TIERRA, TECHO Y TRABAJO EN LA PERSPECTIVA DE UNA ECOLOGÍA INTEGRAL

Compartimos la ponencia de monseñor Gustavo Carrara, Obispo Auxiliar de Buenos Aires, vicario para la Pastoral de Villas de CABA, en el marco de la primera jornada del seminario “Hacia una Argentina con desarrollo humano integral”, organizado por Cáritas Argentina, la Comisión Nacional de Justicia y Paz y la Pontificia Universidad Católica Argentina.

En 1974 nuestro país tenía 4% de pobres, en números absolutos entre 800 mil y 1 millón de personas. Hoy hay por lo menos 40% de pobres, en números absolutos cerca de 16 millones de personas, la mitad niños, niñas y adolescentes. Es un dato incontrastable de la realidad, la pobreza y la desigualdad han ido creciendo y consolidándose.

Hago referencia a estos datos para afirmar que en nuestro país resulta imprescindible para la amistad social superar la distancia con los últimos, con los más pobres. Esta brecha, esta grieta –si se puede llamar así– es más profunda que las grietas políticas o ideológicas. Como sabemos, muchos que tenían una ideología hoy tienen otra, otros que pertenecían a un espacio político han pasado a otros. Lo que se consolida es la distancia con los últimos.

Por eso es decisivo advertir lo que afirma el Papa Francisco: “La procura de la amistad social no implica solamente el acercamiento entre grupos sociales distanciados a partir de algún período conflictivo de la historia, sino también la búsqueda de un reencuentro con los sectores más empobrecidos y vulnerables. La paz no sólo es ausencia de guerra sino el compromiso incansable —especialmente de aquellos que ocupamos un cargo de más amplia responsabilidad— de reconocer, garantizar y reconstruir concretamente la dignidad tantas veces olvidada o ignorada de hermanos nuestros, para que puedan sentirse los principales protagonistas del destino de su nación” (FT 233)

El primer paso es sostener la escucha atenta de los más pequeños y pobres, de los más rotos, de los últimos. Sus preguntas, sus angustias, sus peleas, sus sueños, sus luchas, sus preocupaciones, poseen valor hermenéutico de la realidad. Sus preguntas nos ayudan a preguntarnos, sus cuestionamientos nos cuestionan (1). Tomemos conciencia que es verdaderamente dramático luchar diariamente por lo mínimo vital, escapándole a la muerte.

Tal vez el anhelo del pueblo pobre se resume en dos palabras “Vivir bien”. El Papa Francisco que ciertamente es un hombre que sostiene la escucha de los más frágiles, traduce esto en un programa de acción: “Tierra-Techo-Trabajo”. Se expresa así en el deseo de una tierra para trabajar, para construir un techo, para cuidar una familia (2) Este “vivir bien” tiene como fruto la paz social. Y esto tiene sabor a Evangelio: “Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt. 5, 10)

Francisco nos dice acerca del diálogo: “Dialogar no es negociar. Negociar es tratar de llevarse la propia «tajada» de la tarta común. No es eso lo que quiero decir. Sino que es buscar el bien común para todos. Discutir juntos, me atrevería a decir enfadarse juntos, pensar en soluciones mejores para todos. Muchas veces el encuentro se complica con el conflicto. En el diálogo tiene lugar el conflicto: es lógico y previsible que sea así. Y no debemos temerle ni ignorarlo, sino aceptarlo. «Aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso» (EG 227)… El mejor modo para dialogar no es el de hablar y discutir, sino hacer algo juntos, construir juntos, hacer proyectos: no sólo entre católicos, sino juntamente con todos los que tienen buena voluntad. Y sin miedo de realizar el éxodo necesario en todo diálogo auténtico. De otro modo no es posible comprender las razones del otro, ni comprender totalmente que el hermano es más importante que las posiciones que juzgamos lejanas de las nuestras, incluso auténticas certezas. Es hermano.”(3)

Diálogo que trasciende el mundo de los socios, que no niega el valor del “mestizaje”. “Es la capacidad cotidiana de ampliar mi círculo, de llegar a aquellos que espontáneamente no siento parte de mi mundo de intereses, aunque estén cerca de mí.” (FT 97)

