¿TRES RAMAS? LA COMPOSICIÓN POLÍTICA DEL ALBERTISMO

Por: Francisco Longa y Melina Vázquez

El peronismo hizo con las tres ramas del movimiento un ring para impulsar la lucha social. El macrismo desembarcó CEOs. ¿Cuál es la composición del albertismo? Dos científicos sociales, Longa y Vázquez, recorren los escritorios estatales para caracterizar la alquimia de un tiempo político atrapado en la pandemia. Fotos: Gala Abramovich.

“Bomba política”, “jugada sorpresiva” y “Cristina pateó el tablero”, fueron algunas de las metáforas con las que el periodismo político se esforzó por caracterizar la decisión de Cristina Kirchner, conocida en mayo de 2019, de proponerle a Alberto Fernández encabezar la boleta a la presidencia, reservándose ella el segundo puesto.

 

El tantas veces coreado vamos a volver se posibilitaba, así, mediante la fórmula Fernández-Fernández, encabezada por un aliado-devenido-crítico del kirchnerismo en su etapa cristinista. Surge así la consigna volver mejores que sintetizaba la idea de volver pero rearticulando grupos, demandas y consignas del posmacrismo. Parafraseando a Martín Rodríguez, “la crisis causó un nuevo gobierno”. Ahora bien, ¿qué cambios tuvieron lugar en este nuevo ciclo? ¿De qué modo se articularon las demandas surgidas en los años del macrismo? ¿Qué tipo de alianzas sustenta y posibilita este nuevo gobierno de signo albertista?

 

En este ensayo abordamos la producción de principios de legitimación en torno a tres grandes figuras, fuertemente destacadas en el nuevo gobierno: los políticos profesionales, los científicos y los movimientos sociales.

Fue con tod@s

El renunciamiento personal de Cristina y la emergencia de Alberto abrieron paso a la incorporación de una serie de referentes del peronismo, como Sergio Massa, que con Cristina a la cabeza no se hubiesen incorporado. La alianza electoral fue bautizada Frente de Tod@s, invocando la voluntad frentista por medio de un lenguaje inclusivo a tono con las agendas feministas y de las diversidades.

 

Además de Massa, se vincularon otras figuras provenientes de las filas del progresismo, del centro izquierda o directamente de la izquierda social: el cineasta Pino Solanas, otrora aliado a Elisa Carrió; figuras nuevas en la política, como el dirigente del fútbol Matías Lammens y organizaciones sociales que no habían formado parte de los anteriores gobiernos. Una de ellas es el Frente Patria Grande, cuyo referente nacional es Juan Grabois.

 

Así, el FdT subsumió antagonismos para propiciar una vocación frentista y desalojar al macrismo del poder. Por ello, con tod@s significó la articulación entre sectores del progresismo, de la izquierda latinoamericanista, del peronismo de las provincias, del kirchnerismo intenso y de grupos de intendentes con una relación equidistante con Cristina y con el PJ bonaerense. A modo ilustrativo, pasaron a convivir bajo el mismo paraguas electoral figuras como Juan Manzur (Ministro de Salud entre 2009 y 2015, gobernador de Tucumán y conocido antiderechos) y Ofelia Fernández, dirigente estudiantil, joven legisladora y una de las voces más lúcidas e irreverentes en la demanda por la legalización del aborto.

 

Las articulaciones políticas se fueron gestando durante los años del macrismo, aunque esto fue mucho más palpable en el mundo de los movimientos sociales y de los agrupamientos de Ciencia y Técnica que en el campo de la política partidaria. La necesidad de desalojar al macrismo generó confluencias que propiciaron una holgada victoria en primera vuelta, la cual fue calificada por la BBC inglesa como “la estrategia perfecta de Cristina Kirchner”.

Pasaron a convivir bajo el mismo paraguas electoral figuras como Juan Manzur (Ministro de Salud entre 2009 y 2015, gobernador de Tucumán y conocido antiderechos) y Ofelia Fernández, dirigente estudiantil, joven legisladora y una de las voces más lúcidas e irreverentes en la demanda por la legalización del aborto.

Durante la campaña, Alberto remarcó que la alianza no tenía que ver solamente con ganar una elección, sino con gobernar el país. Así, los nombramientos en su gobierno fueron guardando una relativa proporcionalidad con los sectores del Frente.

