HACIA UNA CGT INMENSA

Por: Paula Abal Medina

Actualmente hay en la Argentina alrededor de 17 millones de trabajadores ocupados. El 42.7% son mujeres. Unos 8.3 millones son asalariados registrados y cerca de 4.3 millones, asalariados no registrados. Dentro de los ocupados hay trabajadores del sector privado y público, asalariados no registrados, monotributistas, otras categorías de autónomos, trabajadores independientes no registrados, trabajadores de programas estatales, cooperativistas de la economía popular.

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1.

Actualmente hay en la Argentina alrededor de 17 millones de trabajadores ocupados. El 42.7% son mujeres. Unos 8.3 millones son asalariados registrados y cerca de 4.3 millones, asalariados no registrados. Dentro de los ocupados hay trabajadores del sector privado y público, asalariados no registrados, monotributistas, otras categorías de autónomos, trabajadores independientes no registrados, trabajadores de programas estatales, cooperativistas de la economía popular.

La heterogeneidad de situaciones de trabajo es un rasgo saliente, aunque la condición común es inapelable: son quienes necesitan vivir del laburo propio, tengan empleador, patrón oculto o sean trabajadores sin patrón. Si sumamos a los desocupados y ‘desalentados’, la cantidad de trabajadores supera los 19 millones.

Estimaciones recientes establecen que unos 6 millones están representados por sindicatos adheridos a la CGT. Este número es una aproximación basada en las estructuras sindicales más grandes que son las que intervienen con congresales y afiliación efectiva directa. Actualmente existen algo más de 1500 sindicatos con personería gremial. Sin embargo, sólo unos 200 gremios están confederados y poco más de 100 participa de la vida colectiva de la central. Las tasas de afiliación sindical rondan entre el 37 y el 40%[i]. De acuerdo a una encuesta, realizada en 2005 por el Ministerio de Trabajo, en el 86% de las empresas no hay ninguna instancia de representación directa de los trabajadores. Asimismo, algunas investigaciones han mostrado que desde hace varias décadas las reformas de estatutos y convenios de muchos sindicatos han tendido a licuar el poder efectivo de los delegados en la vida de sus organizaciones. Quedando reducidos a la función de gestores de servicios al afiliado en los lugares de trabajo, y radialmente subordinados a secretarios generales o a algún otro integrante de las comisiones directivas.

 

2.

Durante los dos primeros gobiernos peronistas (1946-1955), la CGT se transformó en un actor determinante de la vida nacional. En 1954, la Argentina tenía alrededor de 6.6 millones de trabajadores. Una fuerza de trabajo mucho más homogénea que la actual, organizada en torno a la figura del asalariado registrado, abarcado por convenios colectivos. La poderosa confederación representaba al menos 5 millones de esos trabajadores. La afiliación sindical se disparó entre 1945 y 1954: pasando de 400.000 afiliados a cerca de 2.5 millones. Las crónicas históricas permiten imaginar que desde su expropiación e inauguración en 1950, el edificio de Azopardo 802 se convirtió en un hervidero al igual que la vida de muchas regionales. Si bien no existen registros que permitan conocer los niveles de organización gremial en las empresas, es razonable inferir que las figuras de los delegados se diseminaron vertiginosamente por el tejido productivo. Y activaron tensiones internas puestas de manifiesto en las declaraciones de Gelbard, quien en la apertura del Congreso de la Productividad y el Bienestar Social, dijo: “es intolerable que un delegado toque el silbato y pare la fábrica”. Si bien la acción sindical en las empresas estuvo sub-legislada, a partir de la sanción de la Ley 14.250 de convenios colectivos en 1953, se introdujo en convenios y estatutos. La asamblea o congreso de delegados, pasó a ser reconocida como un órgano directivo de la vida de los sindicatos, destacándose su representatividad ya que eran elegidos por el conjunto de trabajadores de las empresas: afiliados y no afiliados al sindicato. Como lo registra Alvaro Abós: “la figura del delegado se había generalizado, tanto en las grandes concentraciones fabriles como en todas las dependencias estatales, incluso en el sector comercial y de servicios, en miles de pequeños establecimientos era frecuente que un solo delegado ostentase la representación sindical de un puñado de trabajadores”[ii].

