EL VIAJE INICIÁTICO

Por: Iván Stoikoff*

Un día como hoy, hace 16 años, Néstor Kirchner viajaba a Entre Ríos, provincia que acumulaba una elevada deuda salarial con lxs maestrxs y 40 días de clases perdidos. Era su primer acto de gobierno, apenas dos días después de asumir el mando presidencial. En este ensayo el autor reconstruye el significado político de los acontecimientos que desembocaron en la resolución de aquel conflicto y el regreso a clases.

El 26 de mayo del 2003, el Ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus se comunicó con la Secretaria general de CTERA (Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina), Marta Maffei. “El presidente está muy interesado en buscarle solución al conflicto entrerriano”. Lo escueto del mensaje conjugaba forma y contenido y avistaba la puesta en práctica de un estilo político. Por todo lo demás, la situación era acuciante: 70.000 chicos habían perdido 40 días de clases y los docentes no cobraban hacía meses.

 

A la mañana siguiente, Filmus voló a Paraná y montó su bunker en el Hotel Mayorazgo por donde pasaron militantes, sindicalistas locales de AGMER y AMET, y funcionarios radicales, alicaídos por la vapuleada gestión provincial. Cuando el Ministro acordó con los sindicatos las condiciones del cese de fuego, dio su palabra, y comunicó el principio de acuerdo a la Casa Rosada.

“El presidente está muy interesado en buscarle solución al conflicto entrerriano”. Lo escueto del mensaje de Daniel Filmus a la secretaria General de CTERA conjugaba forma y contenido y avistaba la puesta en práctica de un estilo político.

El 27 de mayo, a dos días de asumir, Néstor Kirchner se retiró en silencio de Balcarce 50. Pasó por su casa del barrio de Retiro, almorzó con Florencia y a las 14.30 enfiló para el aeroparque Jorge Newbery. Allí abordó el Tango 10 y emprendió su viaje iniciático. Lo acompañaban el entonces Ministro de Interior Aníbal Fernández, su vocero, Miguel Núñez y su secretario privado, Daniel Muñoz. Apenas un puñado de funcionarios estaba al tanto de la definición política y los consiguientes pasos del flamante mandatario.

 

Al llegar a Paraná, lo esperaba un sorprendido gobernador Sergio Montiel. El presidente iba ligero, rodeado de una comitiva reducida, sin edecán ni seguridad personal. En autos distintos, partieron al lugar de los hechos.

 

Kirchner entró pasadas las 16 al Consejo de Educación de Entre Ríos desestimando todos los protocolos conocidos. En una sala visiblemente desbordada, estatales y docentes lo ovacionaron con aplausos y avalanchas. En el medio del tumulto, el gobernador Montiel supuso que podía seguir los pasos del presidente y así caminar orgulloso los 50 metros que lo separaban del estacionamiento a la entrada del edificio. Después de todo, él más que nadie iba a festejar la inyección financiera. Los concurrentes lo estaban esperando. Sus custodios se vieron superados y Montiel recibió un surtido de golpes que lo llevaron a trastabillarse. La policía local acudió en su ayuda y lo sacó por un ascensor trasero bajo una lluvia de escupitajos. Junto a él se encontraban miembros del gabinete provincial, encabezados por el ministro de Economía, Oscar Berón, quienes solo fueron abucheados.

 

Unos metros más adelante, Kirchner ingresaba al salón principal como un púgil de culto. De inmediato ordenó a la policía que se retire del lugar. Los docentes que aguardaban afuera fueron entrando y rodearon la mesa. Todo duró un suspiro.

 

Enseguida agradeció a los docentes y remarcó: “Es tan importante un chico de la Capital Federal como uno de Jujuy, Entre Ríos o Tierra del Fuego; todos tienen que tener el mismo nivel de acceso a la educación”. En el acuerdo, el gobierno nacional asumía el compromiso de girar a Entre Ríos 81 millones de pesos por salarios adeudados. De esta manera, los maestros volverían ese mismo día a las aulas y presentarían un plan curricular para recuperar los días perdidos. Maffei y Kirchner hablaron frente al público presente, rubricaron el convenio, se cantó el himno y no hubo margen para más.

 

Mucho se ha escrito sobre los modos del presidente. En “Kirchner: El tipo que supo”, Mario Wainfeld arriesga: “Su modo convalidaba la decisión antes que el norte. O mejor: se aceptaba casi cualquier norte que garantizara que la nave siguiera su curso en lugar de encallar o naufragar”. En diálogo reciente con Marta Maffei, en virtud de esta nota, puntualizaba que Kirchner tuvo la habilidad de elegir no confrontar con el sector y esta fue su carta de presentación en la política.

En el acuerdo, el gobierno nacional asumía el compromiso de girar a Entre Ríos 81 millones de pesos por salarios adeudados. De esta manera, los maestros volverían ese mismo día a las aulas y presentarían un plan curricular para recuperar los días perdidos.