Diálogo que es encuentro. El encuentro hecho cultura. Cuando hablamos de cultura estamos hablando del estilo de vida de un pueblo, de algo que ha entrado en sus entrañas. Si nos convencemos que todos pueden enriquecernos, que todos pueden aportar, entonces empezamos a construir la cultura del encuentro. El que está atravesando una periferia existencial tiene otro punto de vista, ve cosas que no veo. (4) Debe animarnos la convicción profunda de que cada persona es sagrada, de que no mandan las circunstancias, “el solo hecho de haber nacido en un lugar con menores recursos o menor desarrollo no justifica que algunas personas vivan con menor dignidad.” (5)

Si nos convencemos que todos pueden enriquecernos, que todos pueden aportar, entonces empezamos a construir la cultura del encuentro. El que está atravesando una periferia existencial tiene otro punto de vista, ve cosas que no veo.

Algunas notas acerca de nuestra consigna Tierra, Techo y Trabajo

Tierra: Es nuestra casa común. Por eso toda familia tiene derecho a un pedazo de tierra. Tierra nos habla de alimentos.

Aquí nos encontramos con un profundo convencimiento: “Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta tierra, aunque estén llamados a la plenitud eterna, porque Él creó todas las cosas «para que las disfrutemos» (1 Tm 6,17), para que todos puedan disfrutarlas.”(6)

 “El mundo existe para todos, porque todos los seres humanos nacemos en esta tierra con la misma dignidad. Las diferencias de color, religión, capacidades, lugar de nacimiento, lugar de residencia y tantas otras no pueden anteponerse o utilizarse para justificar los privilegios de unos sobre los derechos de todos. Por consiguiente, como comunidad estamos conminados a garantizar que cada persona viva con dignidad y tenga oportunidades adecuadas a su desarrollo integral.” (FT 118)

Techo: Familia y vivienda van de la mano. Pero, además, un techo, para que sea hogar, tiene una dimensión comunitaria, y es el barrio.

El RENABAP nos dice que hay por lo menos 4416 villas o barrios precarios en nuestra patria. El gran desafío es la integración socio urbana. Es uno de los temas de la mesa de diálogo.

“En algunos barrios populares, todavía se vive el espíritu del “vecindario”, donde cada uno siente espontáneamente el deber de acompañar y ayudar al vecino. En estos lugares que conservan esos valores comunitarios, se viven las relaciones de cercanía con notas de gratuidad, solidaridad y reciprocidad, a partir del sentido de un “nosotros” barrial.” (FT 152)

Integración socio-urbana: Este es un concepto que busca proponer la ‘Cultura del Encuentro’, ya que también las villas le aportan y le pueden aportar al todo de la Ciudad. Esto comienza por reconocer al pueblo, que vive en estos barrios, como sujeto colectivo con su cultura, su lenguaje, su modo de razonar, su ritmo, sus símbolos. Esto no es populismo, es sencillamente respetar al otro como otro. En este encuentro, los barrios pobres recibirán mucho, pero debemos reconocer que ellos ya aportan mucho. Por ejemplo en una gran ciudad aportan, junto a otros miles de hombres y mujeres, una fuerza económica insustituible y dignificadora: el trabajo. Sobre todo en la construcción de nuestras casas, la ropa que usamos, las frutas y verduras que consumimos, incluso el cuidado de nuestros enfermos y de nuestros mayores. Y con laboriosidad trabajan con la ilusión de pasar del techo de chapa a la losa para poder cobijar a hijos y nietos.

El RENABAP nos dice que hay por lo menos 4416 villas o barrios precarios en nuestra patria. El gran desafío es la integración socio urbana. Es uno de los temas de la mesa de diálogo.

Trabajo: No existe peor pobreza que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo.

