: mucho eslogan sobre el trabajo. Recuperarlo, hacerlo, crearlo. Tirar una semilla y que crezca un empleo. “El trabajo es el ordenador social” es otra frase de cabecera que repiten tanto que ya no sabemos qué quiere decir, ¡ni qué ordena! Pero sí: argentinos a las cosas. Como decía Atahualpa: “trabajo, quiero trabajo, porque esto no puede ser”. Transformar la materia, la materia prima, transformarnos a nosotros. “Trabajo genuino”, otra frase más de cabecera, que significa que el que crea trabajo es el mercado. Y que no hay que “fomentar la vagancia”, y así, si se raspa un poquito, aparece la palabra “planes”. El trabajo pensado, ¿en qué términos? ¿Cuánto sentido tiene hablar de “trabajo privado”? Preguntas que se acumulan y algunas respuestas en lo que sigue…
