MEMORIA DE LA FEMINIZACIÓN POLÍTICA ARGENTINA

Por: Tania Rodríguez

La feminización del espacio público, producto del avance de los procesos revolucionarios y las movilizaciones de masas, atravesó en los años 70 a las organizaciones políticas, gremiales, sociales y estudiantiles. Sin embargo, el hilo que conduce hasta los pañuelos verdes del presente está signado por el horror y la violencia estatal de la dictadura sobre los cuerpos y las voces de las mujeres, y la fuerza de las Madres de la Plaza de Mayo que rompieron los mandatos para salir de la casa y ponerle voz al reclamo de la verdad. Por Tania Rodríguez.

Los años 60 y 70 fueron escenario de transformaciones impulsadas por el avance de procesos revolucionarios y de movilizaciones de masas protagonizadas por el movimiento obrero y la juventud. La Revolución Cubana, el descontento con la dictadura de Onganía, el Cordobazo, la resistencia peronista y los proyectos de toma del poder por la vía armada, marcaron un período contestatario y de disputa por una redistribución equitativa del ingreso al tiempo que el capitalismo mutaba hacia la valorización financiera y se consolidaba la dependencia de las economías periféricas en la región. En este contexto de creciente politización, las formas de sociabilidad femenina se “metamorfosearon”, como señala la historiadora Dora Barrancos (2008) y emergieron nuevas subjetividades entre las jóvenes que encontraron ambientes y espacios con mayores grados de libertad.

Por esos años, las mujeres ingresaron masivamente al  mercado de trabajo y también a la universidad. El acceso al mundo de trabajado remunerado, así como la profesionalización y diversificación del tipo de empleo implicó no sólo el reconocimiento del carácter de trabajadoras sino la transformación de la fisonomía política en organizaciones políticas, gremiales, sociales y estudiantiles.

La feminización del espacio público importunaba el equilibrio constituido por los valores aceptados como legítimos para el ejercicio de la voz pública, más aún a nivel de los  liderazgos en las organizaciones políticas. La presencia de mujeres en espacios hasta entonces casi exclusivos para los hombres constituyó un acto transgresor que, como afirma la socióloga Alejandra Oberti (2015), perturbó el funcionamiento de las organizaciones tanto como la vida cotidiana de estas mujeres. La feminización de la arena política durante el primer peronismo a partir del voto femenino encuentra en estos años, un proceso de expansión de los límites de lo político. Lo personal se discute políticamente.

Muchas mujeres se incorporaron a las bases de las organizaciones, en frentes barriales o sectoriales, y en estructuras intermedias. Las estrategias de intervención política y social vinculadas a mujeres desarrolladas por las organizaciones no incluían concepciones autonómicas de la condición femenina a pesar de los puntos de encuentro entre militantes feministas y mujeres políticas. En el caso de las organizaciones peronistas, las tareas impulsadas se orientaban a contener y acompañar a mujeres de sectores populares y amas de casa, como en el caso de las organizaciones peronistas. En la militancia de las mujeres de organizaciones de izquierda marxista, el recorrido posterior transformó esa participación hacia un compromiso con el feminismo.

La presencia de mujeres en espacios hasta entonces casi exclusivos para los hombres constituyó un acto transgresor que, como afirma la socióloga Alejandra Oberti (2015), perturbó el funcionamiento de las organizaciones tanto como la vida cotidiana de estas mujeres.

A pesar de que la liberación de la mujer era una tarea para después de la revolución, los hogares de las militantes no estaban ajenos a la impronta de la segunda ola feminista que colocaba sobre la mesa cuestiones consideradas del ámbito doméstico hasta entonces: la sexualidad, las relaciones de poder en la familia, la maternidad, la participación política y la elección de la militancia como proyecto de vida. Aún con las dificultades que tenían las expresiones feministas de la época para encontrar espacio en la retórica revolucionaria del momento, lo común a las diferentes experiencias radicó en el impulso de la politización de la vida y de las relaciones afectivas.

Memoria histórica en presente

Los procesos de recuperación de la memoria son siempre complejos para las sociedades que sufrieron violencia sistemática por parte del Estado. Esa complejidad los convierte en organismos vivos, pasibles de ser reconfigurados a partir de las experiencias situadas en el presente. La memoria histórica es recuerdo colectivo contenedor de la reacción de un pueblo en la conservación de sus identidades y formas de solidaridad. Incorporar nuevos modos de contar el ejercicio de memoria de evocación política es la manera que tenemos de ampliar nuestras posibilidades presentes de proyectar justicia.

Repensar en presente la memoria de las militantes de las organizaciones políticas de los años 70 en nuestro país implica resituar su actividad en marcos interpretativos más amplios que aquellos que les fueron asignados durante mucho tiempo. Conlleva trascender el lugar de función reproductiva asociado a las mujeres de la época, entender el horror y la violencia estatal en un campo de múltiples violencias que incluyen los partos clandestinos, la apropiación de sus hijxs, el aniquilamiento de la integridad personal en las cárceles y centros clandestinos pero también el disciplinamiento de los cuerpos y las voces en el espacio público. Es recuperar una historia de militancia, de discusión política y, por momentos, de controvertir incluso la lógica de las relaciones dentro de las propias organizaciones.

Repensar en presente la memoria de las militantes de las organizaciones políticas de los años 70 en nuestro país implica resituar su actividad en marcos interpretativos más amplios que aquellos que les fueron asignados durante mucho tiempo.

“Somos hijas de los pañuelos blancos y madres de los pañuelos verdes” reza la leyenda en la remera de dos mujeres que asisten a la vigilia durante el debate de legalización del aborto en  el Senado. Las Madres se juntaron en la Plaza de Mayo. Circularon, marcharon, hicieron ronda y alzaron la voz constituyendo una oposición contundente a la última dictadura cívico-militar en Argentina. El genocidio y la reconversión neoliberal efectuados desde el terrorismo de Estado no pudieron con el cuerpo colectivo de Madres y Abuelas que desde entonces sostuvieron los reclamos por lxs detenidxs desaparecidxs. Rompiendo el mandato para salir de la casa y uniendo domesticidad y espacio público, resignificaron el tránsito que las separaba de la plaza y de la verdad.

El genocidio y la reconversión neoliberal efectuados desde el terrorismo de Estado no pudieron con el cuerpo colectivo de Madres y Abuelas que desde entonces sostuvieron los reclamos por lxs detenidxs desaparecidxs.

La feminización de las resistencias al neoliberalismo con los movimientos de mujeres, lesbianas, travestis y trans  como protagonistas en la búsqueda de una sociedad más igualitaria reclama lógicas discursivas más inclusivas de relatarnos. La historia de las mujeres en la política de nuestro país reclama ser una capa más en esa recuperación colectiva del pasado. No sólo como guardianes de la memoria sino también como protagonistas de una etapa que configuró desde la resistencia al horror y la violencia Estatal las experiencias de lxs trabajadorxs, lxs militantxs populares y la política actual.

El compromiso de «hacer algo» que movió a las militantes de los 60 para cambiar el mundo y la fuerza de las mujeres setentistas contra las opresiones, las violencias y el genocidio perdura en el tiempo, encarnada en las piqueteras de 2001, en las cartoneras y las trabajadoras de fábricas recuperadas, en las sindicalistas y feministas de hoy.

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