RECUPERAR LA POLÍTICA EN CLAVE FEMENINA

Por: Tania Rodriguez

Una reseña de La guerra contra las mujeres de Rita Laura Segato que convoca a repensar la crueldad de los crímenes sobre los cuerpos femeninos en momentos en que los casos de violación y los femicidios registrados en la Argentina exponen de manera contundente el carácter público y social de la violencia sexual. Por Tania Rodriguez*.

Rita Segato es doctora en Antropología e investigadora. Nacida en Argentina radicada en Brasil, año a año recorre países de América Latina a partir de su trabajo sobre asesinatos de mujeres en México, El Salvador, Guatemala, entre otros. Sus principales interrogantes se asientan en el cruce entre género, raza y derechos desde una perspectiva decolonial. En «La guerra contra las mujeres» (2016) afirma que la violencia de género no es una cuestión de géneros sino un síntoma de una sociedad que produce universos bélicos como mecánica reproductiva.

 

A través de una prosa que incomoda y que enlaza campos temáticos, la propuesta convoca a repensar la violencia sexual y la crueldad de los crímenes sobre los cuerpos femeninos en la centralidad del proyecto histórico del capital, sustentado en la rapiña, el daño y el control de la vida. La alternativa, propone, es recuperar la política en clave femenina, tejer vincularidad y humanizarla en clave doméstica.

 

 

Pedagogía de la crueldad 

 

En su paso por el Foro CLACSO 2018 en Buenos Aires, Rita Segato afirmó que hay dos procesos que en la etapa actual conspiran contra la posibilidad de efectivas democracias en América Latina. Por un lado, el crimen organizado, que constituye la esfera paraestatal del control de la vida; por el otro, los fundamentalismos cristianos, que promueven la obsesión del control de los cuerpos. La primera de estas estrategias de poder, la de los dueños de la vida y de la muerte es estudiada de manera detallada en «La guerra contra las mujeres».

Segato afirma que la cuestión de género debe ser resituada «del borde al centro». Lejos de ser residual, marginal y minoritaria, es la piedra angular y eje de gravedad del edificio de todos los poderes.

 

 

Allí, Segato realiza una etnografía del poder en un recorrido por las formas y expresiones de la violencia de género para comprender las transformaciones en la estructura de las relaciones de género.La propuesta teórico-política del texto denuncia el retorno conservador del discurso moral en la fase apocalíptica del capital – como define la antropóloga al capitalismo en este tiempo histórico – y afirma que la cuestión de género debe ser resituada «del borde al centro». Lejos de ser residual, marginal y minoritaria, es la piedra angular y eje de gravedad del edificio de todos los poderes (p.16).

 

El orden bélico mafioso sobre el que se sostiene el crimen organizado despliega su “dueñidad”, su señorío, sobre y contra los cuerpos-territorios de las mujeres en guerras no convencionales, caracterizadas por la informalidad y la paraestatalidad del control de la vida. La paraestatalidad, esto es, la esfera en la que instituciones, corporaciones y grupos organizados realizan sus propósitos de manera autónoma respecto de los órganos centralizados que componen un Estado de derecho; se expande no sólo de forma material en los cuerpos que domina y comercia sino en el mantenimiento de los pactos de poder sobre los que se sostienen todos los poderes (económico, político, intelectual, artístico, etc.).

 

La pedagogía patriarcal apela a la violencia sexual llevada al extremo, a los femigenocidios, para comunicar, para enviar un mensaje amenazante a toda la colectividad. Las repúblicas latinoamericanas, por su defecto fundacional – el acto violento de anexión/inseminación territorial y la violencia permanente requerida para producir ley- han sido extremadamente vulnerables a la expansión de la esfera paraestatal.Segato sostiene que estamos ante una fase apocalíptica del capital caracterizada por modalidades extremas de explotación, esclavización, rapiña y desarraigo sobre las que sedimenta la acumulación. El proyecto histórico del capital, el proyecto de las cosas, de la materialidad, se manifiesta con menos ficción que en otras etapas en las que ofrecía institucionalidad estable para contener la vida social.

Allí donde la empatía humana se reduce, donde las personas consiguen tolerar y convivir con la crueldad cotidiana, allí donde la supresión del otro es asimilada a la mecánica sistémica; el capital se consagra.

Allí donde la empatía humana se reduce, donde las personas consiguen tolerar y convivir con la crueldad cotidiana, allí donde la supresión del otro es asimilada a la mecánica sistémica; el capital se consagra.

 

“¿Y qué más emblemático del lugar de sometimiento que el cuerpo de la mujer mestiza, de la mujer pobre, de la hija y hermana de los otros que son pobres y mestizos?» – se pregunta la autora. “¿Dónde podría significarse mejor la otredad producida justamente para ser vencida? ¿Qué trofeo serviría mejor de emblema a la prebenda de óptimos negocios más allá de cualquier regla o restricción?” (p. 51).

 

 

Política de señores

 

El libro se compone de seis ensayos y un séptimo apartado con una entrevista a la autora. En el primer capítulo, «La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Territorio, soberanía y crímenes de Segundo Estado», Segato presenta la tesis que sostiene que las violaciones acontecen en sociedad, en un nicho de comunicación que puede ser penetrado y entendido. A partir de la comprensión de los crímenes de Ciudad Juárez como actos comunicativos que inciden y refuerzan estructuras de virilidad, la autora afirma que deben considerarse como crímenes públicos. De territorio anexado a campo de batalla, el cuerpo de las mujeres es tratado con crueldad y letalidad en contextos de impersonalidad, en los cuales el agresor integra colectivos organizados. Estas formas de la violencia son analizadas en el segundo ensayo: «Las nuevas formas de guerra y el cuerpo de las mujeres». La violencia sexual es ejercida, explica la autora, por medios sexuales con finalidad del orden del poder. La libido es orientada al poder y a un mandato entre pares que se refrenda a través del crimen femicida y así, el poder se expresa, se exhibe y se consolida estructuralmente por medio de este tipo de violencia.

