LA PESCA ARTESANAL EN PENÍNSULA VALDÉS AMENAZADA

Por: Marta Piñeiro

Un grupo de pescadores de Puerto Madryn organizados desde los años 90 se fijó como objetivo defender la actividad y poner en valor su historia, identidad y trascendencia como oficio. Gracias a esta organización lograron representar a la pesca artesanal y tener incidencia en la declaración de su área como Patrimonio Natural de la Humanidad por parte de UNESCO. Una historia nacida de la lucha ambiental que hoy vuelve a verse amenazada por los dueños de las tierras lindantes con la costa.

Argentina es un país con una enorme y reconocida plataforma marítima; sin embargo, su ciudadanía no se percibe parte de un país marítimo. Muchos factores incidieron para que la identidad posible orientada al mar se haya desplazado sistemáticamente a una identidad agrícola ganadera cuyo peso en el acervo popular es innegable, aunque no por ello inexorable.

La paradoja de la identidad argentina se acrecienta cuando hacemos foco en la pesca artesanal marítima ya que, a diferencia de nuestro país, otras naciones latinoamericanas ostentan una intensa y diversa actividad pesquera artesanal, con numerosas comunidades que se sustentan en gran medida por los recursos marinos capturados con esa modalidad. La pesca artesanal marítima en Argentina ha tenido comparativamente escaso desarrollo.

Una particular excepción en esa cuestión identitaria se da en la región patagónica, y es un ejemplo destacable la zona de Península Valdés, en la provincia de Chubut, donde un grupo de pescadores organizados desde los años 90 fijó como objetivos, inclusive dentro de su estatuto, poner en valor y defender la actividad, su historia, su identidad y su trascendencia como oficio.

Más que una labor, es una forma de vida para sus miembros, cuyas raíces se remontan hasta los pueblos nómades originarios. Efectivamente, hay vestigios de las artes rudimentarias que los tehuelches utilizaban para la pesca de peces y mariscos en la zona de Península Valdés, como parte de su dieta alimenticia conforme llegaban a la costa marina.

Ese trabajo y su historia sustentan la presencia de los pescadores artesanales en este área protegida como usuarios legítimos y en un marco legal que avala su labor allí. Sin embargo, los pescadores artesanales vienen sufriendo una persecución constante de propietarios de tierras lindantes con la zona costera que impiden el acceso a la playa en un sector que la pesca artesanal utiliza históricamente y que la ley les concede por ser un sector que forma parte desde el inicio del Plan de Manejo de Península Valdés como Patrimonio Natural de la Humanidad.

Una de sus últimas denuncias apunta, por ejemplo, a un propietario ganadero que, mediante acciones como excavaciones o la instalación de obstáculos en los caminos de acceso (púas, hierros, etc.) impide el ingreso a las zonas donde arriban cardúmenes que sostienen a la actividad pesquera.

Un poco de historia: el aporte de la inmigración europea

Como sucedió en todas las regiones de Argentina, existe además un aporte a la pesca local dado por la migración principalmente italiana y española. A principios del siglo XX, la llegada de estos inmigrantes da impulso a la pesquería con red de costa, ya que tanto españoles como italianos trajeron su oficio como bagaje y comenzaron la construcción artesanal de pequeñas embarcaciones con madera. Armaban sus redes y de esta manera proveían de pescado fresco a los vecinos de la pequeña población portuaria de Puerto Madryn.

Su importancia en ese entonces se vio reflejada en una actividad floreciente exportadora, ya que según consta en registros y artículos de prensa, existió en la ciudad una planta conservera que exportaba a Europa.

Testimonia la historia que la primera fábrica de conservas de pescado de la ciudad se estableció en 1914 y unos años más tarde, en 1920, se radicó la fábrica “La Patagonia”, que llegó a ser reconocida a nivel internacional por sus productos; en 1923 esta fábrica dejó de producir por falta de materia prima y de pescadores suficientes para abastecerla.

Los cazoneros

En la década de 1940, Puerto Madryn era escenario de una intensa actividad pesquera dirigida a la pesca de cazón vitamínico, al cual se le extraía el hígado para obtener vitamina A, que se exportaba a Europa.

