UNIDAD DE LAS TRABAJADORAS CONTRA LA DEUDA

Por: Lorena Tapia Garzón

Referentas de los principales sectores gremiales que vienen ganando terreno en la disputa de poder en sus organizaciones, en las calles y en la agenda pública, relatan cómo las políticas del macrismo atravesaron a millones de trabajadoras. Mientras el gobierno negocia con el FMI un acuerdo para refinanciar la deuda de 44 mil millones de dólares contraída por la gestión anterior, este 9 de marzo las mujeres y disidencias vuelven a salir a las calles y advierten: “La deuda es con nosotras y nosotres”.

La deuda no es un número abstracto que discuten un puñado de varones con saco y corbata. La deuda atraviesa a las millones de trabajadoras, se hace carne en sus propias economías, en las brechas salariales, en las ollas populares, en las tareas de cuidado, en las violencias que sufren en sus hogares, en el trabajo asalariado o informal con el que hacen cuentas, con el que no llegan a fin de mes.

 

La Nación Trabajadora consultó a mujeres de distintos sindicatos que vienen ganando espacio en las disputas de poder en sus organizaciones, pero también en la agenda pública, sobre el modo en que la deuda afecta singularmente a las mujeres y disidencias. Natalia Fontana, de Aeronavegantes, Yamile Socolovsky, de Docentes Universitarios; Ana Lemos, de Ladrilleros; Claudia Lázzaro, de Curtidores, Carla Gaudensi, de Prensa, Silvia León, de Estatales, Virginia Bouvet, del Subte; Viviana Benítez, de Gráficos, María Laura Mehring, la única mujer de Aceiteros, y Jackie Flores, de Cartoneros. Pertenecen a distintos agrupamientos sindicales pero trabajan en unidad y están cada vez más sindicalizadas.

 

“Cuando el salario está totalmente devaluado o cuando no hay trabajo, las mujeres a lo largo de toda la historia hemos inventado formas de subsistencia colectiva, ponemos el cuerpo a la carga social de la cual los Estados y los machos se retiran en momentos de crisis: comedores en los patios y cocinas en los barrios, jardines comunitarios, espacios de cuidado”, dice Natalia Fontana, de 43 años, secretaria de Géneros de su sindicato, la Asociación Argentina de Aeronavegantes (AAA). El cargo que ocupa es también una marca de la lucha feminista: fue creado en 2018 a través de una modificación del estatuto. Y repasa el vaciamiento, la flexibilización, los despidos y el cierre de empresas que las políticas del macrismo provocaron en la industria aerocomercial donde ella ingresó como trabajadora en 1997. “Las compañeras de Avianca perdieron sus fuentes laborales luego de un año de la apertura de la empresa; las de Andes siguen sosteniendo una promesa de vínculo laboral con una empresa que les adeuda sueldos desde hace meses y que casi no está volando; las tripulaciones de Flybondi, Jetsmart y Norwegian ven restringidas sus posibilidades de asociación sindical porque las amenazan con despedirles; en Aerolíneas Argentinas y Austral se abandonaron rutas y se devolvieron aviones”.

“Cuando el salario está totalmente devaluado o cuando no hay trabajo, las mujeres a lo largo de toda la historia hemos inventado formas de subsistencia colectiva, ponemos el cuerpo a la carga social de la cual los Estados y los machos se retiran en momentos de crisis” (Natalia Fontana, Aeronavegantes)

Yamile Socolovsky, docente de Filosofía de 52 años y militante desde los 14, sostiene que “las políticas económicas antipopulares del macrismo han generado desempleo, mayor precarización y represión” para toda la clase trabajadora. “Pero esto recae más sobre las mujeres y disidencias, como un emergente de una situación de desigualdad estructural del patriarcado, que nos coloca a nosotras de en un lugar de mayor vulneración de derechos”, dice. Y aclara: “No de vulnerabilidad, porque nos reconocemos luchadoras”.

