VIOLENCIA ES NO TENER DERECHO AL FUTURO

Por: Tania Rodríguez

La quinta marcha de las mujeres, lesbianas, travestis y trans congregó a miles de repertorios de acción y resistencia en un reclamo colectivo. Contra los femicidios, la  violencia económica, el racismo y discriminación y en reclamo por derechos laborales y la jubilación para trabajadoras “amas de casa”. Un solo grito en las calles de todo el país.

Fotos de Gala Abramovich

«¡Aborteras!» grita una señora a un grupo de jóvenes que se hacen lugar en uno de los vagones. «¡Y del conurbano!» responde una de las pibas mientras sus amigas largan la carcajada, orgullosas. La señora también sonríe. La complicidad se instala en el subte en el que nos amontonamos en dirección a la Plaza de los dos Congresos.

¡Alerta, alerta, alerta que caminan mujeres feministas por las calles de Argentina! y ¡Ahora que estamos juntas! animan el viaje durante las estaciones siguientes. Se juntan cuerpos y voluntades. Al bajar, la sensación es que somos multitud. El poder de lxs muchxs.

La calle, colorida y contundente, congrega por quinto año consecutivo la movilización. Cientos de miles de mujeres, lesbianas, travestis y trans, en decenas de ciudades del país, protestan contra las violencias machistas. #NiUnaMenos expresa, desde 2015, una variedad de repertorios de acción y resistencias feministas con capacidad de interpelar a la sociedad de manera transversal, diversa y masiva. Colectivizó un reclamo que enmudecía y rompió el cerco de silenciamiento en una multiplicidad de ámbitos familiares, laborales, sociales y políticos.

No son crímenes pasionales; son femicidios, asesinatos y crímenes de odio. En 2018 se registraron 278 víctimas de femicidios, en el 83% de los casos tenían un vínculo previo con el femicida(pareja, ex pareja, familiar, conocido), asegura un informe del Observatorio de las Violencias de Género. En lo que va de 2019 hubo 133 femicidios, uno cada 29 horas.  La crisis económica en Argentina carga contra los cuerpos femeninos.

ni una menos 2019 2

La denuncia contra la violencia económica y la precarización laboral atraviesa las columnas de la movilización. “Trabajadoras somos todas” reza una pancarta en manos de una cooperativista que camina por Avenida de Mayo junto a sus vecinas y compañeras y cientos de trabajadoras despedidas durante los últimos 3 años,  precarizadas, mal pagas, informales, con más de un trabajo, jefas de hogar, responsables de merenderos.

Según el informe del CETyD “El peso de la crisis lo están cargando  las mujeres”, de este año, entre 2016 y 2018, tres de cada cuatro personas que quedaron desocupadas son mujeres. Durante el mismo período, del total de la población que salió a buscar trabajo remunerado, nueve de cada diez son mujeres. Mujeres que además dedican en promedio unas 6,5 horas diarias al trabajo doméstico no remunerado  mientras que son cuatro de cada diez los varones que realizan tareas domésticas en un promedio de tres horas diarias, según la encuesta de uso del tiempo del INDEC. La desigualdad en el mercado de trabajo y el hogar también se siente en el salario: la brecha de ingresos entre varones y mujeres que en Argentina alcanza un 27% y asciende a un 35% en la economía informal (sectores asociados a salarios más bajos que afectan más a mujeres que a varones).

A la bandera “de arrastre” que sostienen despedidas y precarizadas que encabezan la marcha, le sigue una segunda fila de compañeras que levantan la consigna «Ni Una Trans Menos». La precarización laboral aumenta de manera drástica entre las personas travestis y trans. Según datos Economía Femini(s)ta (2018): Mapa del cupo laboral trans, solo el 18% de las personas travestis y trans había accedido a un trabajo formal. El reclamo por la Ley Diana Sacayán de cupo laboral para este colectivo es una de las principales batallas contra la precarización de la vida y las políticas de exclusión.

Somos las nietas de todas las travas que nunca pudieron matar, ey!

…de todas las negras que nunca pudieron matar, ey!

…de las indígenas que nunca pudieron matar!

El orgullo llena el aire. Y vuelven a empezar. Se comparten las consignas de la compañera de al lado. De la bandera de al lado.

Más atrás, se levantan las banderas de los sindicatos. La unidad de las centrales sindicales y las trabajadoras de la economía popular es signo de época. Comparten las calles desde el Paro Internacional de Mujeres de 2017 mujeres sindicalistas de la CFT-CGT, las CTA y la CTEP. Una de las consignas que más resuena entre las filas de los gremios es el reclamo por el mantenimiento de las jubilaciones de la moratoria previsional que Macri anunció que no renovaría. Como señala Julia Strada en un análisis sobre la iniciativa de equidad de género del gobierno de Macri: la decisión de Cambiemos de no prorrogar la moratoria “se parece mucho a un castigo patriarcal”. La economista señala que entre 2003 y 2016 fueron 1.796.439 las mujeres que se jubilaron por moratoria, es decir, más del 80% del total de los que accedieron al beneficio previsional.

Hace un año, la mesa de mujeres sindicalistas denunciaba que el endeudamiento con el FMI no podía cargarse sobre las espaldas de las trabajadoras. “Vivas, libres y desendeudadas nos queremos” fue la consigna contra un sistema que añade a la triple explotación de las mujeres, la des ciudadanización de las “amas de casa” que son trabajadoras del cuidado, y las trabajadoras cuyos empleadores decidieron mantener en la informalidad.

ni una menos 2019 3

A lo largo de estos años, las movilizaciones de Ni Una Menos colectivizaron experiencias que hasta hace un tiempo nos mantenían individualizadas. Lo que te pasa a vos, nos pasa a muchas. ¿Qué hacer cuando la crisis económica se profundiza y para muchas se vuelve imposible asistir a una movilización? Lo que le pasa a las que no pueden movilizar, nos pasa a todas.

El encuentro colectivo en el espacio público, en los lugares de trabajo y los barrios, convoca a organizarnos para que no haya #NiUnaMenos por violencias sexistas y violencias económicas, por violencias racistas, clasistas y discriminatorias sobre las identidades vulneradas ni por abortos clandestinos. A la unidad en lucha por las excluidas, por las que trabajan gratis para que otros trabajen por un salario, por el derecho a vivir libres.

Tomar las calles y la palabra porque  “se lo debemos a todas las pibas que nunca volvieron” como dice una canción de las compañeras de ATE. Recuperar la experiencia de las sindicalistas, las cooperativistas, las piqueteras, las jubiladas: feminizar la resistencia y, también, la disputa política para construir un proyecto de mayorías.

MÁS
NOTAS

TU OPINIÓN CUENTA

Nos gustaría que nos cuentes sobre tu experiencia en el sitio y sobre todo, acerca de nuestros contenidos.




    Suscripción