 

Ya en 2020, la configuración de los elencos gubernamentales encuentra tres grandes ámbitos de legitimación: la política profesional, la academia y los científicos y el universo de los colectivos movilizados, principalmente en torno a movimientos socioterritoriales y a las causas de los colectivos feministas y de las diversidades.

 

Como diría el sociólogo Gabriel Vommaro, cada gobierno tiene un core, esto es, un núcleo que explica su narrativa. En el caso de Cambiemos ese core está asociado centralmente con el arribo de “los nuevos” a la política, en especial, de una destacada cantidad de CEOs y empresarios que representaron el 31,3% de los cargos jerárquicos del gabinete (número que asciende al 50% en Energía y Hacienda y al 69,9% en la Jefatura de Gabinete de Macri, según los resultados del Observatorio de las Elites de la UNSAM, 2017). Esto sustentó la idea de que el macrismo representaría una “CEOcracia” o un “gobierno de los CEOs”. No obstante, la presencia de estos perfiles confluyó con la de numerosos políticos de toda la vida en lugares de poder, como Horacio Rodríguez Larreta, Elisa Carrió, Patricia Bullrich, Emilio Monzó, Cristian Ritondo, Rogelio Frigerio y María Eugenia Vidal, entre otros.

 

En el caso del gobierno del Frente de Tod@s ese core tiene que ver con los políticos. Pero, ¿son los políticos tradicionales, los de siempre? Si Cambiemos promovió la imagen de “los nuevos” en la política, Alberto no solamente no reniega de ser uno de los viejos, sino que busca proyectar la imagen en espejo invertido respecto del macrismo. Quizás por ello la insistencia en volver mejores, contrapuesta al imaginario de los recién llegados, reivindicaba a los políticos de pura cepa en un escenario que requería de articulaciones para ser mejores.

 

Ahora bien, si los políticos profesionales son el core del FdT, ¿qué lugar ocupan los otros dos perfiles aquí subrayados? ¿Qué relaciones se establecen entre ellos?

Si Cambiemos promovió la imagen de “los nuevos” en la política, Alberto no solamente no reniega de ser uno de los viejos, sino que busca proyectar la imagen en espejo invertido respecto del macrismo.

Durante la campaña presidencial de 2015 Macri afirmó que conservaría lo mejor del kirchnerismo y que duplicaría el presupuesto en Ciencia y Tecnología. Pero luego Cambiemos hizo caer la inversión en CyT, disminuyó la cantidad de ingresantes al CONICET y deterioró los salarios de investigadores y docentes universitarios. Esto favoreció una agenda militante sostenida por un amplio espectro de colectivos que se inscriben, de diferentes maneras, en el sistema científico.

 

Estos grupos desarrollaron una intensa actividad militante y se nuclearon a partir de una evaluación crítica del gobierno de Mauricio Macri asociada a reclamos defensivos que fueron, desde las denuncias por el ataque al sistema científico y la desinversión en ciencia, hasta la formulación de reclamos salariales y laborales.

 

Durante la apertura de las sesiones legislativas el 1 de marzo de 2020, Alberto Fernandez afirmó: “Somos un gobierno de científicos”, y puso en evidencia un principio de autoreconocimiento y legitimación con base en credenciales científicas. Ahora bien, ¿qué quiere decir esto?

 

Más allá de los perfiles sociológicos de los elencos estatales, la expresión gobierno de científicos produce una frontera simbólica con el macrismo (leído en clave acusatoria como el gobierno de los CEOs), mediante la cual se ponen en valor la ciencia y la educación públicas.

 

Estos ámbitos son contrapuestos a la inserción en instituciones educativas privadas, de costos muy elevados y selectas (como el colegio Cardenal Newman) a las que asistieron varios de los exfuncionarios de primera línea, como el mismísimo Mauricio Macri. En esa perspectiva leemos algunos gestos e intervenciones públicas, como cuando Alberto Fernández asistió a la Facultad de Derecho de la UBA a dictar clases durante la campaña y tras asumir como primer mandatario. Esto, antes que una expresión de su condición de profesor universitario, es un gesto por medio del cual reafirma el valor de la educación pública.