Esta pesquería exitosa y frenética por la demanda exterior constante implicó que numerosos barcos venidos desde el norte (Mar del Plata, Bahía Blanca) pescaran en la zona y realizaran la descarga en el muelle Luis Piedrabuena. Su actividad además generó trabajo para los rederos de costa de la ciudad. Se dice que la colonia italiana fue la más destacada para la pesca de carnada con los palangres de entonces.

Los cazoneros formaron parte de la historia y dejaron huellas en la sociedad madrynense.  Su paso tan exitoso como efímero en lo económico puede constatarse en documentos fotográficos donde se observa a toda la sociedad madrynense en fiestas a la llegada de los barcos. Incluso existe un club que era inicialmente conocido como el Club de los Cazoneros (hoy Club Almirante Brown).

La desaparición de la pesca de cazón se debió a que la vitamina A comenzó a sintetizarse industrialmente y ya no fue necesario obtenerla mediante la pesca.

La pesca artesanal actual en Península Valdés

En la actualidad existen tres modalidades de pesca artesanal en Península Valdés y zonas aledañas.

1. La recolección costera que se realiza en forma manual, caminando por la franja intermareal recolectando uno por uno, especies de mariscos como mejillones en invierno o pulpitos en primavera y verano que quedan expuestos cuando baja la marea, y que incluye la selección de los ejemplares de tamaño comercial;

2. La pesca con red de costa que se realiza con un pequeño bote y una red costera, con los cuales el pescador detecta los cardúmenes que se acercan a la orilla y realiza la maniobra que permite capturar diferentes especies de peces conforme el calendario estacional: pejerrey, róbalo y magrú, principalmente.

3. La marisquería por buceo que nació a partir de un conflicto ambiental y se consolidó con identidad artesanal selectiva, a la vez que desarrolló una resiliencia frente a diversos cambios y conflictos territoriales o propios de la pesquería, en más de 40 años.

En esta última modalidad, la cronología de los hechos marca que en la década de 1960 inicia en la región, al norte de Península Valdés, en el Golfo San Matías, la extracción masiva de vieira tehuelche  mediante el método de la rastra. La demanda del mercado internacional hizo que la pesquería se hiciera en forma tal que a fines de los 60 comienzan a decaer las capturas y las embarcaciones se trasladaban cada vez más al sur (zona de Rawson y Península Valdés).

Es entonces que surge en la comunidad local un debate intenso respecto a prohibir el uso de la rastra, facilitado por un registro fotográfico que demostró el daño que este arte de pesca provocaba en el fondo marino y hacía pensar que el daño al que ya habían sometido al Golfo San Matías iba a suceder en Península Valdés, de continuar con esa práctica de pesca.

Así se promovió, por la presión de la comunidad en general, la declaración del Golfo San José como Parque Marino Provincial en 1974 (Ley 1238/74), para brindarle protección ante cualquier posible intento de realizar actividad pesquera dañina.

La extracción selectiva mediante buceo surge como alternativa a la rastra, con compresores y sistema de narguile para permitir la respiración y el trabajo submarino. Las embarcaciones ligeras con casco de fibra de vidrio realizan salidas diarias y luego mediante maniobras de playa con tractor, son colocadas en la costa a la vista de los campamentos operativos que se han establecido en la costa de la península.

“La llegada de la rastra fue el catalizador de una innovadora colaboración entre científicos y pescadores artesanales que aún perdura, promoviendo el cuidado del patrimonio ambiental, social y cultural de Península Valdés. Al prohibir la rastra se concibió una modalidad de pesca selectiva, que no daña el entorno: la marisquería por buceo. Al mismo tiempo, gracias a la protección de los bancos de mariscos más profundos y del sustrato marino en general, la zona intermareal del Golfo San José fue también protegida y su regeneración natural propiciada.” (Cinti y Marin, 2021).

Registro fotográfico del impacto de la rastra sobre el fondo marino en el Golfo San José. Foto: gentileza para APAPM de Santiago Picallo. La foto forma parte del Archivo del Centro de Estudios Históricos y Sociales de Puerto Madryn.