 

Yamile, quien además se ocupa de la Secretaría de Relaciones Internacionales de CONADU y de la Secretaría de Investigaciones de la CTA de los Trabajadores, también señala que la deuda puede leerse en varios sentidos: desde el endeudamiento material, por el que las compañeras han tenido que afrontar la crisis económica, pero también desde “la deuda histórica” que recae sobre mujeres y diversidades. “Tenemos muy buenas expectativas para poder avanzar en muchos aspectos: los anuncios del Presidente (Alberto Fernández) el 1 de marzo en la apertura de sesiones ordinarias en el Congreso, estaban asumiendo un reclamo histórico del movimiento feminista, como la legalización el aborto y la ratificación del convenio 190 de la OIT. Pero también la decisión del Ministerio de Géneros en trabajar fuerte en relación a las políticas de cuidado”.

“La deuda puede leerse en varios sentidos: desde el endeudamiento material, por el que las compañeras han tenido que afrontar la crisis económica, pero también desde “la deuda histórica” que recae sobre mujeres y diversidades”, explica Yamile Socolovsky, de CONADU.

Claudia Lázzaro tiene 42 años y es la responsable del área de Derechos Humanos y Géneros del Sindicato de Curtidores. Es, también, integrante de Mujeres Sindicalistas de la Corriente Federal y recientemente fue designada como directora de Políticas de Equidad, Formación Laboral y Políticas de Cuidado del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense que encabeza Estela Díaz.

 

“No sólo las pérdidas de puestos trabajo y el retroceso de la producción han hecho que la economía familiar cambie, que haya compañeras caídas del sistema”, dice Lázzaro sobre las curtidoras que representan el 3% de los trabajadores de la actividad. “Hubo también otras medidas que fueron producto de la deuda con el FMI y que quisieron  avanzar directamente sobre nosotras. Por ejemplo, una de sus circulares quiso meterse específicamente sobre nuestros convenios colectivos de trabajo, disfrazada de buscar ‘equidad salarial’. Y lo hicieron a través de un proyecto de ley que presentó Mauricio Macri: fuimos nosotras, las trabajadoras de la Corriente Federal, de las dos CTA y de la Economía Popular quienes lo resistimos. Convencimos diputado por diputado, con la compañera Vanesa Siley (diputada nacional y secretaria General de FeSitraju), de que ese proyecto ajustaba a las mujeres, precarizaba a las mujeres, le sacaba las horas de lactancia y ponía a consideración de la patronal la extensión de las licencias a las mujeres. Abría una puerta a la reducción de las jornadas de trabajo, que implicaba menos salario”. Asegura que las mujeres organizadas son las que le dieron el tinte a un nuevo gobierno “nacional, popular y feminista”: “Me parece que esa irrupción es la que podemos y estamos haciendo las mujeres dentro del sindicalismo, pero también en políticas públicas”.

“Una de las circulares del FMI quiso meterse específicamente sobre nuestros convenios colectivos de trabajo, disfrazada de buscar ‘equidad salarial’. Y lo hicieron a través de un proyecto de ley que presentó Mauricio Macri”, advierte Claudia Lázzaro, del gremio de Curtidores.

Silvia León, que es trabajadora social y empezó su militancia gremial de muy joven en el Hospital Posadas, afirma: “Esto de la deuda no es solamente lo que vemos en los diarios de los millones que nuestro país le debe al FMI”. Porque “las mujeres, las disidencias, niños, jóvenes y ancianos lo vivimos en nuestros cuerpos y carne propia”. Silvia tiene 64 años, es integrante de la conducción de ATE Nacional y Secretaria de Género y diversidad de la CTA Autónoma, y aunque también fue parte de la resistencia durante el menemismo, destaca que fue transformando su militancia y su conciencia feminista a la par de las luchas que dieron las mujeres y disidencias en los últimos años.

 

“Los miles de despidos que hubo durante el macrismo producto del ajuste tuvieron altos porcentajes en los sectores feminizados. Es lo que pasó, por ejemplo, en el mismo Hospital Posadas donde hubo 1600 despidos. Un sector donde la mayoría son mujeres”. Y agrega: “Detrás de la desocupación y la precarización, lo que viene es la violencia: en el trabajo, en las casas, los acosos laborales…”.

“Detrás de la desocupación y la precarización, lo que viene es la violencia: en el trabajo, en las casas, los acosos laborales…”, sostiene Silvia León, de ATE Nacional.

