MÁS ALLÁ DEL SALARIO: LA DISPUTA POR EL SENTIDO EN LA PARITARIA DOCENTE

Por: Iván Stoikoff

La representación del docente en el imaginario colectivo como un tomador de rehenes –los alumnos- y la de los gremios como interesados en “cuidar su quintita” constituye la base de la estrategia política oficial para devaluar el rol de los trabajadores y sus referentes sindicales en la discusión salarial. A las ausencias estatales –financiamiento, formación, infraestructura- Cambiemos le contrapone una retórica que equipara esa tensión con la de un secuestro extorsivo. “¿Quién es rehén cuando educar se convierte en sinónimo de trinchera?”, interpela el autor. Por Ivan Stoikoff*

La descentralización

La disputa por el salario docente 2019 tiene la misma impronta que su antecesora del año pasado. Las mesas salariales de cada provincia se desarrollan sin la base que debería fijar la Paritaria Nacional Docente, tal como lo reconoce la Ley de Financiamiento Educativo.

 

A poco de haber iniciado el ciclo lectivo, vale recordar que el decreto del Gobierno Nacional 52/2018 modificó el ya existente 457/2007, que reglamentaba los alcances de la Ley de Financiamiento Educativo y concebía un piso salarial nacional en el centro de la negociación. Al día de la fecha, no han comenzado las clases en todo el país.

 

El vaciamiento de la Paritaria Nacional es un retroceso para los derechos de los trabajadores y, en efecto, nos trae una memoria pedagógica. Aquella idea de la descentralización educativa, democrático-participativa, acuñada durante la primavera alfonsinista y legitimada en el Congreso Pedagógico Nacional de 1984, fue la entelequia modernizadora que sentó las bases para la transferencia de las obligaciones financieras a las provincias. Claro que hubo que esperar algunos años para que se haga realidad. Bajo la presidencia de Raúl Alfonsín se construyó el asidero de la idea de descentralizar, a la espera de una coyuntura política favorable para ejecutarla.

 

La madre de todas las batallas

A la pulseada del salario se le suma la del financiamiento, que incluye la cobertura de los programas nacionales, la oferta en la formación docente y los emergentes en infraestructura -este último aspecto, de vida o muerte-. Este combo de ausencias estatales tiene un denominador común que es el recorte y la posterior sub-ejecución del presupuesto educativo anual.

 

Salario y financiamiento se completan con un tercer asunto, el campo simbólico: la representación del docente.

 

En la disputa, el libreto del Gobierno se amplifica con un aparato de replicadores (medios y otros) que cumple la función de “llegarle a la gente”. La tarea de construir una idea generalizada sobre la comunidad educativa, es una acción estratégica del Estado para condicionar la negociación salarial. Y, como en política, la suma de las fuerzas no siempre da cero, el sector docente arranca abajo en el tanteador mientras va articulando una respuesta trabajosa y sentida, que es la reivindicación de la Escuela Pública. En ella, cabe implícita la reivindicación histórica sobre el status de la tarea. Como dice la educadora Patricia Redondo, la disputa del salario no es “el salario” en sí, sino una “condición salarial” que conlleva un proceso de filiación y el reconocimiento social de un trabajo que garantiza la transmisión cultural.

A la pulseada del salario se le suma la del financiamiento, que incluye la cobertura de los programas nacionales, la oferta en la formación docente y los emergentes en infraestructura. Salario y financiamiento se completan con un tercer asunto, el campo simbólico: la representación del docente.

Una clave para entender ese libreto es que Cambiemos se coloca como el portavoz de un interés general -que incluye al conjunto de la sociedad- mientras que se esfuerza por ocultar su condición de parte en el conflicto. Los gremios, en tanto, solo estarían “cuidando su quintita”.

 

En esa construcción de sentido, el Gobierno avanza sobre el campo simbólico y sacude la memoria del trabajador organizado, proyectando una imagen sobre el mundo escolar y sus adyacencias y sometiendo a los dirigentes gremiales a un antidoping de moral. No deben ser ellos, sino el vecino, quien juzgue el comportamiento de las maestras y los maestros de a pie.

 

Ese terreno arado de representaciones no es sino una controversia política, donde el rol del docente se mancilla y se pone en revisión permanente ante los ojos de una sociedad que opina y espera (el comienzo de clases). La madre de todas las batallas será el salario o el campo de las representaciones: un puntapié probable para intercambiar interrogantes.

En la disputa, el libreto del Gobierno se amplifica con un aparato de replicadores (medios y otros) que cumple la función de “llegarle a la gente”. La tarea de construir una idea generalizada sobre la comunidad educativa, es una acción estratégica del Estado para condicionar la negociación salarial.

