CAROLINA CARRILLO: CIENCIA, TRABAJO Y GÉNERO

El desarrollo del primer test molecular para la detección del Covid-19 le dio visibilidad mediática, pero Carolina Carrillo asegura que es resultado de un proceso de largo aliento que arrancó con el abordaje de dos viejos conocidos de los argentinos: el Chagas y el Dengue. En las mesadas del laboratorio donde nació en Neokit confluye una trama colectiva que se inicia con el apoyo estatal, pero se teje en los pasillos, en las aulas, y en espacios de discusión en los que la voz y el trabajo de las mujeres en la ciencia se hacen oír cada vez más fuerte. Fotos: Paola Toriano.

El nombre de Carolina Carrillo adquirió resonancia en los medios de comunicación a mediados de mayo de este año cuando desde la Residencia de Olivos el presidente Alberto Fernández anunciaba el primer test molecular de detección de COVID 19 realizado por un equipo de científicos en tiempo record. En 45 días el equipo conformado por Carolina Carrillo y Adrián Vojnov, junto a Santiago Werbajh, Fabiana Stolowicz y Luciana Larocca, logró readaptar para COVID 19, la técnica de Amplificación Molecular Isotérmica con la que venían trabajando desde 2011 para detectar entre otros patógenos el Chagas.

“No fue magia”, enfatiza Carolina durante la entrevista por zoom, en la que nos conocimos y conversamos por más de una hora un sábado a las siete de la tarde. Desde que se declaró la cuarentena hace más de 90 días, los fines de semana de Carolina son casi inexistentes. El ritmo de trabajo para el equipo de tres científicas y dos científicos que conforman el grupo de Investigación más Desarrollo, actualmente localizado en el Instituto de Ciencias y Tecnología Dr. C. Milstein-CONICET, se intensificó desde que se declaró la pandemia por Covid 19. Las jornadas que antes eran de 8 horas se extendieron a 12 y hasta 14 diarias. Así, trabajar contra reloj en cuarentena supuso para una de las científicas del equipo tener que hacerlo desde su casa, trocando pipetas por archivos y formularios, ya que como madre a cargo de una niña pequeña no tenía cómo delegar el cuidado.

El escenario de urgencia y excepcionalidad que nos impuso el Covid 19, también atravesó la dinámica de este equipo, obligándolo a repensar formas y métodos de trabajo, para avanzar en un resultado concreto, exitosamente. La rapidez con la cual adaptaron el trabajo cotidiano a este nuevo ritmo y la posibilidad de ponerse a reformular los resultados alcanzados en la técnica de Amplificación Molecular Isotérmica, solo fue posible por la preexistencia de un trabajo de investigación continuo de nueve años, sostenido por la inversión y acompañamiento del Estado. La política científica, el acompañamiento del Estado y la inversión en I+D fueron claves para el éxito del Neokit Covid 19.

“El Estado estuvo absolutamente presente. Cuando se declaró la emergencia el Ministerio de Ciencia y Tecnología convocó a los cuatro equipos que estábamos trabajando en el desarrollo de productos asociados al dengue, quienes estábamos desarrollando kits y teníamos experiencia en eso. Y en simultáneo abrió una convocatoria en la que se subvencionaron 80 proyectos sobre Covid 19. Entonces, en todo eso, el Estado estuvo muy presente porque además de que nos convocaron nos dieron fondos para comprar insumos, nos facilitaron la compra de insumos, los trámites de compra de esos insumos, todo eso fue facilitado por el Estado. Además, es destacable la coordinación entre ministerios, la participación del Ministerio de Salud era esencial para llegar a las muestras del Malbrán para las validaciones clínicas en tiempo récord”, explica Carolina Carrillo.

La política científica, el acompañamiento del Estado y la inversión en I+D fueron claves para el éxito del Neokit Covid 19.

Soberanía y política científica

El proceso de investigación y desarrollo que desemboca en la elaboración del Neokit en tiempo “récord” adquiere en el testimonio de Carolina una dimensión central y muchas veces soslayada. En el relato detallado que realiza de estos largos nueve años de investigación, queda claro que el desarrollo no se inicia solamente en el laboratorio sino en la decisión política de un Estado de invertir en ciencia y técnica (aun durante los cuatro años críticos en donde esa decisión quedó desfigurada). Los resultados promisorios que diversos equipos del sistema de ciencia y técnica tuvieron frente a la emergencia causada por el Covid 19, ponen de manifiesto, por un lado, la obstinación de las y los trabajadores de la ciencia a la que Carolina referirá hacia el final de nuestra charla como una característica de su trabajo. Por el otro, la existencia de un sistema científico que puede responder de manera rápida y eficiente a las necesidades de la sociedad a la que pertenece. Se trata de soberanía científica, destaca Carolina, ni más ni menos.