Virginia Bouvet tiene 45 años y es secretaria de Organización de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP) desde 2011. “El gran endeudamiento externo compromete seriamente las posibilidades de crecimiento y redistribución. Y eso lo sentimos particularmente nosotras, porque en situaciones de crisis o ajuste, somos las primeras en perder el empleo o en vernos obligadas a aceptar mayor precarización para mantenerlo”. Y habla de la “imparable” lucha del movimiento feminista. “Primero salimos por los femicidios, pero en seguida empezamos a visibilizar todas las desigualdades que siempre existieron y que dejábamos pasar, como las discusiones en nuestras organizaciones que siempre eran exclusivamente cosa de los hombres”. Y destaca, sobre todo, la fuerza de las trabajadoras organizadas sindicalmente.

“El gran endeudamiento externo compromete seriamente las posibilidades de crecimiento y redistribución. Y eso lo sentimos particularmente nosotras, porque en situaciones de crisis o ajuste, somos las primeras en perder el empleo o en vernos obligadas a aceptar mayor precarización para mantenerlo”. (Virginia Bouvet, Subtes)

La deuda en nuestras espaldas y subjetividades

El primer despido masivo que ejecutó el gobierno de Cambiemos inmediatamente después de contraer la deuda con el FMI fue en la agencia pública de noticias Telam, donde se apuntó contra 357 trabajadores: el 40% de la planta de trabajadores. Del total de las personas despedidas, 139 fueron mujeres, la mayoría jefas de hogar, y el 64% estaban sindicalizadas. Carla Gaudensi es delegada en Telam desde hace 7 años e integrante de la conducción del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA). Hace unos meses se convirtió en la primera secretaria general electa en la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPren). “Tras 119 días de paro y permanencia en los edificios conseguimos la reincorporación a través de la Justicia, en fallos que fueron ratificados por la Cámara del Trabajo. Estuvimos sin tareas, con áreas desmanteladas, resistiendo hasta que cambió el gobierno. Hay compañeros que terminaron enfermos, compañeras que son el sostén de su hogar, madres solas y cuidadoras de niñes y adultes que están endeudadas con la tarjeta de crédito para pagar el alquiler. Incluso tenemos una compañera trans, Ailyn Loponte, que fue una de las despedidas y que hizo su transición en medio del conflicto. Por la caída de las obras sociales también casi se queda sin sus hormonas”. Y cuenta que la organización entre las compañeras creció y se fortaleció en medio de la resistencia.

 

Hace unas semanas, además, Gaudensi se enteró que en el último día de la gestión anterior un funcionario macrista firmó una resolución impugnando la elección en Fatpren que la llevó a ser la primera mujer a la cabeza de la Federación. “Es un una clara represalia a la lucha y resistencia que dimos en los medios públicos y privados en los últimos 4 años, donde unos 4500 trabajadores de prensa perdieron sus puestos de trabajo. Pero también se puede leer como un disciplinamiento a las mujeres, peor aún si sos joven, que asumen lugares de poder”, dice, quien hace unos meses cumplió 37 años.

“Estuvimos sin tareas, con áreas desmanteladas, resistiendo hasta que cambió el gobierno. Hay compañeros que terminaron enfermos, compañeras que son el sostén de su hogar, madres solas y cuidadoras de niñes y adultes que están endeudadas con la tarjeta de crédito para pagar el alquiler”, relata el conflicto de Télam la delagada Carla Gaudensi, también miembro de la conducción de Sipreba.

En el trabajo gráfico, donde Viviana Benítez milita sindicalmente desde los 19 años, es en un 80% masculino. “Las que quedamos no somos tomadas en cuenta por la patronal a la hora de tomar decisiones relativas a lo laboral”, dice. Y por eso decidió ponerse al hombro la tarea gremial a los 18 años, cuando asumió como delegada de base en Taller Avi Grafica & diseños. Un lugar que sigue ocupando además de ser miembro de la Comisión Directiva de la Federación Gráfica Bonaerense, de la Subsecretaría de Mujeres Gráficas y referente de Mujeres Sindicalistas de la Corriente Federal.