 

La apelación al “gobierno de científicos” buscó legitimar a quienes se integraron a posiciones jerárquicas en el Estado. Esto es coincidente con una nota institucional que hizo circular el CONICET, donde presentó públicamente a los 19 investigadores de su planta designados en posiciones jerárquicas, entre los que se encuentran el Ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, Salvarezza y la Presidenta del CONICET, Ana Franchi, pero además a figuras como el Ministro de Economía, la Ministra de Seguridad y el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, entre otros.

La apelación al “gobierno de científicos” buscó legitimar a quienes se integraron a posiciones jerárquicas en el Estado. Esto es coincidente con una nota institucional que hizo circular el CONICET, donde presentó públicamente a los 19 investigadores de su planta designados en posiciones jerárquicas.

“Viene el gobierno de todos ustedes”

“La Economía Popular llegó para quedarse” dijo Alberto tras ganar la elección, en un acto junto a organizaciones barriales. Luego, en la apertura de las sesiones en el Congreso de este año el presidente anunció: “Dentro de los próximos diez días presentaré un proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo que legalice el aborto”, convirtiéndose en el primer mandatario en ejercicio en defender la ILE.

 

Dentro del vasto mundo de los movimientos sociales, las organizaciones de la Economía Popular y los colectivos feministas y de las disidencias sexuales fueron los que con mayor dinamismo y creatividad marcaron el pulso de las movilizaciones callejeras durante la presidencia de Mauricio Macri.

 

En lo que refiere a las organizaciones socioterritoriales, una de las más visibles fue la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), creada en 2011. Rápidamente tejió una alianza junto a Barrios de Pie y la Corriente Clasista y Combativa (CCC) para conseguir reivindicaciones para su sector, el cual los propios protagonistas ya venían denominando sector de la Economía Popular. Al “triunvirato piquetero” se sumaron organizaciones como el Frente Darío Santillán y el Frente de Organizaciones en Lucha. Hasta las elecciones de 2017 las apuestas electorales de estas organizaciones fueron diferentes, pero tras los comicios y, especialmente, luego de la represión que tuvo lugar en la jornada de protesta por la aprobación de la Ley jubilatoria, la unidad se fue solidificando. Tanto, que en 2019 prácticamente todas las organizaciones que formaban parte de dichas movilizaciones terminaron apoyando las candidaturas del Frente de Tod@s.

 

En diciembre, luego del triunfo y tras la asunción de Fernández, se movieron los cimientos del campo de las organizaciones sociales: algunas ingresaron a cargos de gestión en el gobierno nacional y otras dieron un gran salto cualitativo, por ejemplo las que formaron la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). La UTEP se proyecta como el sindicato que unifica el trabajo de quienes son parte del mundo de la Economía Popular. En su lanzamiento, en el microestadio de Ferrocarril Oeste, el flamante Presidente se dirigió a la concurrencia a través de un video. Allí saludó la iniciativa unitaria, agradeció el trabajo que realizaban las organizaciones junto a los sectores más postergados y dijo: “Muchos de ustedes ya son parte del gobierno”.

 

Se refería a la inusitada penetración que la militancia de estas organizaciones presenta en el actual gobierno. El gabinete de Alberto significó la llegada de sus cuadros a los Ministerios de Desarrollo Social; Desarrollo Territorial y Hábitat; Agricultura; y de las Mujeres; también accedieron a la Jefatura de Gabinete y a la dirección del Mercado Central. Hay que mencionar, a su vez, la importante presencia legislativa de estas organizaciones, con siete bancas en la Cámara de Diputados de la Nación. Si se considera la escala subnacional, su llegada a diputaciones provinciales y concejalías municipales es importante. Así y todo, el lugar de los movimientos está lejos de representar la tercera parte de los elencos estatales.

En diciembre, tras la asunción de Fernández, se movieron los cimientos del campo de las organizaciones sociales: algunas ingresaron a cargos de gestión en el gobierno nacional y otras dieron un gran salto cualitativo, por ejemplo las que formaron la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP).

La penetración de organizaciones en cargos de responsabilidad no necesariamente se traduce en el acceso a los resortes de poder que definen el rumbo de un gobierno –mucho menos los contornos del Estado–, ni en una gestión necesariamente virtuosa. Considerando la enorme crisis económica y las limitaciones que ello marca para el erario público, muchos Ministerios muestran hoy recursos exiguos, lo que disminuye la potencialidad de la gestión. Se suma que, en algunas oficinas donde se afincaron las organizaciones sociales, sabe primar más la vocación de cada espacio por acumular recursos e información para sus propios territorios que la ejecutividad en la gestión. ¿En qué queda, entonces, la fórmula “calle y gobierno”?