“Para mí es un caso ejemplar en donde hubo grupos de cientistas que pudieron responder rápido porque tenían un Estado presente, un Ministerio de Salud, un Ministerio de Ciencia y Técnica haciendo un trabajo coordinado, que pudieron ponerse al servicio del bien común.  Ojalá se pudiera trabajar siempre así, priorizando lo importante”, destaca. El apoyo del Estado en sus distintas etapas fue central, pero también el trabajo colectivo, del equipo que conformó en el 2011 y del consorcio público privado que se originó en aquella convocatoria de Empresas de Base Tecnológica, una articulación pre existente al Covid 19. Esta experiencia previa, no solo en el desarrollo científico concreto, sino en la elaboración de producto a partir de ella, en este caso de kits para la detección de patógenos como el chagas, el dengue, la sífilis, entre otros, es resaltado por Carolina como un elemento ineludible en la carrera por el test rápido.

Cuando se desata la pandemia el equipo de Carolina se lanza a readecuar los kits de detección de estos otros patógenos: “Toda esa experiencia de hacer la amplificación molecular isotérmica, adaptar la reacción, la muestra y la lectura fue lo que nos sirvió para poder aplicar el test rápidamente. Y en particular, ese paso adicional de copiar el ARN a un ADN para después amplificarlo, fue algo que también habíamos logrado hacer a partir de la investigación sobre dengue. Para obtener un kit sencillo, sensible, específico y rápido”. Un proceso de trabajo no de 45 días sino de 9 intensos años.

La preparación de Carrillo comenzó en la Universidad Nacional de Mar del Plata, siguió en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, en donde hoy se desempeña como docente, y finalmente en el CONICET como investigadora. Su trayectoria articula diferentes instancias del sistema público nacional de educación, ciencia y tecnología mostrando de qué manera alcanzar determinados resultados tiene que ver con un trabajo de largo aliento, en diferentes planos.

El test actualmente se encuentra en la etapa de producción industrial en la que también participa un laboratorio privado. Visibilizar las cooperaciones y articulaciones permite desmitificar además el aislamiento que suele atribuirse al trabajo en la ciencia.

El apoyo del Estado en sus distintas etapas fue central, pero también el trabajo colectivo, del equipo que conformó en el 2011 y del consorcio público privado que se originó en aquella convocatoria de Empresas de Base Tecnológica, una articulación pre existente al Covid 19.

Dengue y Chagas en el origen

Carolina remite en muchos momentos de la charla a las investigaciones sobre el Chagas. La elección de ese campo de estudios se arraiga en la firme convicción de aportar a través de la ciencia a un campo de relevancia social. Detectar el Chagas en bebés recién nacidos fue el primer motor de todo este recorrido que converge hoy en el Neokit. Una enfermedad relegada, atravesada por la mala información. Con mala prensa podríamos decir. Pero que afecta a una gran parte de la población de manera silenciosa. Desde hace años Carolina Carrillo junto a científicas/os, maestros/as, fotógrafos/as, diseñadores/as, conforman el grupo ¿De qué hablamos cuando hablamos de Chagas? que se propone pensar estrategias de comunicación para el Chagas, problemática socioambiental llena de prejuicios y discriminaciones.

Como señala en su página el grupo, el Chagas es una problemática de salud socio-ambiental, en la cual convergen e interactúan componentes de diferente naturaleza. En la Argentina, el 4% de la población tiene Chagas. Se trata de una enfermedad que hace tiempo dejó de ser sólo rural y que ya no está confinada a Latinoamérica, de hecho, dos tercios de las personas con Chagas viven en ciudades. El Chagas se encuentra a donde hay personas con Chagas, explica Carolina. Pero tan sólo el 10% de las personas que tienen la enfermedad conocen su condición y tan sólo el 1% accede al tratamiento. El Chagas “viaja”, como el Covid 19, así fue adquiriendo un nuevo perfil de distribución, urbano y global, ya no sólo rural y latinoamericano, poniendo de manifiesto la necesidad de “un abordaje verdaderamente integral e inclusivo”, lo cual refleja que el estudio y la investigación de estos patógenos no puede aislarse de las dinámicas poblacionales y los contextos locales, regionales y mundiales.

Tanto el Chagas como el Dengue son enfermedades que para ser abordadas necesitan de una mirada global que permita vincular la dimensión biomédica, es decir los “aspectos relacionados con el parásito que causa la enfermedad de Chagas (también llamada “Tripanosomiasis americana”), el insecto que lo transmite (la «vinchuca»), las diferentes vías de transmisión y los aspectos médicos, incluyendo, las manifestaciones clínicas de la enfermedad, el diagnóstico y el tratamiento”, señala el blog del grupo. Pero también, y fundamentalmente, atendiendo a las condiciones socio-ambientales, económicas y políticas de la enfermedad. Esa mirada que está presente en la investigación que el equipo de Carolina viene desarrollando en relación al Chagas, al Dengue y otros patógenos, se pone de manifiesto también en el abordaje del Covid 19.

