LA ECONOMÍA POPULAR, EL EMERGENTE QUE LA POLÍTICA NO QUIERE VER

El 7 de agosto de este año, en la última edición de la Gran Marcha por Tierra, Techo y Trabajo, fueron alrededor de 300 mil los trabajadores de la economía popular que marcharon desde la histórica Iglesia de San Cayetano en el barrio de Liniers hasta Plaza de Mayo. Esta marcha se replicó a lo largo y ancho del país, donde miles de trabajadores y trabajadoras organizados salieron a expresar un programa con demandas urgentes que necesitan ser resueltas.

El sector de la economía popular que ha sabido construir herramientas como el Salario Social Complementario (SSC), y el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular (RENaTEP), y que en esta oportunidad pone sobre la mesa de discusión la necesidad de ir hacia un Salario Básico Universal por trabajo, aún lucha por ser visible para la clase política en general. Esto se vio reflejado en el último cierre de listas, donde las expresiones del sector son casi ínfimas. Aunque para llegar a las causas de esta situación debemos ahondar en algunos factores que nos parece necesario traer a la discusión, como por ejemplo que la política en general hoy atraviesa una crisis representativa en los diferentes sectores que son dinámicos en la sociedad – y la economía popular no es ajena a esa realidad-, la otra situación que se da es lo que nosotros resumimos como “la política nos escucha pero no nos ve”. Muchas veces intentan encasillarnos sólo en las discusiones reivindicativas, lo cual entendemos como un error estratégico que desconoce la existencia de este nuevo emergente, pues ¿cómo se entiende que este núcleo de trabajadores que hoy equivale al 40% de la población económicamente activa, casi 7 millones en todo el país, donde el cooperativismo y el mutualismo hoy aportan el 10% del PBI, no tenga un mayor número de representatividad legislativa? Solo se puede explicar entendiendo que desde la dirigencia política aún no hay una comprensión real del fenómeno.

La economía popular no es un estado de transición hacia el empleo con las formas tradicionales. Para entenderla un poco mejor debemos remontarnos a algunos hechos que marcaron la caracterización del sector como el decreto 159/2017, que reglamentó la ley 27.345, y la resolución Nº 32/2016 del Ministerio de Trabajo, que reconocieron por primera vez la existencia de un sector de economía denominado Economía Popular, a la que se definió como: «toda actividad creadora y productiva asociada a mejorar los medios de vida de actores de alta vulnerabilidad social, con el objeto de generar y/o comercializar bienes y servicios que sustenten su propio desarrollo o el familiar. La Economía Popular se desarrolla mediante proyectos económicos de unidades productivas o comerciales de baja escala, capitalización y productividad, cuyo principal activo es la fuerza de trabajo». También otro hecho más cercano que fue la aprobación de los estatutos de la UTEP por parte del Ministerio de Trabajo de la Nación a través de la resolución 449/2021.

La economía popular no es un estado de transición hacia el empleo con las formas tradicionales. Para entenderla un poco mejor debemos remontarnos a algunos hechos que marcaron la caracterización del sector como el decreto 159/2017, y la resolución Nº 32/2016 del Ministerio de Trabajo, que reconocieron por primera vez la existencia de un sector de economía denominado Economía Popular.

Ahora bien, ¿cómo es el trabajo de la economía popular? Primero habrá que decir que quienes habiendo quedado por fuera de los márgenes del sistema de la economía de mercado supieron construir trabajo desde otra perspectiva basada en la solidaridad, en lo comunitario, en la hermandad y recuperando el valor humano de ese trabajo son aquellos a lxs que alguna vez el Papa Francisco bautizó poetas sociales, y vaya que han logrado construir poesía desde las entrañas de nuestro pueblo. Allí donde para el mercado solo existe descarte, estos trabajadores han puesto creatividad y un fuerte compromiso de solidaridad a través de la organización popular, desde allí abajo es que en nuestro país se ha dado a lo largo de esta última década un proceso de transformación identitaria y política, donde lxs trabajadorxs que quedaron desempleados se reinventaron y se convirtieron en trabajadores sin patrón, donde el objetivo fue maximizar la generación de trabajo y no la maximización de la ganancia. Desde algunos sectores de la política tradicional se ve a la economía popular como un estado transicional, sin embargo, desde las organizaciones populares estamos convencidos que es un estado permanente y que es una alternativa económica en un mundo donde la concentración es cada vez mayor. Es un sector de la economía que fue surgiendo como consecuencia de la exclusión masiva generada por el sistema socioeconómico dominante, la crisis del trabajo asalariado, el fracaso de las políticas neoliberales, el aumento de la pobreza y el debilitamiento de las estructuras partidarias, sindicales y estatales para dar respuesta a estas nuevas realidades. Pensar al mismo tiempo supone rediscutir la sostenibilidad de las unidades productivas económicas más allá de las relaciones de competencia entre productores y consumidores. Uno de los aportes significativos que ha hecho este sector a lo largo de estos años es poder diferenciar trabajo y empleo como punto de partida central para poder avanzar hacia un reconocimiento e institucionalización de los derechos que hoy les faltan a estos trabajadores. En ese sentido debemos decir que, aunque la generación de empleo esté en crisis, lo cierto es que existe este núcleo inmenso de trabajadores que trabajan para subsistir, lo cual también desmitifica esta falsa contradicción que se intenta instalar de que quienes se desarrollan en los sectores populares no trabajan, lo cual es totalmente falaz, ya que en la gran mayoría de los casos trabajan mucho más allá de las ocho horas que lo hace un trabajador formal. El problema es que ese trabajo se encuentra social y económicamente desvalorizado y ese es el gran desafío darle valor al mismo.

La economía popular hoy se organiza en unidades productivas y de servicios por ramas de actividad, de manera colectiva y comunitaria. El desarrollo de esas ramas de actividad varía según la región del país en la que nos encontremos.

A propósito del aún desconocimiento que existe sobre cómo se viene organizando la economía popular y cuáles son sus ramas de actividad, es allí donde el ReNaTEP se ha transformado en una herramienta fundamental para tener por primera vez un mapeo concreto y preciso del sector. El mismo se pensó como una herramienta organizativa, busca visibilizar relaciones de trabajo que hoy se encuentran desvalorizadas y que hasta antes del registro no existía precisión de donde estaban.

Hoy la economía popular se encuentra en mejores condiciones para dar las luchas que sean necesarias para conseguir los derechos que faltan. El sector no se conforma con discutir solamente la reivindicación, también quiere discutir la construcción de un modelo de país distinto donde el trabajo sea un derecho humano y donde el cuidado de la tierra y la preservación del ambiente no puedan ser la variable de ajuste para que el mercado siga concentrando la riqueza. Es por esto que, como se planteó en la última marcha del 7 de agosto, los trabajadores y las trabajadoras de la economía popular ya no esperan: se organizan, trabajan y luchan, entendiendo como fundamental para esa lucha la unidad con el movimiento obrero organizado.

*Secretaria General del Movimiento Evita Chaco y Vicepresidenta del Instituto de Agricultura Familiar y Economía Popular (IAFEP).

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