TODOS HABLAN DE PERONISMO

Por: Agustín Cesio

“¿Volverá el peronismo?”, se preguntan desde la portada del libro cuya autoría comparten María Esperanza Casullo, Juan Carlos Torre y Julieta Quirós. La duda sobre el futuro del movimiento creado por Juan Domingo Perón en el siglo XX aflora cada vez que sufre una derrota. Del debate sobre su capacidad para regresar, acompañar las nuevas tendencias de época y hasta amalgamarse y renovar su vínculo con la sociedad actual, habla esta reseña que invita a reflexionar antes de “desayunarse la cena”. Por Agustín Cesio*

Las veces que el peronismo fue derrotado, una duda existencial cayó alrededor suyo y se repitió como mantra: “¿Ha muerto?”. Se preguntó y se dio por sentado. La experiencia demostró que en 1983 y sobre todo en 1999 aquello no pasó de estar en ciernes: la Renovación de los años 80 (y el carisma de Menem) y la crisis del 2001 lo pusieron nuevamente a gobernar. Con esta historia reciente como antecedente llegamos a la fantasmagoría que dejó de ser demodé con Cambiemos. Pero, como hace veinte y treinta años, no hay que desayunarse la cena: los resultados del gobierno macrista hacen que el fin del peronismo parezca por el momento algo lejano.

 

A pesar de lo anterior, el movimiento fundado por Juan Perón dista de ser algo vivificado y actuante como en sus momentos de esplendor. La cosa se asemeja más a la definición de John William Cooke: un gigante miope e invertebrado. Y esto es así porque estamos hoy ante una fuerza política de mística sigloveintesca que afronta uno de los problemas de la posmodernidad: sociedades cada vez más complejas y segmentadas.

 

Tal vez por eso hoy parecería más apropiado afirmar la existencia de peronistas (con Cristina Fernández, con Sergio Massa, en Cambiemos) en lugar de EL peronismo. En ese sentido, no es descabellado asumir que el término adquirió diferentes valoraciones en la discusión política de los últimos años, con sede en Buenos Aires. Están quienes lo ven como una obsesión intelectual y están quienes lo ven como un consumo cultural de tribu. También están los que, en reacción a lo anterior, buscan en un peronismo realmente peronista una especie de refugio litúrgico. Después está la dirigencia…

Estamos hoy ante una fuerza política de mística sigloveintesca que afronta uno de los problemas de la posmodernidad: sociedades cada vez más complejas y segmentadas.

Todos parecen estar de acuerdo en algo: ¿qué se puede hacer salvo hablar de peronismo? Desde esta premisa parte el libro ¿Volverá el peronismo? que la editorial Capital Intelectual publicó en la serie La Media Distancia. Prologado por Felipe Solá y articulado (con diferentes registros) por Juan Carlos Torre, María Esperanza Casullo y Julieta Quirós, se explora el mantra justicialista desde una perspectiva actual. De este modo José Natanson y Martín Rodríguez, coordinadores de la serie, aportan orden al debate.

 

Para Torre, 2015 representó un efecto retardado de la crisis de 2001. Es decir, la acción estatal dejó de surtir efectos políticos a la hora de achicar la brecha abierta dentro de la base social peronista. ¿Cómo hacer para amalgamar los fragmentos dispersos?, se pregunta. Modular “un discurso que sepa colocarse por encima de la heterogeneidad”, contesta. La política contra los efectos de la dinámica social: el autor da por sentado que en algún momento se logrará “ductilidad” para acompañar las tendencias de la vida pública. Sugestivamente Torre escoge el adjetivo: el diccionario define a lo dúctil como aquello capaz de cambiar y transformar su forma por presión.

Juan Carlos Torre da por sentado que en algún momento se logrará “ductilidad” para acompañar las tendencias de la vida pública.

[vc_column][vc_single_image image=»3066″ img_size=»large» alignment=»center»]Casullo explora un territorio sobreinterpretado de un modo poco usual: desde la relectura ensayística revé la relación de la ciudad con los márgenes físicos y culturales, las periferias. Las “idas” y las “vueltas”, pero siempre volver de “lo desconocido” para construir el “conocimiento” en la ciudad. De este modo, logra algo original: al finalizar el artículo se puede pensar que el éxito o fracaso del peronismo está ligado con la capacidad de re semantizar contenidos o prácticas. El texto actualiza los bordes fronteras adentro: el “nuevo desierto” es el Gran Buenos Aires.

 

La etnografía política que logró Julieta Quirós es inmejorable. Para ella, el peronismo resulta ser una necesaria negociación entre sus partes, “es lo que se cose y se desgarra entre ellas en cada momento histórico”. La grieta es una fisura irremediable, “la interna justicialista del siglo XXI”. Y la unidad, una carta mítica desmentida por la realidad. Córdoba es su caso ejemplar: Quirós nos cuenta con lujo de detalles la interna entre esas dos concepciones del peronismo (el cordobesismo y el kirchnerismo) que estalló “tempranamente y a cielo abierto”. Como Torre, la antropóloga no toma tan al pie de la letra su conclusión: sostuvo que si bien las partes son preexistentes, “de tanto en tanto necesitan hacer peronismo en singular”.

Al finalizar el artículo de María Esperanza Casullo se puede pensar que el éxito o fracaso del peronismo está ligado con la capacidad de re semantizar contenidos o prácticas. El texto actualiza los bordes fronteras adentro: el “nuevo desierto” es el Gran Buenos Aires.

El libro (con sus tres ensayos) no contesta directamente la pregunta que dispara, más bien lo hace mediante un sobreentendido. Sabemos, intuimos, que en algún momento el peronismo va a volver: de hecho es más fácil imaginar que puede perder otra elección presidencial antes que su vigencia. ¿De qué depende la eventual vuelta? Lo dice y lo repite la política, lo marca Solá en su prólogo: pensar la actualidad más allá del mito de que “el pueblo es peronista”. Guardar ese carnet y ponerse a construir una oferta nueva.

Para Quirós, la grieta es una fisura irremediable, “la interna justicialista del siglo XXI”. Y la unidad, una carta mítica desmentida por la realidad. Córdoba es su caso ejemplar.

Entonces, sí, el peronismo intenta ofrecer algo nuevo y está en plena búsqueda de una traducción. Esa oferta, ¿debe ser de unidad o de renovación? A partir de ambos términos, tan propios de la galaxia justicialista, se estructura el debate interno más reciente entre ciudadanos y altperonistas. Hacia afuera cabe preguntarse otra cosa: ¿podrá el peronismo redefinir su relación con una sociedad fragmentada?

Pero me gustaría terminar este comentario con otras preguntas: si efectivamente el peronismo volverá, ¿cómo lo hará? ¿Bajo qué versión de sí mismo? ¿Logrará hacer peronismo en singular? Entre una etapa y otra se da una alquimia que produce la actualización política y doctrinaria. Por eso es hora de dejar de mainsplainear y comenzar a hacer. Y en eso parece estar.

Sabemos, intuimos, que en algún momento el peronismo va a volver: de hecho es más fácil imaginar que puede perder otra elección presidencial antes que su vigencia.

*Periodista político y editor del portal Bunker

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