LA MULHERADA ANTIFASCISTA EN LA ENCRUCIJADA BRASILEÑA

Por: Paula Andrea Lenguita*

Las mujeres están revolucionando el clima electoral en Brasil. La “mulherada antifascista” convocada en protesta contra la candidatura del ultra derechista Jair Bolsonaro, promete convertirse en uno de los más novedosos espacios de disputa con el sector que destituyó a Dilma Rousseff de la presidencia. El 52,5% del electorado es femenino y podría ser crucial para la democracia brasileña. Por Paula Andrea Lenguita*

Hacia junio de 1917, la lucha de las obreras textiles de la fábrica paulista Crespi desató una ola de protestas en distintas industrias del país y dio lugar, el mes siguiente, a la primera huelga general brasileña. Medio siglo más tarde, en un tiempo crucial para la historia de ese país, el movimiento femenino pela Anistia estableció las bases para la transición democrática de la década siguiente. En esa oportunidad, marzo de 1975, ocho mujeres activistas de los derechos humanos, elaboraron el “Manifesto da Mulher Brasileira em favor da Anistia”, que comenzó a establecer derechos para las víctimas de la represión de la dictadura cívico-militar.

 

A un siglo de la rebeldía de aquellas obreras paulistas y a casi medio siglo del movimiento de las mujeres por la democracia, surge la “mulherada antifasista”. Se trata de una protesta que comenzó por las redes sociales y tendrá su cita el próximo 29 de septiembre en las calles de las distintas ciudades del país en contra de la candidatura de Jair Bolsonaro, con la consigna #EleNão. El candidato presidencial del Partido Social Liberal es el dirigente que tiene mayor proyección electoral (28% según IBOPE), y una figura extrema que se atreve a reivindicar el golpismo dictatorial (como él mismo se encargó de sostener en pleno debate destituyente de la primera mandataria dos veces electa del país, Dilma Rousseff).

La “mulherada antifasista” es una protesta que comenzó por las redes sociales y tendrá su cita el próximo 29 de setiembre en las calles de las distintas ciudades del país en contra de la candidatura del fascista Jair Bolsonaro.

De los ocho mandatarios electos por el voto directo luego de la dictadura, tres de ellos fueron reelectos por al menos un mandato, mientras que la única mujer presidenta no pudo completar su ciclo. Como dato adicional, los tres últimos jefes de Estado de Brasil votados por la ciudadanía tienen en común su reelección y el haber sido víctimas de la represión dictatorial: Fernando Henrique Cardoso (1995-2003) sufrió el exilio, Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) la cárcel y Dilma Rousseff (2011-2016), la tortura y el encarcelamiento.

Una ideología de carácter reaccionario

 

La actual protesta de las mujeres brasileñas toma como punto de inflexión la destitución de Dilma Rousseff.

El voto de Bolsonaro en el juicio político contra la presidenta Dilma se basó en reivindicaciones a Dios, la familia y la patria. Cabe mencionar que ese mismo congresista dedicó su voto a la memoria del Coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, torturador de la mandataria enjuiciada, en los siguientes términos: “Por la familia, la inocencia de los niños en las aulas que el PT nunca tuvo, contra el comunismo, por nuestra libertad, en contra del Foro de Sao Paulo, por la memoria del Coronel Carlos Alberto Brilhantes Ustra, por el pavor de Rousseff, el ejército de Caxias, las Fuerzas Armadas, por Brasil encima de todo y por Dios por encima de todo, mi voto es sí”. Su hijo Eduardo Bolsonaro hizo gestos de ametralladora mientras votaba.Rita Segato sostiene que la corporación machista está confrontando duramente en el Brasil actual. Por tal razón, el movimiento opositor a ese fascismo es conducido por las mujeres brasileñas que advierten este riesgo.

 

En el caso de la destitución de la presidenta brasileña, el frente parlamentario evangélico en 59 oportunidades invocó a Dios para sus alegatos. Siguiendo el análisis de Segato, la autora resalta la vinculación entre la religión y la política en las próximas elecciones: “Bolsonaro es un católico de ultraderecha que está aliado a los evangélicos, también de ultraderecha. Apoya explícitamente el proceso militar en Brasil, ha hecho varios homenajes a militares y torturadores”.

La actual protesta de las mujeres brasileñas toma como punto de inflexión la destitución de Dilma Rousseff y el voto de Bolsonaro, quien lo dedicó a la memoria del Coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, torturador de la mandataria enjuiciada.

Evidentemente, en el caso de Bolsonaro no estamos frente a un hecho aislado sino ante la presencia de una fuerza política reaccionaria y golpista, que viene ganando terreno en el poder político y legislativo. De tal manera lo expone Segato: “El feminismo fue construyendo durante cuatro décadas discurso, militancia y acción, hasta llegar a las marchas del presente. Fue una cocina muy lenta y muy profunda, de una producción de pensamiento sofisticadísima. Las formas de activismo de hoy fueron fermentadas por más de cuatro décadas por las mujeres”. Por otro lado, advierte: “Las otras marchas que vemos ahora, las cristianas, aparecieron de repente, como mucho tienen cinco años”.