La acalorada y comprometida discusión a raíz del conflicto por la rastra está extensamente documentada por la prensa de la época, donde pueden verse las posturas de partidos políticos, sindicatos y hasta de la Asociación Protectora de Animales de Puerto Madryn que opinó respecto al trato que debería dársele a la vieira.

Así puede constatarse que las cuestiones de la pesca y los recursos pesqueros no han sido indiferentes para la sociedad en su conjunto. Tal vez por ello es que aún con conflictos sobrevinientes a posteriori en el territorio, los pescadores artesanales han demostrado capacidad de participar, de aportar y de integrarse a la dinámica de una región que se destaca a nivel mundial por su patrimonio natural singular en todos los aspectos (fauna, flora, suelo y mar).

“Antes se juzgaba mal a la actividad, porque dentro había muchas personas que hacían usufructo del recurso, pero no eran pescadores, no sentían la actividad, inclusive no existía la palabra pescadores artesanales, existía marisqueros o pescadores simplemente. Fue una palabra que se incluyó a partir de la creación de APAPM (Asociación Pescadores Artesanales de Puerto Madryn) donde desterramos la palabra marisquero y quedamos con la palabra “pescador artesanal”,  ahí creo que hubo un antes y un después, creo que supimos llevar adelante esto y poner en claro quiénes son pescadores y quiénes no, antes cualquiera que tenía una embarcación la tiraba al agua y salía a extraer el recurso y después cuando venían las vedas, las épocas malas, desaparecían y el verdadero pescador quedaba penando. Eso se revirtió y hoy en día la mayoría que queda son pescadores artesanales” señala Luis De Francesco, pescador artesanal y buzo profesional.

De las tres modalidades, la marisquería por buceo es la que más se acerca a un perfil de pequeña empresa, con mayor inversión de capital de trabajo en su equipamiento y con la exigencia de conocimientos específicos relacionados con el buceo y la seguridad en el mar que la obligan a cumplir requisitos emanados de organismos estatales como Prefectura Naval Argentina.

Por su esencia emprendedora y dinámica, y movidos por la imprevisibilidad económica que significa la pesca artesanal en sí, varios de los pescadores han complementado su tarea en la pesca con aspectos de comercialización.  Muchos de ellos pescan y comercializan su producción a clientes del mercado interno, otros han emprendido con sus familias locales comerciales para la venta de sus productos frescos, congelados, o elaborados listos para consumir.

También, por iniciativa de los marisqueros, se propusieron integrarse a la comunidad mediante la organización de una feria en Semana Santa, hoy consolidada como un atractivo turístico en esas fechas religiosas, con apoyo de la provincia y el municipio.

Por su esencia emprendedora y dinámica, y movidos por la imprevisibilidad económica que significa la pesca artesanal en sí, varios de los pescadores han complementado su tarea en la pesca con aspectos de comercialización.

El desarrollo del Plan de Manejo de Península Valdés

La participación de la Asociación de Pescadores Artesanales de Puerto Madryn (APAPM) representando a la pesca artesanal en el desarrollo y consenso para la declaración de UNESCO como Patrimonio Natural de la Humanidad fue trascendental debido a que el organismo de aplicación correspondiente a la pesca, en ese entonces la Dirección de Pesca de Chubut, no estuvo representado en el ámbito de discusión y construcción del Plan de Manejo.

Tocó entonces a los pescadores artesanales defender la presencia de la actividad en mesas de discusión que debían dejar claro los aspectos que integrarían los programas que se proponía desarrollar el Plan de Manejo a implementar.

La experiencia marcó profundamente a la comunidad de pescadores artesanales porque siendo un gran desafío institucional, generó a la vez un aprendizaje único, que luego los caracterizaría a la hora de aportar propuestas, sabiéndose parte de un proceso trascendental como lo es una Declaración de Patrimonio de la Humanidad.