Muchas veces se descalifica al Papa Francisco, se dice que es pobrista, es decir que le gusta que la gente viva en la pobreza. Y para no pensar que hay mala intención en esas afirmaciones, lo que si hay es una falta de lectura del magisterio del Santo Padre. Aquí comparto un texto sobre el trabajo y los pobres: “El gran tema es el trabajo. Lo verdaderamente popular —porque promueve el bien del pueblo— es asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna. Por ello insisto en que «ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo». Por más que cambien los mecanismos de producción, la política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo. Porque «no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo». En una sociedad realmente desarrollada el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo.” (FT 162)

El gran tema es el trabajo donde se favorezcan las capacidades. No existe peor pobreza que la que priva del trabajo. El trabajo es un cauce para el desarrollo del crecimiento personal. ¿Quién no sabe que es necesario producir? El Papa entiende la economía para producir no para especular, y habla de diversidad de la producción. Es así que el ser empresario es tener una noble vocación. Es decir, producir riqueza y mejorar el mundo, promover la economía real. Pequeñas y medianas empresas que se desarrollen y creen trabajo. Francisco repite que «estas capacidades de los empresarios son un don de Dios». Solo se pregunta por el para qué, y sostiene que el talento del empresario «tendría que orientarse claramente al desarrollo de las demás personas y a la superación de la miseria, especialmente a través de la creación de fuentes de trabajo diversificadas». (7)

Una palabra final… Evidentemente las mesas están profundamente entrelazadas.

Tierra-Techo-Trabajo para una Argentina con Desarrollo Humano Integral tiene que ver con: Crear puestos de trabajo. Poblar la Patria con nuevos pueblos jóvenes, posibilitar comunidades rurales organizadas y cinturones hortícolas. Integrar ciudades con acceso al suelo y a la vivienda social. Conectar el Territorio con una red nacional de transporte multimodal. Reactivar la producción con nuevos asentamientos industriales. Cuidar la Casa Común.

Que cada una de las mesas sea una invitación a “asumir la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; y el conocimiento recíproco como método y criterio.”(8)  

Y que en el corazón de cada proyecto estén los más pobres, no sólo como destinatarios, sino como protagonistas. “Ahora, mientras pensamos en una lenta y ardua recuperación de la pandemia, se insinúa justamente este peligro: olvidar al que se quedó atrás. El riesgo es que nos golpee un virus todavía peor, el del egoísmo indiferente, que se transmite al pensar que la vida mejora si me va mejor a mí, que todo irá bien si me va bien a mí. Se parte de esa idea y se sigue hasta llegar a seleccionar a las personas, descartar a los pobres e inmolar en el altar del progreso al que se queda atrás. Pero esta pandemia nos recuerda que no hay diferencias ni fronteras entre los que sufren: todos somos frágiles, iguales y valiosos. Que lo que está pasando nos sacuda por dentro. Es tiempo de eliminar las desigualdades, de reparar la injusticia que mina de raíz la salud de toda la humanidad… Aprovechemos esta prueba como una oportunidad para preparar el mañana de todos, sin descartar a ninguno: de todos. Porque sin una visión de conjunto nadie tendrá futuro.” (9)

Tierra-Techo-Trabajo para una Argentina con Desarrollo Humano Integral tiene que ver con: Crear puestos de trabajo. Poblar la Patria con nuevos pueblos jóvenes, posibilitar comunidades rurales organizadas y cinturones hortícolas.

Gustavo Carrara

Obispo Auxiliar de Buenos Aires. Vicario para la Pastoral de Villas de CABA. 11 de noviembre de 2020. Solemnidad de San Martín de Tours.

(1) Cf. Francisco. Gaudete et Exsultate 44

(2) Cf. Francisco. Discurso en el II Encuentro de los movimientos populares. 9 de julio 2015.

(3) Encuentro con los participantes en el V Congreso de la Iglesia Italiana. Catedral de Santa María de la Flor, Florencia. 10 de noviembre de 2015.

(4) Cf. Francisco. Fratelli Tutti 216-217

(5) Francisco. Laudato Si. 190

(6) Francisco. Evangelii Gaudium. N° 182.

(7) Cf. Mons. Víctor Fernández. El empresario según Francisco. La Nación. 9 de octubre de 2020.

(8) Documento sobre la Fraternidad Humana. Abu Dhabi, 4 de febrero 2019.

(9) Papa Francisco. La vida después de la pandemia. Librería Editrice Vaticana. Pág 52-53

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