3.

A fines de 2010 se creó en la Argentina la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). La formación de este otro movimiento obrero, no nació por generación espontánea, acumula varias décadas y un extenso despliegue de conflictividades: el territorio reconfigurado por el plato de comida, los cortes de ruta desde Cutral Có, Plaza Huincul, Tartagal y Mosconi, la consolidación de las organizaciones populares disputando planes, la constitución de un movimiento piquetero con epicentro en el conurbano bonaerense, la recuperación de fábricas, la organización en cooperativas…

Hace unos años escuché un intercambio entre dos mujeres en una jornada militante: “¿vos estabas en ese desalojo?”. La mujer asintió y una pena descomunal se agregó a la escena: “estaba sola, con mis hijos”. Sin saberlo habían estado juntas, para siempre, un día en el cual la violencia estatal se descargó sobre ellas con una saña mayor a la habitual. Sin embargo, la injusticia no se naturaliza más.

Recientemente se votó en la Cámara de Diputados un proyecto de “Integración Urbana”. Tiene un significado insondable para millones: de convertirse en ley se suspenderán los desalojos por cuatro años. Además el estado nacional se compromete a expropiar las tierras que fueron censadas en cientos de asentamientos del país para instrumentar su devolución a las familias que las habitan. En una de las movilizaciones para exigir la sanción de esta ley fue fotografiado un adolescente de 13 ó 14 años que llevaba una cartulina escrita a mano: “Ni chapas ni cartón, ladrillo y hormigón”.

Estimaciones estadísticas realizadas en 2014 permitieron dimensionar la población potencialmente representable por el sindicalismo de la economía popular: 5.204.262 de trabajadores[iii].

Los trabajadores de la economía popular producen un valor sub-remunerado o directamente ninguneado. El mecanismo puede ser más tortuoso con la aparente desaparición del patrón y su sustitución por “proveedor de insumos y herramientas”, “comprador de bienes y servicios” a precios de estafa. Otras veces es un pagadios empresario, como con los envases plásticos. Las grandes empresas los lanzan al mercado y se desentienden del costo ambiental. Quienes tuvieron que “inventarse el trabajo” son los que realizan el reciclado que nadie quiere pagar.  Por eso la CTEP ha propuesto una Ley de Envases, largamente cajoneada. También está el pagadios estatal que financia con montos de mercado servicios para barrios acaudalados y paga a precios-miseria en los barrios empobrecidos.

Miles de experiencias organizativas de trabajo y producción en el campo y en las ciudades, trabajadores y delegados de la economía popular distribuidos por toda la Argentina, construyen un amarre de tanta fortaleza que el neoliberalismo ya no podrá “descartarlos”.4.

Tras una etapa larga de carriles paralelos entre estas distintas formas organizativas asistimos a un proceso de articulación entre el sindicalismo de la economía popular y sectores del movimiento obrero organizado.

El punto de inflexión se produjo a raíz de una movilización gigantesca que realizaron los trabajadores de la economía popular el 7 de agosto de 2016, Día de San Cayetano. Fecha del descubrimiento del otro movimiento obrero por parte de un sector de la dirigencia cegetista. El efecto fue tal que plasmó una escena impensable: una jornada en Azopardo 802, la casa propia que los trabajadores de la economía popular no habían tenido oportunidad de conocer. A continuación, el 18 de noviembre de 2016, bajo la consigna “Unidos por la Justicia Social”, la CGT convocó a una movilización junto con la tríada de la economía popular (CTEP, CCC y Barrios de Pie) para exigir la aprobación de la Ley de Emergencia Social y la creación del Salario Social Complementario.