Aunque no estuviera representado el organismo de Pesca, estuvo presente en varias ocasiones como institución invitada, pero para los pescadores generalmente significaba un aporte pobre que reflejaba un desconocimiento de la realidad, cuenta Luis de Francesco:

“Lo que más recuerdo es haber estado sentado en la mesa ahí y que quien nos tendría que haber acompañado, la Dirección de Pesca (cuando la invitaban), la teníamos en contra. Había mociones de alguna entidad ecológica que proponía tener a todos los pescadores amontonados en el Riacho (un sector del Golfo San José), y la Dirección de Pesca contestaba que sería fantástico, cosa que nos opusimos rotundamente y ganamos todas las playas. El pescador tiene que estar donde está el recurso, no donde lo decida gente que no sabe nada de pesca. Eso me marcó bastante…”.

La visión de Antonio Torrejón

Hubo una persona que fue motor para impulsar el Plan de Manejo de Península Valdés desde el entonces Organismo Provincial de Turismo (OPT), hoy Ministerio de Turismo. Fue Antonio Torrejón, un reconocido vecino madrynense, activista ambiental y visionario respecto a la potencialidad del turismo en Península Valdés.  

Antonio tenía una enorme cuota de confianza hacia los pescadores artesanales, de hecho, los pescadores entienden que gracias a él pudieron ser parte del proceso de desarrollo del Plan de Manejo. Ello se confirma al observar notas de prensa del año 1997 donde él afirmaba que “El turismo y la pesca van de la mano”.

Muchas veces les expresó a los pescadores que era una pena que no se valorara a la pesca artesanal como un atractivo valioso en la zona. Él sabía que también había personas conflictivas que se dedicaban a la pesca, pero que nada tenían que ver con la masa de pescadores artesanales que pugnaba por salir adelante como trabajadores dignos y esforzados.

Cada logro de los pescadores organizados siempre fue muy valorado por Antonio Torrejón, un pionero al que la región patagónica le debe mucho y a quien los pescadores artesanales siempre respetaron.

Foto: Artículo de prensa, Diario Jornada, año 1997- Archivo APAPM

Trabajar organizados, integrarse con la comunidad, interactuar con instituciones académicas y afianzar la identidad

La decisión de organizarse formalmente como Asociación en 1993 permitió consolidar una forma de relacionarse, de comunicar y de hacerse visibles para hacer frente a una situación que requería interactuar con la formalidad de una estructura jurídica.

Así nació APAPM, y sus primeras incursiones en el mundo del debate y de la propuesta sectorial comenzaron con su participación en el “Foro para el Plan de Desarrollo Estratégico” de la ciudad de Puerto Madryn en 1998, e inmediatamente y casi en paralelo, en la Elaboración del Plan de Manejo de Península Valdés con mira a su declaración como Patrimonio Natural de la Humanidad en 1999.

Aunque los pescadores estaban agobiados por la exigencia de aprender una nueva forma de discutir que les resultaba ajena, su participación en esos foros se convirtió en una verdadera escuela del arte de debatir. La búsqueda de consenso y la generación de estrategias implicaron un aprendizaje que se capitalizó en el seno de la comunidad de pescadores y sirvió para seguir impulsando y proponiendo mejoras en la búsqueda de conquistas sectoriales, y con ello, lograr fortalecer la identidad de la pesca artesanal.

“Fue un arduo trabajo, durante más de 2 años asistí a más de 56 reuniones con un grupo de pescadores y gente que nos acompañaba asesorándonos que nos ayudó y logramos llevarlo adelante, defendiendo nuestra actividad y nuestros lugares de pesca. Fue bastante complejo, yo me sentí que no estaba a la altura intelectual de todos los que nos rodeaban, me tuve que instruir bastante y poder hacerle ‘pata ancha’.”, recuerda De Francesco, pescador artesanal, buzo profesional. La Península Valdés fue declarada Área Natural Protegida en 2001, incluyendo al Golfo San José y parte del Golfo Nuevo.

Una verdadera red interinstitucional

Paralelo al fortalecimiento de su identidad, el grupo comenzó a relacionarse con diferentes instituciones académicas de la región, dada la característica particular de Puerto Madryn que cuenta con dos universidades (UTN y UNPSJB), un Centro de Investigación (Centro Nacional Patagónico-CENPAT), y con diferentes organizaciones como la Federación de Microempresarios de Chubut, organizaciones de productores de Patagonia, entre otras.