Rehenes: del country a la escuela pública

Una de las prácticas delictivas que creció tras la crisis de 2001, y que tuvo su epicentro en el conurbano bonaerense, fue la de los secuestros extorsivos, un modo delictivo cuyo rastro podía argüirse en la anomia política y a las reestructuraciones de las fuerzas de seguridad, con un mar de fondo de extrema vulnerabilidad económica y social.

 

León Carlos Arslanián, en su libro Un campo posible (2008), aporta la siguiente curva de datos sobre la modalidad mencionada: los años 2002 y 2003 tuvieron el apogeo de este delito, con un incremento del 29,5% hacia el 2003. Si fuera el titular de un matutino de ese año, se escribiría así: el 70% de los delitos complejos cometidos en la provincia son secuestros extorsivos (formato express y de larga negociación). El ciclo de secuestros descendió hacia 2006, hasta llegar a un promedio mensual de seis hechos para fines de ese año. Aunque la curva a la baja es contundente, la idea en el imaginario persiste: ¿quién no guarda un recuerdo amargo de los secuestros de aquella época?

 

En la memoria colectiva subyace un hecho que fue el hito fundacional de esta modalidad. El suceso contó con una notable difusión mediática donde el foco sensible se posaba sobre el padre doliente que, luego y por diversos motivos, lograría un fugaz encandilamiento político. Hablamos del caso de Axel Blumberg, el joven asesinado en marzo de 2004 en el marco de un episodio que conjugó el sadismo de los ejecutantes con la impericia policial.

 

La toma de rehenes opera de manera similar al de los secuestros extorsivos, y también se expandió post crisis 2001 con locación predilecta en el AMBA. En este tipo de delitos, el delincuente impone determinadas condiciones y el rehén es un garante de su cumplimiento, de cara a una sociedad que, también, opina y espera, frente al móvil en vivo desde el lugar del hecho. Presionados, los funcionarios y la policía deliberan la táctica para que la resolución del caso no sea un regadero de sangre. La vida del rehén es ubicada por el secuestrador en la mesa de negociación. En consecuencia, la vida de la víctima cobra carácter público.

 

La asociación con la metáfora de los docentes y los rehenes resulta inevitable. ¿Cuántas veces escuchamos que los docentes son secuestradores, y sus rehenes los alumnos y familias? ¿Por qué se busca asociar la acción gremial con la acción delictiva? Al parecer, la criminalización de la protesta también opera en el campo de lo simbólico.

 

Las preguntas posibles oscilan entre la criminología y la representación social del docente que va a la huelga: ¿qué lugar ocupa la figura del rehén para la sociedad? ¿Es posible no sensibilizarse hasta el paroxismo con el sufrimiento de un secuestrado? Seguramente, en la Provincia de Buenos Aires -y en el país en general- aún persiste el recuerdo doloroso sobre los hechos, sus protagonistas, las palabras y las formas.

La asociación con la metáfora de los docentes y los rehenes resulta inevitable. ¿Cuántas veces escuchamos que los docentes son secuestradores, y sus rehenes los alumnos y familias? ¿Por qué se busca asociar la acción gremial con la acción delictiva? Al parecer, la criminalización de la protesta también opera en el campo de lo simbólico.

Nosotrxs, lxs delincuentes

Aunque el sueño húmedo de varios funcionarios sea volver de la mesa salarial con la cabeza del sindicalista en la pica, se suelen utilizar otras maneras más decorosas de condicionar una negociación. De lo que estamos hablando es de habitar ese terreno baldío del imaginario popular: hablar de la Escuela Pública como si fuera un aguantadero. Hablar de los docentes como si fuesen secuestradores. Hablar de los gremios como bandas delictivas. Hablar de las familias como víctimas.

 

Hace 11 años, en un editorial -en pie de guerra- titulado “La Educación Argentina como rehén”, el ex ministro de Educación Mariano Narodowsky advertía que el mal que perjudicaba al funcionamiento escolar era la cultura del paro. Posiblemente, la idea de “toma de rehenes” no haya sido acuñada por él, aunque aparece como uno de sus precursores. Un año después, el negacionista Abel Posse abonó a la construcción de la misma figura: docente=secuestrador, alumno=rehén, y siguen las firmas. Esteban Bullrich continuó con el precepto en varias ocasiones, como en 2010, cuando señalaba a los centros de estudiantes que tomaban secundarios porteños. Incluso Cristina Kirchner, no en la recordada apertura de sesiones legislativas de 2012, sino en la de 2014, espetó “uno tiene la sensación de sentirse rehén”, en la antesala de una paritaria nacional docente correspondiente a un año par, en otras palabras, de retracción económica.