 

La violencia sexual es ejercida, explica la autora, por medios sexuales con finalidad del orden del poder. La libido es orientada al poder y a un mandato entre pares que se refrenda a través del crimen femicida.

 

El mandato de masculinidad que se exhibe espectacularizado, produce y reproduce «dueñidad», es decir, dueños de territorios en los que los cuerpos que los habitan son damnificados. El sujeto que exhibe la violencia es producto y reproduce estas construcciones cristalizadas en lenguajes que circulan por espacios políticos, mediáticos y económicos, como se ha podido visibilizar a partir de los casos de violación denunciados recientemente en Argentina que expusieron de manera contundente el carácter público y social de la violencia sexual.

 

Mediante una genealogía del poder, Segato devela en su trabajo el proceso de metamorfosis en las relaciones de género y de acumulación del capital a partir de la colonial-modernidad. En el tercer ensayo titulado «Patriarcado: del borde al centro. Disciplinamiento, territorialidad y crueldad en la fase apocalíptica del capital», aborda la institucionalización de la esfera pública colonial – moderna (separación de lo público y privado) definida, en línea con el pensamiento decolonial, como condición de posibilidad de la modernidad así como también del capitalismo. Es en este proceso que el sujeto masculino se torna modelo de lo humano y sujeto de enunciación paradigmático de la esfera pública, es decir, de todo cuando sea dotado de politicidad.

Segato plantea los límites jurídicos que enmarcan los crímenes femicidas y propone una reivindicación conceptual de la noción de «femi-geno-cidio», noción que da cuenta del carácter genérico y sistemático de la criminalidad contra la mujer en general, con fines instrumentales.

 

«La esfera pública o ágora estatal se transforma en el locus de enunciación de todo discurso que aspire a revestirse de valor político» (p. 94), éste es el proceso mediante el cual la colonización y la modernidad minorizaron todo cuanto respecta a las mujeres (y cuerpos femeninos). La construcción del Hombre con H mayúscula, del Uno como totalidad englobante, construye un Otrx confinadx a los márgenes del ágora.Ese Otro residual, no hegemónico, deberá trasvestirse para cumplir los requerimientos de la esfera pública, de estilo distanciado, dual, opresiva.  Los conceptos y debates hasta aquí desplegados, se completan con el cuarto ensayo, «Colonialidad y patriarcado moderno» y el sexto, «Cinco debates feministas. Temas para un reflexión divergente sobre la violencia contra las mujeres» donde recupera discusiones con los feminismos y delinea estrategias para la reconstrucción del tejido social a partir de reponer la pluralidad en la praxis política y las democracias representativas.

 

En el quinto ensayo «Femigenocidio como crimen en el fuero internacional de los Derechos Humanos» Segato plantea los límites jurídicos que enmarcan los crímenes femicidas y propone una reivindicación conceptual de la noción de «femi-geno-cidio», noción que da cuenta del carácter genérico y sistemático de la criminalidad contra la mujer en general, con fines instrumentales. Los femicidios, afirma la autora, evidencian el lenguaje de dominación, rapiña y letalidad de un sistema carente de gramáticas institucionales.Los Estados herederos de las repúblicas “criollas”, constituidas sobre estructuras binarias (separación de lo público y lo privado) coexisten con la expansión mafiosa que domina territorios bajo principios de “dueñidad”, definida aquí como “conjunción regresiva entre postmodernidad y feudalismo” (p. 48) en la que los cuerpos femeninos constituyen el territorio para el ejercicio de una crueldad ejemplar. Los agredidos no son cuerpos antagonistas en términos bélicos, son frágiles, no son cuerpos guerreros.

Desburocratizar la política es humanizarla en clave doméstica. La tarea para los feminismos consiste en domesticar la política, romper con el totalitarismo de la esfera pública y los autoritarismos de la utopía y avanzar hacia una política en clave femenina, tópica, cotidiana.

Al final de cada ensayo, puede rastrearse la propuesta epistémico-política de la antropóloga feminista ante los pactos silenciosos que enmascaran la centralidad del patriarcado como pilar del edificio de todos los poderes. La clave está en develar la estructura binaria opresiva inherentemente violenta que gestiona la vida y la muerte. No se trata de abandonar el Estado, de descuidar las luchas por gestionar el poder. Se trata de desmontar la totalidad globalizante que anula pluralidad de mundos, que distancia a la ciudadanía de los mecanismos de deliberación interna de los Estados que produce individuos.

 

Desburocratizar la política es humanizarla en clave doméstica. La tarea para los feminismos (y todxs aquellxs que ejercemos de manera consciente o inconscientemente resistencias a las opresiones y exclusiones sistémicas) consiste en domesticar la política, romper con el totalitarismo de la esfera pública y los autoritarismos de la utopía y avanzar hacia una política en clave femenina, tópica, cotidiana. Una política de los vínculos, de cercanías que produzcan comunidad. Que regenere tejidos sociales, que arraigue, que restituya ciudadanía comunitaria.

 

 

*Politóloga, docente e investigadora de Facultad de Cs. Sociales, UBA | rodrigueztaniaj@gmail.com | @taniarodriguezx

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