La forma de vincularse y la generación de confianza mutua desde sus inicios tuvo sus frutos con el tiempo ya que muchas  generaciones de biólogos, economistas, sociólogos, antropólogos, y de gente con otras profesiones, convivieron con los pescadores participando de diversos eventos y cooperando mutuamente en distintas actividades de pesca, de investigación, en talleres de formación o divulgación, y en eventos generados desde la comunión de sus saberes que quedaron plasmados en publicaciones, documentales, talleres, y ferias.

La interacción de estos saberes empíricos y científicos, coincidió con el arribo a la ciudad de reconocidos biólogos a nivel internacional en pesquerías, como Ana Parma y José María “Lobo” Orensanz, lo que amplió en forma exponencial las aspiraciones de superación del grupo artesanal.

De repente, pudieron escuchar de primera mano experiencias novedosas y exitosas de comunidades de pesca artesanal que realmente aplicaban estrategias de superación en lo económico y social, en armonía con el aspecto ambiental, factor determinante para una pesquería artesanal saludable.

La ciencia observadora, como relevadora de datos y elaboradora de premisas técnicas, cumple un rol importante, pero en el caso tratado aquí la interacción entre la labor científica y la pesca artesanal se dio de manera natural. Los integrantes de la asociación han sido proactivos siempre y sobre todo concibieron una relación con la ciencia basada en el respeto mutuo.

Esta cooperación no pasó desapercibida para el sector gubernamental que se acercó en ciertos períodos, aunque las intenciones de avanzar sobre planes concretos, que logren consolidarse en el tiempo, no tuvieron mayor éxito. El cambio constante de funcionarios que podrían asumir políticas decisivas para el sector hace que los años pasen y que muchas condiciones se mantengan igual, sin mejoría alguna.

El aporte científico mediante una constante y dinámica integración de saberes, significó la posibilidad de realizar talleres de capacitación para el sector y sus familias, algunos enfocados a la biología de recursos, otros a aspectos de gestión o comercialización, y lo más importante, significó sostener una relación saludable donde todos se respetan y colaboran por el bien común que es el lugar, las personas y su entorno, buscando mejor calidad de vida.

La ciencia observadora, como relevadora de datos y elaboradora de premisas técnicas, cumple un rol importante, pero en el caso tratado aquí la interacción entre la labor científica y la pesca artesanal se dio de manera natural.

El tiempo trajo la incorporación de herramientas innovadoras tal como diseñar un proyecto de Área Marina de Interés Pesquero, conjuntamente con otras comunidades de pescadores de Latinoamérica y Europa, dada por la incorporación progresiva de conocimientos informáticos básicos; sin embargo, esta novedosa iniciativa no pudo materializarse por falta de apoyo estatal.

En tanto se fueron adquiriendo diferentes herramientas, comenzaron a definirse grupos con intereses más precisos. Una parte se dedicó a la gastronomía (rotiserías, restaurantes, food trucks), otros emprendieron el proyecto de una planta procesadora, otros se iniciaron en la captura y comercialización de recursos no tradicionales (cangrejo, algas).

En la tarea de acercar herramientas, el papel de los científicos dispuestos a acompañar a los pescadores con sus inquietudes, acercar conocimiento técnico y discutir con respeto y sobrada capacidad de escucharse mutuamente, es un rasgo valioso de la relación de la comunidad científica de la zona con los pescadores y sus familias.

Relevamiento conjunto de recursos y Mesa Técnica Intersectorial

Desde 1995 algunos buzos pescadores participaban del relevamiento o evaluación de la vieira (para conocer el estado de los bancos) en el Golfo San José, actividad dirigida en ese entonces por Néstor Ciocco, biólogo del CENPAT (luego Director de la institución).

A partir del 2001 la realización del relevamiento en forma participativa tomó carácter institucional mediante un instrumento legal emitido por la Dirección de Pesca de Chubut al conformarse la denominada Mesa Técnica de Pesca Zona 1 (en adelante Mesa Técnica); la Zona 1 comprende los golfos Nuevo, San José y San Matías (la porción de Chubut).