Detectar el Chagas en bebés recién nacidos fue el primer motor de todo este recorrido que converge hoy en el Neokit. Una enfermedad relegada, atravesada por la mala información.

Ciencia y género, una combinación necesaria

La carrera científica de Carrillo no estuvo exenta de una serie de dificultades que acompañan las trayectorias de muchas mujeres en las ciencias, así como en otros ámbitos laborales. Los micromachismos y las decisiones arbitrarias adquirieron significado político después de asistir en 2004 a un programa en formación en género y ciencia, de la Cátedra Regional Unesco. A partir de allí nos cuenta, pudo identificar ciertos «malestares» como lo que efectivamente eran: manifestaciones de las desigualdades de género. Para Carolina hubo un antes y un después de su encuentro con el feminismo y la perspectiva de género. La articulación de su trayectoria laboral con la maternidad también fue resignificada desde estos lentes. Si hay una decisión que es percibida como “privadísima” es el deseo o no de maternar en el caso de las mujeres y cuerpos gestantes. Pero a la vez ese deseo es indisociable de la posibilidad de proyectar una carrera laboral, porque ser madre supone un paréntesis en lo que estemos desarrollando, en la actividad que sea. Así, esa decisión que nace en el ámbito privado también es política por sus consecuencias y significaciones en nuestras carreras. La carrera científica no es una excepción, la maternidad en las carreras científicas de las mujeres puede adivinarse en las interrupciones que se observan en la sucesión de publicaciones y asistencias a congresos en los curriculums, producción académica que es evaluada en las diferentes instancias de promoción. Aun cuando se otorgan licencias por maternidad, remontar embarazos y puerperios implica muchas veces un largo tiempo sin poder hacer trabajo de campo, ni sentarse a hilvanar una idea que pueda convertirse en un artículo. Las exigencias y parámetros que rigen la carrera académica, obligan a “compaginar maternidad, y producción académica para poder avanzar en la carrera de investigadoras», lo cual queda relegado a una solución individual, pero sin trastocar los fundamentos patriarcales en los que se sostiene gran parte del diseño de nuestro sistema científico.

El sistema científico también muestra sus rasgos patriarcales en su configuración: “las mujeres somos un montón al principio, y hacia arriba encontrás una amplia mayoría de varones”, describe Carolina. “Toda la estructura esta masculinizada, y es tan sutil que no aparece como algo cuestionable por muchas de nosotras”. Y finalmente se pregunta, y nos preguntamos: «¿Todas y todos tenemos las mismas posibilidades?”.

Las exigencias y parámetros que rigen la carrera académica, obligan a “compaginar maternidad, y producción académica para poder avanzar en la carrera de investigadoras», lo cual queda relegado a una solución individual, pero sin trastocar los fundamentos patriarcales en los que se sostiene gran parte del diseño de nuestro sistema científico.

Para sumar su aporte en esa deconstrucción, que nos debemos todes, la divulgación y comunicación de la ciencia ocupan un lugar central en su carrera científica. La actividad de “laboratorio” se trenza con una tarea militante y política por la visibilidad de las mujeres en la ciencia, a través de su participación en diferentes actividades y espacios. En definitiva, nos dice, se trata de dar la pelea por el “lugar de visibilidad para las mujeres en la ciencia”, y no podemos estar más de acuerdo con esta afirmación.

Si la excusa de esta entrevista fue indagar acerca de las condiciones de producción del Neokit Covid 19 y su impresionante récord de elaboración, a lo largo del encuentro con Carolina descubrimos algunos otros elementos centrales que hicieron posible ese resultado. Por un lado, el trabajo colectivo no solo del grupo de cientistas sino de las diferentes dependencias del Estado, es decir la existencia de una política científica. Pero también una trama de insistencias frente a las desigualdades de género que atraviesan carreras, determinan horizontes, talan sueños e interrumpen trayectorias. El desarrollo que permitió la elaboración del Neokit debe leerse como parte de un proceso de largo aliento, en el cuál la obstinación como dice Carolina, no solo signa los ensayos en las mesadas del laboratorio, sino principalmente impulsa una trama colectiva que se teje en los pasillos, en las aulas, en espacios de discusión en los que la voz de las mujeres en la ciencia y su trabajo se hace oír, cada vez más fuerte.* Investigadora Conicet-UNGS

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