Hace 11 años, en un editorial -en pie de guerra- titulado “La Educación Argentina como rehén”, el ex ministro de Educación Mariano Narodowsky advertía que el mal que perjudicaba al funcionamiento escolar era la cultura del paro.

Otros han pronunciado su letanía anti-docente acudiendo a un sinfín de ardides, como cuando querían mandar a los docentes a hacer anti-doping o simplemente cambiarlos por voluntarios auto postulados en twitter. Cada año, nace una nueva manera de invitar a que los trabajadores de la educación se sienten en la mesa salarial.

 

En la apertura de sesiones bonaerenses del año pasado, María Eugenia Vidal moduló las “palabras mágicas” (toma de rehenes) y agregó que cada febrero los padres sufren la incertidumbre sobre si arrancan o no las clases. Esto último, un asunto absolutamente atendible. El mascarón de proa de la discusión por el sentido es la Gobernadora bonaerense, que con sus frecuentes embates contra Roberto Baradel ha trabajado una idea personalizada sobre el sindicalista.

 

Si bien es correcto afirmar que la Gobernadora sigue siendo el “as en la manga” de su espacio político, algo ha cambiado: el nivel de confrontación con los sectores docentes durante 2018 arrojó un diagnóstico negativo en los sondeos. Los resultados parecen estar a la vista: en este año electoral, la apertura de sesiones no sólo no contó con la clásica demonización contra el barbado conductor de SUTEBA sino que tuvo un hecho un tanto particular. En pleno Palacio Legislativo, la Gobernadora confesó que quiere pedirles perdón (a los docentes) si en algún momento sintieron que se equivocaron (ellos). A priori impensado, coyunturalmente deducible.

 

Finalmente, Soledad Acuña, la ministra porteña, ha repetido, tanto en 2017 como en 2018, el refranero de Vidal, incluso adoptando su histrionismo a la hora de invocar las “palabras mágicas”. La Ministra que nunca estuvo al frente de un aula dejó entrever que Baradel no tenía título docente y además le colocó el mote de extorsionador. Exagerado.

 

Lo de la toma de rehenes no recae únicamente sobre los docentes. Todo dirigente gremial que se precie de tal y que tenga representación en alguna rama de servicios, seguramente recibió alguna vez como respuesta de la patronal que toman de rehenes a los usuarios. Porque habitar ese terreno simbólico y regarlo de terror no es otra cosa que negar las conquistas del movimiento obrero.

 

Algunas ideas

¿Es posible desarmar la idea de que somos tomadores de rehenes? Posiblemente sí, aunque ya vendrán nuevos sayos para quienes disputan sentido, salario e infraestructura. No hay que desesperarse.

 

La pedagogía de la lucha también es la pedagogía del paro. La tarea que debe acompañar la práctica diaria es la de pregonar las ideas que nos llevan a tomar ciertas definiciones. Si el trabajo con las familias de nuestros chicos y chicas de la escuela es dinámico y recíproco, nadie mejor que un docente para explicar el significado de una medida de fuerza y en qué medida esta aporta a la defensa de la educación. Es por abajo, y no hay recetas mágicas.

 

Una maestra que conoce el barrio debe tener una comprensión superadora de lo que significa que no arranquen las clases para una familia. No se puede obviar que hay una sociedad que aguarda el desenlace padeciendo -en mayor o menor medida- algún nivel de desorganización familiar. Pero, justamente, la tarea es interpelar a la comunidad, provocando una salida de ese rol pasivo donde los colocan los funcionarios y construyendo una memoria colectiva sobre lo que hacemos, que, en definitiva, es para provecho de todos. La lucha por la educación pública tiene un largo muestrario de logros para compartir con las familias, que han hecho de la escuela un lugar mucho mejor y que son producto de las medidas de fuerzas, entre ellas los paros.

 

La cantinela de que los docentes somos tomadores de rehenes conecta con la memoria reciente. No hay azar en esa construcción de sentido. Habría que preguntarse, con cierta seriedad, quién toma de rehén a los chicos y chicas. Si son los docentes o un gobierno que borra de un plumazo la Paritaria Nacional. Si son los docentes, o es un gobierno que empieza la negociación en marzo, cuando los gremios piden que se abra en diciembre. Si los docentes, o un gobierno que recorta el financiamiento y deja que las escuelas se caigan a pedazos.

 

¿Quién es rehén, en definitiva, cuando educar se convierte en sinónimo de trinchera?

La lucha por la educación pública tiene un largo muestrario de logros para compartir con las familias, que han hecho de la escuela un lugar mucho mejor y que son producto de las medidas de fuerzas, entre ellas los paros.

*Trabajador de la educación. @SuburbioPedago

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