El mecanismo de la Mesa Técnica fue un espacio participativo para que los sectores interesados en aspectos de manejo de los recursos (entre ellos el relevamiento) pudieran debatir y aportar su conocimiento y sus puntos de vista, cara a cara. Estaba conformada por representantes de pescadores organizados, sector técnico de la Autoridad de Pesca, sector científico, y en ocasiones, los Órganos de Administración de Turismo y la Administradora de Península Valdés.

En la Mesa Técnica se planificaba el relevamiento como campañas anuales, se sistematizaban los números que arrojaba la evaluación de los bancos y luego el sector científico exhibía los resultados en una reunión con la presencia de los pescadores y la Autoridad Pesquera en la que además consensuaban el cupo posible de explotación, aunque la decisión final era de la Autoridad Pesquera.

Con el tiempo este mecanismo participativo permitió incorporar diferentes cuestiones importantes para la pesca artesanal ya que en ese marco se decidió una forma de manejo de recursos para la comunidad de El Riacho mediante Derechos de Uso Territorial y para la Marisquería por buceo un Sistema de Entrada Limitada para la explotación de vieira y otros mariscos.

El hecho de que la Mesa Técnica fuera promovida por Lobo Orensanz y Ana Parma, biólogos del Centro Nacional Patagónico (CENPAT) con destacada trayectoria, significó un despegue vertiginoso de actividades que se discutían y surgían para que los aspectos de manejo de los recursos fueran comprendidos, discutidos y defendidos por los pescadores una vez que se apropiaban de los conceptos.

Vale rescatar que en los 90 los pescadores proponían formas de manejo para cuidar el recurso vieira, de forma intuitiva y basada en la experiencia de lo que veían en sus jornadas de trabajo; aquellas medidas de manejo intuitivas que aportaron los pescadores fueron con el tiempo incorporadas formalmente a la legislación pesquera provincial.

Fue un ámbito institucional muy exitoso y valioso por el perfil participativo y por la responsabilidad con que se elaboraban en conjunto las recomendaciones. Sin embargo, fue el propio Estado el que le dio la espalda, tal vez porque algunos funcionarios se sentían interpelados como administradores y sentían que se les cercenaba cierto poder. 

La Mesa Técnica involucraba la participación activa de estudiantes de biología, los que se incorporaban en el gran equipo de campo y laboratorio, interactuando con los pescadores en las embarcaciones, tomando datos y midiendo especímenes en laboratorio, cargando datos, etc.

Gran parte de esa generación estudiantil que participó en los momentos más activos de los relevamientos anuales, pudo vivir en primera persona el contacto cotidiano con la realidad de la pesca, mojándose, pasando frío, y compartiendo la comida con los pescadores, y aprendió lo que ninguna universidad podría dar desde un claustro.

El relevamiento no se realiza desde el año 2017 y está postergado en el tiempo. La autoridad pesquera otorga cupos “precautorios y provisorios” hasta tanto se retome un relevamiento en tiempo y forma, lo que debería suceder antes de cada temporada de pesca de vieira.

El legado de “Lobo” Orensanz

El valor simbólico más representativo de la relación entre científicos y pescadores es el legado de Lobo Orensanz, un destacado científico argentino que en su historia ya dejó huella en la experiencia de demostrar el impacto de la rastra en los fondos, hecho que permitió el nacimiento de la marisquería por buceo y contribuyó a la conservación de Península Valdés.

La Feria de los Pescadores Artesanales de Semana Santa, convertida actualmente en un exitoso atractivo turístico, fue nombrada por los pescadores Feria José María “Lobo” Orensanz en memoria de su figura omnipresente, estimada por todas las familias de pescadores de la zona.

Este homenaje fue consensuado en forma unánime por los pescadores de las tres modalidades con mucha emoción y cariño, porque además de recibir conocimiento, los pescadores recuerdan su calidad como persona: “El mundo rindió homenajes al nivel académico de Lobo, nosotros homenajeamos a la persona que nos enseñó tanto y con tanto amor”, dice José Ascorti, actual presidente de APAPM.

Conflictos por el acceso a las playas y zonas de Pesca

Habiendo transcurrido más de 20 años desde la aprobación del Plan de Manejo de Península Valdés, hay conflictos que no pudieron sanearse como es el caso del bloqueo del acceso a las playas para los pescadores artesanales por parte de propietarios de campo de Península Valdés (casi la totalidad de las tierras dentro de la Península son de propiedad privada).

