HISTORIA RECIENTE Y GREMIALISMO DE LOS TRABAJADORAS DE PRENSA

Por: Ezequiel Dolber

Los hitos de una pelea silenciada, la de lxs trabajadorxs de prensa, cobran forma en el libro de Tomás Eliaschev, “No nos callan nunca más…”. Vaciamientos, despidos y represión estatal confirman que la lucha de este gremio está íntimamente ligada a la historia general del movimiento obrero argentino. El autor advierte que a pesar del panorama sombrío, producto de las vertiginosas transformaciones que sufre el mapa de medios, están surgiendo formas impensadas de emancipar la expresión. Fotos: Gala Abramovich.

El libro «No nos callan nunca más. Una historia de libertad de expresión y censura. La disputa adentro de los medios» del periodista Tomás Eliaschev reconstruye algo históricamente oculto e invisibilizado por las grandes corporaciones mediáticas: la voz de las y los trabajadores de prensa. A partir de un riguroso trabajo de archivo, Eliaschev recoge los principales hitos de una pelea siempre silenciada, un primer elemento que surge con la lectura del libro. Las y los periodistas narran a diario para la sociedad los principales hechos de la vida pública, pero no hay lugar para contar sus batallas, preocupaciones o intereses si no son los mismos que los de la empresa editora. Sin embargo, hay una rica y vasta historia de luchas que Eliaschev recupera con esta publicación.

 

La resistencia de las y los trabajadores de Clarín que evitó la salida en el diario de una solicitada en favor de los genocidas en la década de los ’80, el repudio de la redacción de La Nación a los editoriales del medio a favor de la dictadura cívico militar y la maternidad forzada de niñas, o la defensa de los medios públicos contra el vaciamiento de la gestión de Cambiemos, por mencionar algunos de los hechos más relevantes, confirman hasta qué punto polarizan en la mayoría de las ocasiones la llamada libertad de empresa con la verdadera libertad de expresión. En estos enfrentamientos hay un aspecto que Eliaschev destaca, que es la disputa en el campo de los derechos humanos. Por ejemplo, el repudio y la batalla de lxs trabajadorxs de prensa en el caso Santiago Maldonado contra el operativo oficial de impunidad del gobierno que contaba con el aval de las grandes empresas de medios. Justamente, el Estado no tiene un papel neutral o ausente en esta polarización entre empresas y trabajadorxs. En los casos más extremos, las fuerzas de seguridad han desplegado toda su furia contra fotorreporteros/as y comunicadores para evitar que se registre la represión contra distintas manifestaciones populares.

 

La mayoría de las veces, la organización gremial vertebra y opera como un catalizador en este enfrentamiento entre empresas de medios y periodistas. En ese sentido, el libro de Eliaschev funciona en los hechos como un libro sobre la historia del gremio de prensa, una deuda pendiente de larga data. La historia de la lucha de lxs trabajadorxs de prensa está íntimamente ligada a la historia más general del movimiento obrero del país y sufrió innumerables persecuciones con despidos, intervenciones y cierres que tienen nombre y apellido. En su recorrido, el libro llega hasta el presente con la construcción y nacimiento del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), un proceso que emerge desde las bases en la última media década a partir de un intenso proceso de recomposición gremial en las empresas con la elección de comisiones internas y delegados/as tras la virtual disolución del sindicato anterior, la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA).

La historia de la lucha de lxs trabajadorxs de prensa está íntimamente ligada a la historia más general del movimiento obrero del país y sufrió innumerables persecuciones con despidos, intervenciones y cierres que tienen nombre y apellido.

[vc_column][vc_single_image image=»3621″ img_size=»large»]Finalmente, el libro también toma nota de cómo la disputa por la libertad de expresión va asumiendo diversas formas a la luz de las vertiginosas transformaciones que sufre el mapa de medios en nuestro país. En un contexto de cierres y despidos masivos, la contracara de ese proceso se plasmó en el crecimiento y la expansión de los medios cooperativos, comunitarios y/o autogestivos que desarrollaron propuestas alternativas de comunicación con un alcance de gran magnitud en algunos casos.

 

-En el libro se menciona la frase de uno de los primeros dirigentes sindicales del gremio de prensa, Octavio Palazzolo, sobre la negación de los propios medios de comunicación a contar los conflictos en sus empresas. ¿Creés que se han logrado cambios en relación a esa situación?