 

Cuenta también que las trabajadoras gráficas están ubicadas, en su mayoría, en los puestos de trabajo que más se vieron afectados por las políticas neoliberales del macrismo. “La rama gráfica padeció las medidas de apertura de importaciones de libros. Y somos justamente las mujeres las que estamos en su mayoría en los puestos de encuadernación y control de calidad. Al no poder imprimir, esas mesas extensas de trabajo quedaron vacías”. Y agrega que la mayoría de las compañeras gráficas son jefas de hogar.

“La rama gráfica padeció las medidas de apertura de importaciones de libros. Y somos justamente las mujeres las que estamos en su mayoría en los puestos de encuadernación y control de calidad. Al no poder imprimir, esas mesas extensas de trabajo quedaron vacías”. (Viviana Benítez, Gráficos)

El trabajo de las ladrilleras es, en todos los casos, un trabajo por fuera de convenio: no forman parte de las fábricas de ladrillos, pero que las hay las hay. “Las compañeras no trabajan en las fábricas donde son casi todos varones. Nosotras trabajamos en la ruralidad, en los emprendimientos familiares. Como no somos asalariadas, no sufrimos despidos directos porque no tenemos empleos, pero sí nos afectó particularmente con otros derechos: por ser ladrilleras y ser de la agricultura familiar, accedíamos al monotributo social agropecuario que el gobierno de Cambiemos eliminó. Y nos afectó particularmente porque somos las compañeras las que nos hacemos cargo de los hijos, las que hacemos malabares porque nos quedamos sin obra social y sin aportes. Con la lucha que dimos desde el sindicato logramos incorporar a las ladrilleras con la modificación del estatuto y con la incorporación de los emprendimientos familiares de la economía popular”.

 

La que habla es Ana Lemos, de 36 años, secretaria del Interior del Sindicato de Ladrilleros. “Empezamos a participar como sindicato hace tres años en este espacio de mujeres trabajadoras, en la intersindical. Y creemos que es construcción estratégica para referenciarnos dentro de nuestras organizaciones y para dar muchas peleas de la clase trabajadora en la que las mujeres estamos invisibilizadas pero somos protagonistas”.

“Por ser ladrilleras y ser de la agricultura familiar, accedíamos al monotributo social agropecuario que el gobierno de Cambiemos eliminó. Y nos afectó particularmente porque somos las compañeras las que nos hacemos cargo de los hijos, las que hacemos malabares porque nos quedamos sin obra social y sin aportes”, explica Ana Lemos.

María Laura Mehring tiene 39 años, es la única mujer en la Conducción de la Federación de Aceiteros (FTCIODYARA) y desde 2014 es secretaria General del Sindicato de Aceiteros de Rafaela y Esperanza, Santa Fe. Es que también viene de una actividad en la que casi no hay mujeres y las que hay ocupan aquellos cargos donde los salarios son mucho más bajos: representan el 5% de los 6000 trabajadores de la actividad y son, en su mayoría, personal de limpieza. “Las compañeras gozan de un sueldo mínimo vital y móvil, pero en su mayoría ocupan los puestos de limpieza y tienen dificultad para el acceso a un puesto de producción, administración o mantenimiento”, cuenta Mehring.

 

Y dice que si bien se encuentra en un mundo completamente masculinizado y en un contexto donde los embates del neoliberalismo vienen afectando más a las mujeres y disidencias, la organización y las redes entre compañeras sindicalistas son claves en la lucha y la resistencia. “Hace poco empecé a darme cuenta que no estoy sola, que somos un montón en las organizaciones que estamos luchando por nuestros derechos”.

María Laura Mehring explica que Aceiteros es una actividad en la que casi no hay mujeres, y las que hay, ocupan aquellos cargos donde los salarios son mucho más bajos: representan el 5% de los 6000 trabajadores de la actividad y son, en su mayoría, personal de limpieza.

Jackie Flores llegó a la foto pero de inmediato tuvo que salir corriendo para terminar los trámites de un viaje que la llevó a África para transmitir sus saberes y experiencia como cartonera. Nos quedamos con las palabras con las que arengó minutos antes en el Encuentro de sindicalistas con funcionarias del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad: “Vamos a levantar la Patria y nos vamos a hacer cargo, porque la Patria es con nosotras”.

“Vamos a levantar la Patria y nos vamos a hacer cargo, porque la Patria es con nosotras”. (Jackie Flores, Cartoneros).

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