La legislación provincial ampara el derecho de los pescadores a acceder a los recursos. La Ley de Pesca Artesanal XVII 86 de Chubut menciona explícitamente la servidumbre de paso que debe garantizarse para acceder a las playas. Pero ello no ha evitado la realización de acciones compulsivas por parte de dueños de campo que han provocado verdaderos atentados contra el ambiente y contra la convivencia armónica con la pesca artesanal.

Desde hace un par de años un terrateniente local de Península Valdés comenzó a implementar acciones extremas contra la actividad de pesca artesanal, realizando excavaciones profundas de 2 metros de profundidad, para impedir el acceso a las playas. La última excavación que realizó fue en los caminos de acceso a Playa Villarino, que es un acceso histórico y consensuado en el Plan de Manejo de Península como de acceso libre para la pesca artesanal.

Excavación de aproximadamente más de 50 metros de largo por 2 metros de profundidad y 1 metro de ancho realizada por un propietario de campo en el sector de Playa Villarino del Golfo San José (foto de octubre de 2021), para impedir el acceso a pescadores artesanales (Fuente: publicado en prensa local y nacional: Diario Jornada y Revista Puerto).

A su vez, con la misma intención demolió una capillita sencilla que fuera inaugurada como recordatorio de la presencia de españoles en la zona.

La legislación provincial ampara el derecho de los pescadores a acceder a los recursos. La Ley de Pesca Artesanal XVII 86 de Chubut menciona explícitamente la servidumbre de paso que debe garantizarse para acceder a las playas. 

Estos hechos motivaron que los pescadores reaccionaran en forma inmediata y pública:

“Nuevamente asistimos al espectáculo reiterado de avasallamiento hacia los derechos de los pescadores artesanales, pero esta vez con el aditivo de que el accionar de un empresario ganadero realiza lisa y llanamente un atropello hacia la comunidad en general, desconociendo límites mínimos del derecho que le alcanza: ser dueño de un campo no lo habilita a un dominio exclusivo y excluyente frente a la sociedad.

Esta persona que cree tener privilegios sobre los demás ha realizado excavaciones enormes con la intención de impedir el acceso a la playa en un sector que la pesca artesanal utiliza históricamente y que además la ley le concede formalmente mediante la ley de pesca artesanal específicamente y además por ser un sector que forma parte desde su inicio del Plan de Manejo de Península Valdés como Patrimonio Natural de la Humanidad, categoría VI de IUCN, que contempla el manejo sustentable de los recursos existentes.

El trabajo y la historia sustentan la presencia de los pescadores artesanales en el área protegida como usuarios legítimos y en un marco legal que avala su labor allí.”

El impacto de una más de las tantas acciones de persecución hacia el sector logró que los pescadores se volvieran a movilizar y que se hayan declarado “en lucha”. Esto refleja que estando organizados es inmediata la respuesta frente al conflicto.

Folleto entregado (en octubre de 2021) por los pescadores artesanales a los visitantes que ingresan al Área Natural Protegida Península Valdés.

Aspectos legales

La marisquería por buceo se realiza en la Península de Valdés, en el Golfo San José, zona distinguida por la Declaración de Patrimonio Natural de la Humanidad por UNESCO (desde 1999) y por la creación del Área Natural Protegida Península Valdés (creada en 2001 y que incorporó el Parque Marino Golfo San José creado en 1974 y las Reservas de Fauna preexistentes creadas en los 60). Es además Sitio Ramsar (desde 2012) y Reserva de la Biósfera de Valdés (desde 2014). Estos marcos legales otorgan protección especial al área de pesca.

A su vez, la actividad se encuentra legislada por la Ley provincial XVII N°86 y reglamentada por el Decreto 1899/2011 que se refiere a los aspectos de ordenación y manejo de las actividades.

De acuerdo a la legislación vigente, el manejo de estas pesquerías es de tipo consultivo, lo que implica que debe darse participación a los pescadores artesanales en los espacios técnicos, con la colaboración permanente del sector técnico científico y de organismos especializados en la temática pesquera.

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