La violencia expresiva contra las “Marielles”

 

Frente a esta coyuntura, proponemos una reflexión sobre los roles femeninos que están siendo objeto de destitución institucional, violencia política (como el caso del asesinato de Marielle Franco) y una manipulación informativa que empequeñece a las mujeres, en tanto las subordina y arrincona sus demandas al ámbito de lo doméstico. En ese sentido, el corporativismo de la masculinidad se basa en lealtades y jerarquías para resaltar sus estatus, incluso desde una pedagogía de la misoginia. En muchos casos, apuntalando una crueldad inusitada contra las mujeres que desobedecen el orden patriarcal. La violencia contra las mujeres es la expresión de un orden patriarcal que se ve amenazado. Y su expresión es la manera que tiene esa corporación masculina de volver a inscribir el control territorial, más aun feminizando la guerra y rompiendo con esa violencia los lazos comunitarios.

El corporativismo de la masculinidad se basa en lealtades y jerarquías para resaltar sus estatus, incluso desde una pedagogía de la misoginia.

En este sentido, el escenario es clave  para esta batalla de las ideologías en disputa. Incluso porque el electorado femenino es mayoritario en esta elección (52, 5% son electoras), lo cual equivale a 147,3 millones de empadronadas, según información de IBOPE. Más aún, la lucha de estas mujeres va más allá del acto eleccionario, va hacia una recuperación de la memoria que la candidatura de Bolsonaro está intentando resquebrajar. Veremos qué capacidad de movilización alcanza la futura marcha en todo el país de estas mujeres brasileñas el próximo 29 de septiembre.Las movilizaciones tras el asesinato de Marielle Franco, una militante favelera, de la izquierda feminista e ícono de aquellas que desafían el orden patriarcal, mostraron que muchas mujeres han comprendido que se trata de un crimen del poder y no están dispuestas a silenciarlo. De alguna manera, están dando cuenta de una batalla por su reconocimiento y las formas de significar la feminización de la violencia política en la actualidad. Como sostiene Segato, una guerra feminizada, que tiene por objetivo la  profanación del cuerpo de las mujeres.

Mulheres Unidas Contra Bolsonaro

 

El movimiento femenino desatado recientemente contra la candidatura presidencial del fascista Jair Bolsonaro es clave para entender la actual encrucijada en que se halla el país, a menos de un mes de la elección del 7 de octubre próximo. Nos referimos a una movilización que tomó el carácter virtual de una protesta opositora, y fue objeto de un atentado en la red social donde se inició, el pasado fin de semana.

 

El grupo inicial de facebook de la mulherada antifascista contó con más de 2,5 millones de participantes, a sólo 20 días de la elección. La movilización desencadenó la reacción contraria: un movimiento en la misma red social titulado mulheres con Bolsonaro #17 que cuenta con más de 700 mil participantes. Es interesante observar que la propuesta antifascista ganó notoriedad internacional a partir del ataque hacker que sufrió el sábado 15de septiembre. Tras la acusación de ser un grupo comprado por la oposición, las administradoras de la página fueron excluidas y fueron violentados desde el nombre del grupo hasta la foto de perfil. Recordemos que estas agresiones se retrotraen a cuando el candidato de Partido Social Liberal fue imputado por la diputada federal María do Rosário por incitación a estupro. En esa oportunidad, Bolsonaro dijo que ella no era estuprada porque “ela não merece”, dichos realizados en el contexto en que la dirigente del Partido dos Trabalhadores defendía la Comissão Nacional da Verdade y las investigaciones de los crímenes de la dictadura cívico-militar.Con ese episodio queda en claro aquello que está en juego este octubre en Brasil. Si bien la movilización del 29 de setiembre fue inicialmente convocada por las mujeres de este movimiento antifascista, ya se sumaron a la iniciativa distintas organizaciones del movimiento LGBT, del movimiento negro y feminista, e incluso Evangélicas contra Bolsonaro. La movilización evidenciará los límites del movimiento popular que enfrenta a la avanzada reaccionaria contra las mujeres y la democracia en ese país. Cuando además, el voto femenino tiene la posibilidad de definir la elección por el hecho de que las mujeres componen mayoritariamente el universo del electorado todavía indeciso.

A la movilización del 29 de setiembre ya se sumaron distintas organizaciones del movimiento LGBT, del movimiento negro y feminista, e incluso Evangélicas contra Bolsonaro.

Las Mulheres Contra Bolsonaro están recuperando una memoria histórica de las luchas femeninas pasadas, y dando forma a un proceso de disputa cultural frente a la ideología conservadora de un orden patriarcal que se resiste a abandonar el poder en Brasil. Tal vez la potencia feminista alcance para  impedir la pesadilla de un defensor del golpismo como Bolsonaro siendo convalidado por las urnas.

 

 

*Socióloga, Magister en Investigación Social y Doctora en Ciencias Sociales en la UBA. Realizó su formación postdoctoral en el Instituto de Filosofía y Ciencias Sociales de Universidad Federal de Río de Janeiro. Es investigadora y Coordinadora del Programa de Estudios Críticos sobre Movimiento Obrero (PECMO) del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales del CONICET.

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