VIAJE AL CENTRO DEL ODIO VIRTUAL

Por: Martiniano Cardoso

“El que nunca fue troll que tire la primera piedra”, afirma el autor de esta reseña del libro de Mariana Moyano que desmenuza la trastienda de la nueva industria de la aldea virtual y relata cómo se relacionaron con ella el macrismo tecnocrático y el kirchnerismo de “la calle”. El texto, sin embargo, alcanza su mayor riqueza cuando indaga en las relaciones humanas y las redes y concluye que éstas últimas parecen ser un placebo para un mal que carece de cura, la soledad.

“Estábamos tan fascinados con los beneficios

de la conectividad libre que nadie se molestó en

leer los términos y las condiciones.”

David Carroll, The Great Hack

El primero de julio parecía ser un día más, uno de esos días que nos entregamos a la rutina prefabricada que nos ofrece la vida en sociedad. Trabajar, buscar a mi hija al jardín, poner algo en Netflix e irme a dormir. Pero un sonido me lo cambió todo, un mensaje de WhatsApp apareció en mi celular. Era uno de mis mejores amigos recordándome que ese día se cumplían diez años de la muerte de mi padre. Nadie de mi familia había mencionado el tema conmigo. Si mi madre o mis hermanos lo habían recordado no lo exteriorizaron ni mandaron un mensaje al grupo familiar. Si lo recordaban (a diferencia mía que lo tenía borrado por completo), lo hicieron en soledad. ¿Las redes sociales me habían negado el derecho a olvidar?

 

Recuerdos en Facebook, hashtags en Twitter y fotos perfectas en Instagram. «Funes el memorioso» vive a través de esta aldea virtual. Estas ideas no son de la persona que escribe estas líneas sino de Mariana Moyano, plasmadas en su último libro Trolls S. A., La Industria del odio en Internet.

 

Uno de los grandes aciertos de Moyano (narrar en primera persona), no solo convierte al libro en una investigación más cercana a una crónica, yendo tras los pasos virtuales y reales de las personas que forman parte de “la industria del odio”, sino que provoca en más de una ocasión al lector. Y éste, al no tener ninguna forma de responderle, solo logra que la autora despierte más dudas que certezas.

 

Fenómenos como el Brexit, Donald Trump, Bolsonaro y ahora Boris Johnson en el Reino Unido parecieron inexplicables para, como señala Mariana, cierta izquierda exquisita, que observa por encima del hombro todo el asunto. Actitud mucho más cómoda y fácil que hundirse en esa realidad y tratar de preguntarse por qué pasa lo que pasa, esa suelta de “cisnes negros” en la aldea global y cuál es su relación con las redes sociales. Así comienza el libro.

Fenómenos como el Brexit, Donald Trump, Bolsonaro y ahora Boris Johnson en el Reino Unido parecieron inexplicables para, como señala Mariana, cierta izquierda exquisita, que observa por encima del hombro todo el asunto.

Frialdad, escepticismo e ironía desplegados en 280 caracteres de Twitter que terminan envenenando nuestra vida “real”. Tratar de aceptar que nosotros somos parte de ese juego macabro es difícil. El horror es la lectura de los otros, otros como nosotros que también nos convertimos en trolls de otros en algún momento. El que nunca fue troll que tire la primera piedra.

 

La batalla política que libran en las redes oficialismo y oposición es narrada por Moyano desde su “precuela”. La escritora recoge voces de distintos sectores y luego realiza su hipótesis de por qué Cambiemos es más efectivo y cómo el Kirchnerismo supuso durante mucho tiempo que con “el pueblo en las calles era suficiente”. Error que le costó dos elecciones consecutivas.

 

Para Moyano, cuando se trata de temas comunicacionales el peronismo (vaya paradoja) “entra en un estado asambleario en el que todos pueden opinar”. A diferencia de la sistematización que ha creado Cambiemos con sus trolls y sus bots.

 

“Los medios son de Mauricio, pero las calles son de Daniel”, cantaban los kirchneristas cuatro años atrás y a días del primer ballotage para presidente. Evidentemente, como demuestra Trolls S. A., con las calles no alcanza.

La batalla política que libran en las redes oficialismo y oposición es narrada por Moyano desde su “precuela”. La escritora recoge voces de distintos sectores y luego realiza su hipótesis de por qué Cambiemos es más efectivo y cómo el Kirchnerismo supuso durante mucho tiempo que con “el pueblo en las calles era suficiente”. Error que le costó dos elecciones consecutivas.

[vc_single_image image=»3732″ img_size=»large»]Sin embargo, el experimento del tecnológico Tercer Gobierno Radical, como lo bautizó Jorge Asís, parece finalizar de su peor manera. “Asfalto mata relato” nos cansamos de leer en las redes. Una frase efectiva elaborada en el laboratorio de Duran Barba y repetida hasta el hartazgo por María Eugenia Vidal en diferentes tipos de metáforas. Si hubiese que encontrar una respuesta se podría argumentar con la dura realidad que “olla vacía asesina asfalto, cloacas y presos políticos”.

 

Algunos meses antes de finalizar su presidencia en el año 1961, el republicano Dwight Eisenhower se cansó de advertir sobre lo devastador que podía significar para la potencia más importante del mundo que la economía fuese regida por el complejo Industrial Militar. Lamentablemente para Eisenhower los Estados Unidos siguieron el modelo que aquel ex héroe de la segunda guerra mundial tanto criticó.

 

Cambiemos intentó realizar otro experimento que podríamos bautizarlo como el complejo “mediático-troll”. Periodistas oficialistas por doquier en medios que también practicaron la política del odio en las redes sumado al ejército creado por Marcos Peña y Duran Barba. El intento más acabado desde el 83 para “matar la política” y reemplazarla por una tecnocracia parecida a una serie al estilo Black Mirror.

 

Un Netflix político / apolítico en el cual la economía no existe y un militante rentado o ad honorem construye esa realidad paralela pregonando la República y las instituciones. ¿Qué podía salir mal? Al igual que el kirchnerismo, encerrarse en su propio relato. Con el diario del lunes y luego de las PASO podríamos construir un nuevo slogan que se cante en los call centers de todos los partidos. “Las redes son de Mauricio, las calles son de Alberto y el hambre y la inflación son de todos.

Cambiemos intentó realizar otro experimento que podríamos bautizarlo como el complejo “mediático-troll”. El intento más acabado desde el 83 para “matar la política” y reemplazarla por una tecnocracia parecida a una serie al estilo Black Mirror.

En el último semestre de 2019 este libro cobra una mayor dimensión debido al contexto político en el que nos encontramos. Sin embargo, cuando el libro indaga en las relaciones humanas y las redes es cuando alcanza su mayor riqueza. Porque en el fondo, las redes parecen ser un placebo para uno de los grandes males que sufrimos y carece de cura, la soledad.

 

La melancolía del libro, a la vez, nos alcanza porque nos para delante de la pregunta: ¿qué podemos hacer con eso que no nos deja olvidar?

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