Otros hechos, otras resoluciones

Otro suceso de similares características sucedió en el siglo XIX, y tuvo como protagonistas a un grupo de maestras que le hicieron huelga a Sarmiento. “Suspendemos las tareas de la Escuela a nuestro cargo hasta que el Excmo. Gobierno nos haga justicia y nos pague”, rezaba la misiva enviada a los funcionarios. Sarmiento no dudó en tomar el caso como personal y las maestras pudieron cobrar lo que les correspondía, con el único detalle de que a la semana las separó de sus cargos por su “proceder irrespetuoso”, según informan los registros de la época.

 

La famosa huelga docente de 1958 sucedió durante la Gobernación de Oscar Alende -provincia de Buenos Aires-, bajo la presidencia de Arturo Frondizi. Un salario de 3.000 pesos y la ansiada aprobación del estatuto docente, esos eran los pedidos. Luego de varias promesas no cumplidas se inició una huelga por tiempo indeterminado, que duraría casi un mes. Finalmente, las Cámaras aprobaron la equiparación de salarios con los docentes nacionales y un par de días después se aprobó el Estatuto docente, que tiene vigencia hasta estos días.

Sarmiento no dudó en tomar un reclamo salarial docente como personal y las maestras pudieron cobrar lo que les correspondía, con el único detalle de que a la semana las separó de sus cargos por su “proceder irrespetuoso”, según informan los registros de la época.

En marzo de 1988, la docencia argentina protagonizó la denominada Marcha Blanca. Frente a una ostensible crisis económica, y atravesada por fuertes internas, la CTERA convocó a un paro por tiempo indeterminado. Con un gran acatamiento, aquel 18 de mayo docentes de todo el país iniciaron la larga marcha de los guardapolvos para converger días después en el Obelisco. El pedido urgente comprendía tres puntos esenciales: igualación del salario en 770 australes por jornada simple, Estatuto Federal, y Ley de Financiamiento Educativo.

 

Durante el conflicto, el presidente Alfonsín exhortó a levantar el paro, pero lo hizo sin una propuesta firme; los gremios rechazaron las presiones. Al cierre de los hechos, con algunas reivindicaciones cubiertas y otras no, se definió levantar la medida de fuerza. Posiblemente, pese a que la correlación de fuerzas era favorable, los gremios entendieron que insistir con una demanda imposible de saldar era tirar de la cuerda hasta que se corte.

Durante el conflicto que derivó en la Marcha Blanca, el presidente Alfonsín exhortó a levantar el paro, pero lo hizo sin una propuesta firme; los gremios rechazaron las presiones. Al cierre de los hechos, con algunas reivindicaciones cubiertas y otras no, se definió levantar la medida de fuerza.

En abril de 1997 se montó frente al Congreso la Carpa Blanca, de lo más épico en la memoria docente. Fueron 1003 días de ayuno y por allí pasaron, además de estudiantes, dirigentes y personalidades públicas de la cultura nacional e internacional. Entre los reclamos se inscribían mejoras salariales, Ley de Financiamiento Educativo, derogación de la Ley Federal de Educación. Unos días después de la asunción del presidente Fernando de la Rúa, en diciembre de 1999, CTERA desarmó la Carpa Blanca debido a que se aprobó en el Congreso la Ley de Financiamiento Educativo.

 

A propósito de la efeméride de los 16 años, Marta Maffei ilustra: “Le arrancamos al gobierno nacional, después de 1003 días, una estrategia para el sostenimiento de la educación pública totalmente en contra de las decisiones de los funcionarios y los grupos de poder que ya paladeaban la privatización del sistema”.

En abril de 1997 se montó frente al Congreso la Carpa Blanca, de lo más épico en la memoria docente. Fueron 1003 días de ayuno y por allí pasaron, además de estudiantes, dirigentes y personalidades públicas de la cultura nacional e internacional.

El ocaso de un plan de lucha se da por razones diversas; se gane, se pierda o se empate. En la finalización de una disputa puede hallarse el principio de auto preservación gremial, el “medioplacismo”. O puede perderse, en lo simbólico y en lo concreto. En estas caracterizaciones de las luchas docentes más salientes, tiene protagonismo el nivel de comprensión y racionalidad de los representantes de los trabajadores. El tango se baila de a dos, y esto también se aplica a la contienda salarial de cara al anhelado armisticio.

 

Pero más allá de estos avatares, lo que hizo único al viaje iniciático de Néstor Kirchner, es que no hubo otro presidente argentino que marque como prioridad en su agenda resolver un conflicto de ese calibre. Ninguno de los conflictos enumerados contó con la demostración única de voluntad política. Por eso, este año, en el cumpleaños de la resolución de la huelga de Entre Ríos, se piden tres deseos y se brinda por la voluntad.

 

 

*Trabajador de la educación. @SuburbioPedago

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