Estas iniciativas son impulsadas por una religiosidad católica desde arriba y desde abajo: por funcionarios del Vaticano y por curas de las barriadas. He presenciado algunas misas en territorios del conurbano cargadas de cuestionamientos a la desigualdad social en las cuales se asume una interlocución con las organizaciones populares. Misas en las cuales se recuperan experiencias colectivas y se fortalece la fe en la lucha. Con esta orientación Juan Carlos Schmid presentó una obra de teatro sobre Carlos Mugica en el Barrio La Carcova de José León Suárez, en una empresa recuperada en La Matanza y en la Parroquia Virgen de los Milagros de Cacupé de la Villa 21-24 en Ciudad de Buenos Aires. Tras cada presentación se abrió un intenso debate con los vecinos. La experiencia de teatro itinerante inspiró la realización del documental “Un compromiso con el pueblo” que, además de fragmentos de las teatralizaciones, contiene testimonios centrales de Schmid y del Secretario General de la CTEP, Esteban Castro. El documental se presentó a sala llena en la CGT y en la sede central de la CTEP, en Constitución. Desde entonces se proyecta en numerosas regionales del país con la presencia de estos dirigentes obstinados en reeditar la politización de la vida sindical y en impulsar un sustrato de elaboración popular que habilite el pasaje del Movimiento Obrero Organizado a un Movimiento de Trabajadores, para decirlo con las palabras de Schmid.  La Juventud Sindical acompaña esta idea y las iniciativas de unificación.

Sin embargo, la intervención católica en este entramado produce tensiones con peligro de volverse improductivas: si predomina la identidad de ‘pobres’ (en detrimento de la de trabajadores); y si se busca obstruir la fuerza que el movimiento feminista le imprime al momento histórico que vivimos. La llamativa escasez de pañuelos en muchas de las columnas de la movilización del último 7 de agosto, nos advierte sobre este riesgo porque contrasta con otras marchas muy recientes en las cuales muchísimas mujeres de los movimientos llevaban colgados los trapos verdes en el cuello, en los carritos de bebés, o en sus mochilas.

Otro de los testimonios destacados en el documental referido es el de Luis Cáceres, Secretario General de Ladrilleros, sindicato confederado en la CGT. Es que la UOLRA se constituye en una clave para la reinvención sindical porque, tras la modificación de su estatuto a principios de 2016, ejerce la representación de los trabajadores de fábricas, los informales y los de la economía popular. Cada uno de estos colectivos de trabajadores requiere un dispositivo de acción sindical diferenciado, que obliga a combinar altas dosis de imaginación con voluntarismo militante. Si el repertorio fabril está más ensayado, el desafío es moverse en el terreno minado de la economía informal para lograr su conversión en una economía política popular:  la inscripción de los trabajadores en el monotributo social, la conformación de cooperativas entre trabajadores de los pequeños hornos, la organización para la obtención de tierras, la construcción de galpones donde acumular la producción conjunta, el acuerdo entre los distintos hornos de una zona para no vender ladrillos por debajo de cierto precio, la compra en conjunto de los insumos, la fabricación de instrumentos de trabajo (como la cooperativa Fátima de Santa Elena), la elaboración de proyectos productivos para financiar las iniciativas a través de programas vigentes en reparticiones municipales, provinciales y nacional, asegurar el compre estatal de la producción de ladrillos para abastecer programas de vivienda. La creación de Parques Ladrilleros de la economía popular (como el creado en San Juan), el acceso al salario social complementario y la creación de una Diplomaturas de  la Economía Popular con la Universidad Nacional de Córdoba. Actualmente el sindicato tiene presencia efectiva en alrededor de 9.000 hornos y un registro de 32.000 trabajadores.[i]

Junto a los ladrilleros, otros sindicatos han logrado ampliar su representación y limitar la desigualdad entre trabajadores asumiendo acciones de des-tercerización laboral o conquistando institucionalidades fundamentales como la Paritaria Docente Nacional, hoy eliminada por decreto de Mauricio Macri que fijó unilateralmente los aumentos salariales a maestras y maestros.

Finalmente es central destacar que en los últimos dos años fueron normalizadas muchas delegaciones regionales de la CGT. En la mayoría se crearon Secretarías de la Economía Popular (SEP) y se nombraron Delegados Fraternales (DF). En las SEP fueron designados representantes del sindicato de trabajadores ladrilleros (UOLRA) mientras que los DF provienen de la CTEP. Las regionales han sido históricamente instancias que han impulsado la fuerza de transformación del movimiento obrero. La dimensión territorial crea más fácilmente un suelo de unificación y permite trascender los intereses de cada estructura sindical. Incluso porque logran construir una articulación regular con otros sujetos organizados como el estudiantado secundario y universitario.