 

-Si vemos lo que pasó con la primera huelga realizada en la redacción de un medio nacional, en el diario La Prensa, a fines de abril de 1919, y lo comparamos con lo que sucede en la actualidad, constatamos que hay muchas cosas que se mantienen iguales. En ese entonces la postura patronal se expresaba en los editoriales del diario La Nación: directamente rechazan la idea de que los periodistas se sindicalicen. Plantean que eso atenta con su libertad de pensamientoRecordemos que los dueños de esos diarios formaban parte de la Liga Patriótica Argentina. Habían pasado unos pocos meses desde que las bandas parapoliciales habían sembrado el terror en las calles porteñas y aún así se erigían como defensores de la libertad. Un siglo después, a veces pareciera que a los dueños actuales de los medios de comunicación les diese miedo que los trabajadores de prensa se organicen sindicalmente y se reconozcan como parte de la clase trabajadora. Por eso las patronales del gremio de prensa, cualquiera sea su posición política, tienen una coincidencia. Prefieren no hablar de lo que sucede en las redacciones. No quieren que se sepa que desde adentro surgen reclamos por las condiciones materiales y también por cuestiones editoriales. Siguen intentando que los reclamos de quienes hacen los medios sean invisibilizados. Sin embargo, no se puede ocultar la voz de quienes trabajan haciendo todo lo necesario para que exista la cobertura periodística. Es una voz autónoma, distinta a la de las patronales. Pasó un siglo y nuestro gremio ha obtenido conquistas muy importantes, como el Estatuto del Periodista del 46 y los Convenios Colectivos de Trabajo del 75. Y en los últimos tiempos renació el gremio de prensa. Cuando eso sucede es muy difícil tapar el sol con la mano.[vc_column][vc_single_image image=»3622″ img_size=»large»]-Uno de los capítulos aborda el conflicto en Radio y Televisión Argentina bajo el mando de Hernán Lombardi que ha desarrollado un vaciamiento y ajuste muy sentido contra sus empleados. ¿Por qué pensás que el gobierno de Cambiemos ha tenido una política tan agresiva en los medios públicos?

 

-Buscan quitarle potencia informativa a los medios públicos porque son los únicos con capacidad de llegar a todo el país y con la trayectoria suficiente como para seguir una agenda periodística donde la noticia no es ni mercancía ni operación propagandística del gobierno de turno sino una agenda en donde se da espacio a las voces de todos los sectores de la sociedad y en donde se tienen que difundir los reclamos que realizan los sectores populares. Esto se vio muy claramente en la cobertura de la desaparición de Santiago Maldonado. Por eso la política oficial es que no haya producciones locales de Radio Nacional en las provincias. Buscaron anular las corresponsalías de Télam. Y que no haya más coberturas más allá de la avenida General Paz en la TV Pública. A la vez, están obsesionados por la manera en la que se informa sobre lo que pasa en el continente. En materia de noticias internacionales su prioridad es fomentar un golpe de Estado en Venezuela. No lo dicen pero sus acciones demuestran que para los funcionarios del gobierno los medios públicos deben ser reducidos a su mínima expresión y convertirse en meros repetidores de gacetillas gubernamentales. Hablan de la BBC pero pareciera que nunca se enteraron de cómo funciona. Al encontrarse con la resistencia de los trabajadores, que frenaron al menemismo y a la anterior Alianza en sus respectivos intentos ajustadores, y que ahora logran frenar gran parte de los planes oficialistas, se enojan y se frustran. Sobre todo cuando desde esa resistencia gremial se generan producciones periodísticas de alto nivel, como se pudo ver con el sitio www.somostelam.com que pusieron en marcha en Télam durante los 119 días de paro o con el #NotiTrabajadores de la TV Pública, donde a lo largo de un año, cada sábado pusieron en marcha su propio noticiero ante la decisión del gobierno de que no haya más informativos durante los fines de semana. Volviendo a tu pregunta anterior, hoy tenemos más herramientas para difundir estas luchas que nos permiten hacer visible nuestro reclamo aunque nos intenten silenciar.

 

-En el mismo sentido que la pregunta anterior, vos describís detalladamente la represión desplegada por las fuerzas de seguridad contra trabajadores de prensa durante los años de la gestión Cambiemos. ¿A que pensás que se debe el «ataque a la prensa», como lo llamás?