 

Por otra parte, habiendo constituido un sindicato que aglutina a millones de trabajadoras y trabajadores, y considerando los avances conceptuales que las organizaciones vienen haciendo, como por ejemplo el forjamiento desde abajo del importante concepto de Economía Popular, puede pensarse como un déficit que estas organizaciones no cuenten con puestos en Ministerios clave como los de Economía y Trabajo.

 

Una militante de la UTEP, reflexiona: “El gobierno nos incluye como nunca nadie antes, pero no nos conoce (…) Muchos piensan ‘-ah son los que se juntan y hacen mermelada”.

 

La imagen de la “hoja en blanco” resulta ilustrativa: días atrás el presidente recibió a referentes de las organizaciones sociales en la Quinta de Olivos. Agradeció su trabajo con los sectores más humildes y los escuchó por casi tres horas. En la crónica de la reunión, el periodista Santiago Dapelo describió la manera en que Fernández levantó una hoja llena de anotaciones y (se) preguntó: “¿Dónde meto acá la economía popular? Luego levantó otra hoja en blanco y afirmó “La tenemos que hacer”.

 

Si desde las autoridades prima el desconocimiento y el prejuicio respecto de las organizaciones sociales, se podría terminar marcando una línea divisoria clásica de los lugares de poder entre “técnicos” y “territoriales”, donde los segundos sean subsumidos por los primeros. Entonces, el desafío para estas organizaciones es traducir los espacios estatales a los que han accedido en verdaderos lugares de y con poder.

 

 

“Volver mujeres”

El día de la asunción presidencial, y antes de terminar su discurso ante una Plaza de Mayo repleta, Alberto dijo: “volvimos y vamos a ser mujeres”. Rápidamente buscó corregir esa última palabra y la cambió por “mejores”. “¿Furcio o guiño feminista?” se preguntaba el diario La Nación al otro día. Las redes sociales se plagaron de comentarios sobre el equívoco presidencial, explicándolo a partir del clima de época marcado por las luchas feministas.

 

La tradición de las luchas feministas en el país es larga y extensa, lo cual se refleja, por ejemplo, en el sostenimiento durante 34 años consecutivos de los ahora multitudinarios Encuentros Nacionales de Mujeres. No obstante, desde 2015 la repercusión pública de sus planteos ha tomado una dimensión nunca antes vista. La impactante movilización de ese año bajo la consigna Ni una menos y las articulaciones que ésta propició con otros países de la región y del mundo entero, tendientes a denunciar y visibilizar el crecimiento de los femicidios así como de las violencias por razones de género, marcó un cisma. Los canales de televisión comenzaron a invitar a referentes feministas en horarios centrales, un conocido periodista del espectáculo ató en su mano el pañuelo verde y debates tales como la implementación del lenguaje inclusivo comenzaron a circular por amplios y diversos ámbitos, más allá de los colectivos militantes.

 

Pese a haber habilitado, aparentemente, el debate Parlamento, hacia el final de la campaña electoral de 2019 Macri y varios de sus más altos funcionarios sacaron a relucir su adhesión a la postura antiderechos participando de actos simbólicos como el beso al pañuelo celeste en plena campaña. En 2018, la creciente movilización del movimiento de mujeres, sumada a la anuencia del Poder Ejecutivo por habilitar el debate, favoreció una instalación mucho más masiva del tema. Por primera vez un proyecto para legalizar el aborto lograba dictamen en las comisiones, lo que lo dejaba listo para ser debatido en el recinto.

Los resultados del relevamiento del Observatorio de Elites (2020), muestran que el gobierno de Alberto Fernández presenta un record histórico en la participación de las mujeres en cargos jerárquicos, con el 37,5%. Es decir un 14,4% más que en el gobierno de Macri.

[vc_single_image image=»4047″ img_size=»large»]El crecimiento de las causas militantes feministas no mermó, y la presencia de reconocidas activistas en las listas de 2019 del Frente de Tod@s fue un dato que llamó fuertemente la atención. Figuras históricas del feminismo como Dora Barrancos y jóvenes militantes como Ofelia Fernández fueron en las listas electorales, permeando de color verde los comicios.

