LA INSTITUCIÓN DE LA VIOLENCIA

Por: Evangelina Caravaca y José Garriga | Fotos: Gala Abramovich

Fotos de Gala Abramovich

Desde hace algunos años la categoría violencia institucional pisa fuerte teórica y políticamente. Con esta noción se buscó poner sobre la mesa los casos letales junto a las violencias cotidianas de las fuerzas de seguridad. Pero principalmente amplió el campo de la reflexión al mostrar las rutinas de abusos y los marcos institucionales y burocráticos que las tornan posibles. Desplazó el sentido de los individuos a las instituciones y de lo excepcional a lo recurrente. Y, en el auge de esta categoría, cada 8 de mayo se conmemora el Día Nacional de Lucha contra la Violencia Institucional. ¿Por qué esta fecha en particular? El 8 de mayo de 1987 dos policías de la bonaerense fusilaron a tres jóvenes que tomaban cerveza en una esquina de un barrio popular de Lomas de Zamora. Este asesinato sería conocido como la Masacre de Budge. En una joven democracia las movilizaciones posteriores a este caso fueron un parteaguas para con la impunidad. El trabajo decidido de diversos colectivos militantes propició que un término empezara a ganar impulso para hacer visibles estas muertes: “gatillo fácil”. Desde principios de los noventa la emergencia de otros casos en la arena pública – Walter Bulacio por nombrar sólo uno de una lista extensa – fue consolidando una mirada que iluminó y concientizó sobre las formas de matar de las fuerzas de seguridad. El recorrido de esta reflexión fue del gatillo fácil a la noción de violencia institucional dando cuenta de un esfuerzo por pensar un abanico más amplio de violencias. Una noción que contemple no sólo los fusilamientos a manos de las fuerzas de seguridad sino también otras prácticas que marcan a fuego la cotidianeidad en ciertos barrios.

Hoy, la noción de violencia institucional nos pone ante nuevos aprietos. Entre ellos, ampliar estos sentidos para incluir otras instituciones que no sean las fuerzas de seguridad y reflexionar sobre otras formas de violencia que por naturalizadas o normalizadas pasan desapercibidas ¿Qué queda adentro y qué queda afuera de una noción aparentemente laxa? ¿Cómo pensar a las violencias por omisión? ¿Quién y cómo se define esta categoría? Las preguntas parecen ser muchas y las disputas por su definición aún más recurrentes.

Creemos que las cinco imágenes/historias que presentamos nos ayudan a reflexionar sobre las violencias institucionales, una categoría vigente y productiva por su articulación entre la teoría y la política.

 

 

Raquel

Gatillo fácil por dos

Sufrió como madre la violencia institucional, la más clásica y tradicional, cuando su hijo fue asesinado por la policía. Mariano era músico y el 21 de diciembre del 2000 fue tomado como rehén en un robo a un banco. Mariano y Julieta conversaban en una esquina cuando Darío y Walter los tomaron de rehenes. Los cuatro huían en un pequeño auto por las calles de San Isidro cuando la policía los interceptó y los baleó. Mariano y Darío fallecieron. Los policías intentaron fraguar un enfrentamiento que nunca existió. Raquel, infatigable, luchó para que se haga justicia por Mariano pero también por Darío. Con sus asesinatos se plasma un ejemplo latente y trágico de la violencia institucional.

 

Paola

La causa armada

Con su hijo preso Paola sintió que el mundo se detenía, pero también cree hoy que encontró una fuerza desconocida para salir adelante. La Asociación Civil de Familiares de Detenidos -ACIFAD- llega a su vida a partir del encarcelamiento de su hijo Adrián, detenido y procesado sin elementos probatorios, lo que comúnmente se conoce como “causa armada”. Las prácticas abusivas del sistema penitenciario tienen efectos más allá de la cárcel: los familiares saben -y sufren- sobre los traslados de sus hijxs, sobre las incomunicaciones arbitrarias, sobre las condiciones inhumanas a las que someten a la población carcelaria. Comer, estar abrigados y comunicados depende de los lazos familiares que lxs presxs tengan con el afuera. Desde ACIFAD Paola lucha para que los derechos no sean tratados como privilegios.

 

Cristian

Sobrevivir en La Rana

Muestra una foto de su niñez. En un pasillo de una villa en San Martín tres madres jóvenes tienen a sus hijos en brazos. Sonríen abrigadas mirando a cámara. De aquellos niños solo queda vivo Cristian. Los otros mueren -casi niños- antes de los veinte años en un caso de gatillo fácil y en un tiroteo. Cristian sabe que tuvo bastante más suerte que muchos de sus amigos de la infancia: tener comida casi todas las noches, llegar a la universidad, trabajar de lo que le gusta.  Pero ser marica y villera supuso un esfuerzo constante para saber defenderse (adentro y afuera del barrio) y también una identidad y orgullo potentes. La historia de la foto que nos muestra Cristian nos devela el entramado entre las pobrezas y las violencias.

Anahí

Todas las violencias institucionales

La historia de Anahí es un ejemplo de las violencias institucionales. Como mujer travesti vivió muchas agresiones, desde las violencias simbólicas en los servicios de salud hasta la persecución policial, con golpes y abusos sexuales. Sin embargo, su historia sirve para reflexionar sobre una de las más invisibles formas de la violencia institucional: la que acontece en el seno de las familias. Entre los recuerdos más brutales de Anahí emergen las escenas de la vida familiar para intentar “corregir” su elección sexual.

Mariana

Condenada por lesbiana

La de Mariana es una de las historias más conocidas de los últimos tiempos. Fue detenida cuando besaba a su esposa en la estación de tren de Constitución. La versión policial de los hechos sostiene que fue detenida por fumar en un lugar prohibido, que resiste a la autoridad y termina agrediendo a las fuerzas de seguridad. Y es en este punto de las versiones oficiales donde queremos hacer hincapié. Las violencias institucionales necesitan para existir la complicidad de varias instituciones. Los operadores del sistema judicial son un eslabón de esta perversa maquinara. Por diferentes razones, muchas veces acompañan las versiones policiales de los hechos sin investigar ni cuestionar el accionar de las fuerzas de seguridad.

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