 

-Este gobierno asumió con el discurso de que se acababa la “guerra contra el periodismo”. Sin embargo nos encontramos que a lo largo de su gestión, más de 4500 trabajadores de prensa perdieron sus puestos de trabajo, mientras que 28 fueron detenidos y al menos 58 fueron baleados con perdigones de goma mientras se encontraban realizando coberturas periodísticas. O sea que no sólo nos dejan sin trabajo y se cercenan las voces críticas sino que además nos atacan físicamente. Esa violencia, que se desplegó sobre todo en el centro de la ciudad de Buenos Aires durante la represión a las marchas por la aparición con vida de Santiago Maldonado, en contra de la reforma previsional y del presupuesto a pedido del FMI, y también en lugares paradigmáticos como en Bariloche o en Jujuy, son parte del modelo represivo que encarna Patricia Bullrich. Incorporan un montón de armamento y buscan represiones aleccionadoras, donde dirigentes políticos y sociales y manifestantes que resisten la violencia policial son atacados de manera alevosa. Pero no se quedan ahí. Hay varios casos de personas que pasaban por ahí y fueron detenidas y golpeadas.

 

-Los derechos humanos son un tema también que aparece con fuerza, ligados a la propia historia del país. Vos sos, además de periodista y autor del libro, secretario de DD.HH. del Sipreba. ¿Cuál es la relación entre los organismos y las luchas del gremio de prensa? 

 

-Las Madres de Plaza de Mayo -y los organismos de derechos humanos en general- tienen una larga historia de trabajo conjunto con el gremio de prensa. La lucha por memoria, verdad y justicia, por la cárcel a los genocidas, por el nunca más, marcó muy fuertemente a nuestro gremio. Tenemos más de 200 casos de trabajadores de prensa asesinados o desaparecidos por el terrorismo de Estado. Próximamente habrá una nueva oportunidad para profundizar esta relación a la que hacés mención en tu pregunta. Es el homenaje que estamos organizando para el próximo 27 de junio, fecha en la que se va a cumplir el 50° aniversario del fallecimiento de Emilio Jáuregui, secretario general de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN), que fue asesinado por la policía en la represión a una movilización en repudio a la presencia de Rockefeller en el país, en plena dictadura de Onganía. Tanto ayer como hoy, es necesario un periodismo que no sea ajeno a los padecimientos y a las luchas de los sectores populares.[vc_column][vc_single_image image=»3623″ img_size=»large»]-Con miles de despidos y una precarización creciente, ¿cómo observás la situación actual de los medios en Argentina?

 

-Es una situación muy complicada, la peor desde el retorno de la democracia, como siempre remarca nuestro secretario general, Fernando Dondero. Son impresionantes los datos aportados por la encuesta del SiPreBA, que indican al menos 4500 puestos de trabajo perdidos, cierre de medios y una pauperización abrupta de quienes no fueron despedidos. Sólo una minoría del gremio no padece alguna situación difícil. Sin embargo, hay elementos que nos permiten ser optimistas y apostar por un renacimiento del oficio periodístico, como lo muestran numerosas experiencias comunicacionales autogestivas.  La organización sindical de los trabajadores y trabajadoras de prensa en las redacciones de los medios privados, públicos y comunitarios en todo el territorio nacional es hoy un horizonte real y posible. Está sucediendo.

 

-En el libro se desarrolla también el tema de los medios cooperativos. ¿Qué pensás que aportan esas experiencias al mapa actual de medios?

 

 -Es fundamental el trabajo cooperativo para el mapa de medios. Experiencias como las de Tiempo ArgentinoEl Ciudadano, La Manaña de CórdobaBarricada TV o Cítrica, entre cientos o tal vez miles de expresiones autogestivas, son realmente esperanzadoras. Nos muestran que hay vida más allá de las patronales. Logran aportar a las luchas del pueblo y garantizarse un sueldo. Enfrentan enormes dificultades porque el mercado monopólico, ya sea del papel o de Facebook, intentan borrarlos del mapa. Desde el gobierno y desde el empresariado ni siquiera consideran a este sector, que es esencial para un sistema democrático. Soy de los que piensan que aun incorporando las más novedosas tecnologías es necesario que muchísimas más personas se dediquen al periodismo. Ante la avalancha cotidiana de sobreinformación que recibimos necesitamos que a lo largo y lo ancho de todo el país haya medios de comunicación -públicos, privados y cooperativos- que puedan dar cuenta de la realidad con equipos periodísticos conformados por trabajadorxs de prensa que tengan un sueldo digno y garantías para ejercer la libertad de expresión.

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