 

Una vez asumido, el nuevo gobierno también dio señales en este campo. La primera y más destacada innovación institucional fue la creación de un Ministerio nuevo denominado Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, a cargo de Elizabeth Gómez Alcorta, una reconocida abogada y militante feminista.

 

Además de este Ministerio, los resultados del relevamiento del Observatorio de Elites (2020), muestran que el gobierno de Alberto Fernández presenta un record histórico en la participación de las mujeres en cargos jerárquicos, con el 37,5%. Es decir un 14,4% más que en el gobierno de Macri.

 

Por otra parte, al interior de algunos Ministerios se realizaron transformaciones que dan cuenta de una permeabilidad mayor hacia las agendas feministas.

 

Muchas de las mujeres que se fueron sumando al gobierno impulsaron un espacio de encuentro y reflexión que propiciara la construcción de un trabajo con perspectiva de género que denominaron “Mujeres gobernando”. Desde este grupo buscan no solamente velar por la presencia de mujeres en posiciones jerárquicas en el Estado (el intento por romper el famoso techo de cristal), sino además con “transformar el rol masculino del ejercicio del poder”, como afirma una de sus integrantes.

 

No obstante, la incorporación de una perspectiva de género se muestra de modos ambivalentes. A modo de ejemplo, a fines de 2019 el presidente convocó a gremios, cámaras empresarias, políticos y organizaciones sociales a constituir un “Acuerdo Social”. La foto del encuentro fue elocuente: se podía ver un salón repleto de varones, con apenas tres mujeres. Vilma Ibarra, Secretaria de Legal y Técnica del gobierno nacional y una de las presentes, criticó esta situación en las redes sociales: “Para poner a la Argentina de pie somos imprescindibles las mujeres”, junto al hashtag #EsconTodas, publicación que luego fue replicada por varias referentas feministas históricas como Diana Maffía. La misma foto se repitió la primera semana de mayo en la reunión de Fernández con empresarios, gremialistas y representantes de las carteras económicas para dar respaldo al gobierno en la negociación por la deuda. Frente a la ausencia total de mujeres, Ibarra salió una vez más a marcar la cancha:“Somos parte central del mundo empresarial, del trabajo, de la creatividad y de la búsqueda de soluciones. Somos imprescindibles para poner a la Argentina de pie #EsconTodas”.  ¿Será que pese a la pata feminista, aún no se logra superar la masculinización de la política profesional?

 

 

El gabinete ante la Pandemia

La crisis sanitaria que abrió la llegada del Covid-19 redefinió los compromisos militantes de los funcionarios y los roles de las tres figuras que analizamos: políticos profesionales, científicos y movimientos sociales

 

Uno de los datos más destacados de las últimas semanas fue la aprobación del desempeño del Presidente ante la pandemia. La comunicación oficial está fuertemente liderada por Alberto Fernández y dos características son frecuentes: su rol pedagógico en las alocuciones presidenciales y su articulación con políticos de la oposición.

 

Cuando el presidente comunicó por primera vez el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, lo hizo junto a dos gobernadores opositores (Rodríguez Larreta y Gerardo Morales), y junto a dos oficialistas (Omar Perotti y Axel Kicillof). Estos gestos fueron interpretados como un intento por superar la grieta. Alberto y su equipo de confianza mostraron en el manejo de esta crisis los mejores reflejos que hacen a la “rosca política”, en los términos en que la analizó la socióloga Mariana Gené.

 

Luego de la predominancia de la figura presidencial para la conducción de la crisis, la figura de científicos y científicas, sin duda, resulta central. En este nuevo escenario se observó una redefinición de las fronteras militantes en el rol activo y comprometido de expertos y especialistas que cobraron mucha visibilidad. Las apariciones de Carla Vizzotti, Secretaria de Acceso a la Salud, son muestra de ello. Aunque podría caracterizarse como una “funcionaria técnica”, fue una de las trabajadoras del Ministerio de Salud de la Nación despedida durante la gestión de Macri por “motivos políticos”. Su rol, y el de otros profesionales de la salud y científicos, muestra un modo renovado para pensar las relaciones entre credenciales científicas y militancias.

 

Sin embargo, y a pesar de la sólida conducción en términos políticos de esta crisis, el gobierno ha mostrado algunas dificultades que sirven para repreguntarnos acerca de los perfiles de su elenco.