Como corolario, la CTEP solicitó formalmente, el pasado 5 de junio, al Consejo Directivo de la CGT su afiliación a la confederación como Sindicato de Trabajadores de la Economía Popular. La nota fue firmada por Esteban Castro y Juan Grabois. Aún no ha tenido respuesta.

5.

El punto de vista feminista se va colando también en espacios monopolizados rotundamente por los varones: las conducciones de las organizaciones a las que venimos aludiendo.

Con excepción de Susana Rueda, única mujer que integró en calidad de triunvira la CGT, ninguna otra compañera llegó a conducir una central sindical y menos del 5% llega a conducir un sindicato. En la CGT Graciela Aranda es la única Secretaria General de una Regional, de Chaco.[ii]

Con el avance del feminismo durante los últimos dos años, se escuchan estos argumentos: “es que no hay demasiados cuadros mujeres, tampoco inventar”, “ponés muchas mujeres y al tiempito está todo partido porque se pelearon entre sí”. O sugieren lugares “típicos de mujeres”: una secretaría de la mujer, o de la niñez y la adolescencia, la organización de comedores y merenderos. Cuando así y todo una mujer llega a un cargo de conducción, puede sufrir el vacío de recursos y el retaceo de agenda (no son invitadas a reuniones decisivas o mesas de negociación). En el último tiempo los dirigentes invitan mujeres con fórmulas de este tipo: “viste que tenemos que tener mujeres, si no te liquidan hoy”. Entonces una organización tiene que tener edificios, obras sociales… y ahora también mujeres.

El Movimiento Ni una menos funciona como una caja de resonancia y el debate feminista se está instalando adentro de las estructuras sindicales. Este año se constituyó el Bloque Gremial Feminista, el 7 de marzo, reuniendo compañeras de todas las grandes organizaciones populares y de todas las centrales sindicales. Juntas convocaron al Paro Internacional de Mujeres del 8M.

Desde afuera, el sindicalismo usa el envión de movilización extraordinaria del feminismo para ponerse en movimiento y definir medidas de fuerza. Es una fuente de alimentación externa que, sin embargo y al igual que la economía popular, podría además constituirlo desde adentro a través de las miles de referentes trabajadoras, mujeres, que organizan fábricas, empresas y territorios.

6.

Más de 1500 sindicatos con personería gremial, la posibilidad de expandir la organización sindical en los múltiples lugares de trabajo existentes, el reconocimiento de las delegaciones regionales como órgano con prerrogativas en la instancia nacional, la incorporación de organizaciones de trabajadorxs que expresan las ‘otras’ realidades del trabajo, el punto de vista feminista en las conducciones sindicales. Un sindicalismo vivo como herramienta para la realización de un nuevo sentido de felicidad laburante.

Una CGT para lxs 17 millones de ocupadxs y alrededor de 2 millones de trabajadorxs desocupadxs y desalentadxs.

En definitiva la reconstrucción de una CGT INMENSA capaz de expresar la composición heterogénea y la extraordinaria fuerza organizativa del pueblo trabajador.


[i] El porcentaje corresponde al sector privado no primario en establecimientos de 10 y más ocupados. Ver Senén González, Cecilia; Trajtemberg, David y Medwid, Bárbara: «Tendencias actuales de la afiliación sindical en Argentina: evidencias de una encuesta a empresas» Relations industrielles / Industrial Relations, vol. 65, n° 1, 2010, p. 30-51.

[ii] Abós, Alvaro (1986): La columna vertebral. Hyspamerica. Buenos Aires.

[iii] Ver Juan Martín Bustos y Mariela Molina (2014): Economía Social Descripción y caracterización del sector y principales hallazgos de la investigación cualitativa. Disponible en  http://www.trabajo.gob.ar/downloads/estadisticas/talleres/Presantacion_Molina.pdf

[iv] En la nota de investigación La Reinvención Sindical hemos desarrollado esta experiencia Disponible en http://lanaciontrabajadora.com.ar/la-reinvencion-sindical/

[v] La problemática es abordada por Tania Rodríguez en este mismo portal http://lanaciontrabajadora.com.ar/el-feminismo-esta-imparable-la-hora-de-los-sindicatos/

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