En este nuevo escenario se observó una redefinición de las fronteras militantes en el rol activo y comprometido de expertos y especialistas que cobraron mucha visibilidad.

Semanas atrás un fallido operativo para el cobro de jubilaciones mostró escenas dramáticas, donde cientos de jubiladas y jubilados terminaron amontonados en las puertas de las entidades bancarias. Hecho que, varios días después y luego de una lluvia de críticas, le valió el pedido de renuncia al titular de la ANSES, Alejandro Vanoli. Este hecho insólito abrió interesantes críticas, incluso desde círculos cercanos, sobre la falta de conocimiento del llano. ¿Priorizó el gobierno el saber experto por sobre el conocimiento de la realidad social?

 

Días después circuló mediáticamente la compra de alimentos con sobreprecios por parte del Ministerio de Desarrollo Social. Si bien el Ejecutivo actuó rápidamente, despidiendo a los responsables y dando marcha atrás con la compra, esto sirvió como un punto de transparencia de algunas tensiones entre perfiles del gobierno. Dirigentes de diferentes espacios, como Dina Sánchez del Frente Popular Darío Santillán y Lautaro Leveratto del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), realizaron críticas. Por ejemplo, que la agricultura familiar debería ser priorizada para la compra pública. Además, señalaron los contrastes entre los barrios (donde “estamos cocinando a leña”) y el Estado (al que “lo estafan las empresas” y “le venden fideos, aceite y leche al doble de lo que sale en el supermercado”).

 

Pese a valorar la gestión desde abajo de los movimientos sociales vinculados con el gobierno, para muchos de éstos persiste una lógica en la toma de decisiones asociada a las propias falencias de la burocracia y de la política que pone severas trabas a las buenas intenciones.

 

Las agendas feministas también se ven conmovidas ante la crisis de la pandemia. Los datos muestran que los femicidios están lejos de haber disminuido. Ante la dramática situación de las mujeres que deben realizar el aislamiento en entornos familiares violentos, desde el colectivo Ni una menos se convocó semanas atrás a un ruidazo exigiendo “basta de femicidios”. “El confinamiento actual muestra que miles de mujeres, lesbianas, travestis y trans no pueden quedarse en casas y resguardar su salud porque deben seguir trabajando”, señalaron en un comunicado. De persistir las restricciones a los agrupamientos masivos de personas, también se convierte en un interrogante qué ocurrirá con el debate en el Congreso sobre el aborto. ¿Cómo calibrarán sus pasos desde los movimientos feministas ante una eventual sesión virtual del Congreso, para un debate cuyo destino saben que radica principalmente en la potencia de la movilización callejera?

 

En un artículo reciente, la socióloga Paula Abal Medina planteó pensar al Covid-19 como un “gran catalizador”. Tomando esa misma figura podemos pensar que la crisis que abrió la pandemia en algunos casos profundiza, y en otros reconfigura, los tipos de intervención y los compromisos por parte detod@s.

 

Si uno de los elementos virtuosos de las designaciones de los elencos estatales en el gobierno de Fernández tuvo que ver con saber leer el ciclo de movilizaciones, los actores y las demandas del período anterior y con propiciar –como buen político– articulaciones, las dudas que surgen en el escenario actual son, al menos, tres. Primero: ¿cómo aportará cada uno de estos perfiles a la gestión de la crisis sanitaria y a sus efectos más dramáticos en materia económica y social? Segundo: ¿de qué modos se podrán recuperar, en el nuevo escenario, agendas y reclamos que eviten el encapsulamiento del gobierno sobre sí mismo? Finalmente, ¿qué impacto tendrán las protestas opositoras que asocian en modo delirante al gobierno con el comunismo?

De persistir las restricciones a los agrupamientos masivos de personas, se convierte en un interrogante qué ocurrirá con el debate en el Congreso sobre el aborto. ¿Cómo calibrarán sus pasos los movimientos feministas ante una eventual sesión virtual del Congreso, para un debate cuyo destino radica principalmente en la potencia de la movilización callejera?

Parafraseando a Antonio Cafiero en su caracetrización sobre la pérdida de poder de la rama sindical durante los años ´80, el gran desafìo pareciera ser sostener la fuerte legitimidad de origen que cada una de esas ramas aportó al albertismo, evitando que alguna de ellas se seque en el camino.

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