REFLEXIONES SOBRE LA VIGILIA DE #LNT

Por Mario Santucho

(Revista Crisis)

Entre las imágenes de #estonopuedeser prima el verbo “trabajar”, la mayoría de las veces como una acción que ha tenido lugar en el pasado… hasta que un día se cortó. Son lxs desempleadxs del macrismo, a los que se suman una legión de precarixs cada vez más ajustadxs. Quieren hacer del laburo hoy un sinónimo de tristeza, angustia y frustración. ¿De dónde saldrán las fuerzas para torcer este destino?

Por Lucila Deponti

(Movimiento Evita)

Este primero de mayo probablemente haya poco para festejar, pero indudablemente mucho para defender. En cada historia de #estonopuedeser está el relato vivo de cómo la destrucción de nuestra economía y la restricción de nuestro Estado se lleva puesto al trabajo individual como ordenador social y posibilidad de protección personal. La bronca individual crece, a la par del sometimiento y la explotación que implica la situación de sobreendeudamiento en base a la cual sobrevive hoy nuestro pueblo, en todos sus niveles. El enojo, el malestar, la bronca individual crece, habrá entonces que sumar las partes y transformarla en colectiva. Para marcar el límite, que hace mucho tiempo el macrismo ya traspasó, destruyendo oportunidades y derechos. Una trabajadora del Estado nacional, que aún conserva su lugar y que trabaja en el territorio, me contó que este año la directiva es implementar los planes de retirada. Nada más gráfico para contar cómo este Estado va a abandonar los territorios plagados de necesidades y desbordes cotidianos, de desesperanza y desesperación. Y allí en esa ausencia estarán los trabajadores, estaremos las trabajadoras, para reconstruir sobre sus escombros una patria de oportunidades y derechos donde nuevamente el primero de mayo sea un día de celebración en un camino de dignidad.

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Por Maisa Bascuas

(La Dignidad CTEP)

En estas vísperas del 1ro de mayo, #LNT convida una galería que es al mismo tiempo de dolor y de esperanza, de un país desvencijado y de un pueblo que se da maña y lucha. Durante el último mes, cada dia una historia y un rostro, en la que se anudan miles de otros rostros, historias que sin perder su singularidad, nos narran procesos colectivos que afecta a les laburantes en distintos rincones del país.

Es esta galería de #LNT reconstruye y visibiliza los modos y espacios donde se experimentan la crisis como implosion. El de las fábricas que cierran y las que dejan tendales de personas y familias en la calle; el de los pequeños comerciantes que cierran sus persianas para no volver a levantarlas, el de los territorios y sus trabajadoras de la comunidad, el de las cooperativistas de la economía popular que cada vez más empobrecidos no llegan a parar la olla, el de les trabajadores rurales que resisten; el de travas, lesbianas, maricas y no binaries que reclaman un trabajo digno y se resisten al destino de la prostitución como forma de paliar el hambre; y en las vidas de les trabajadores de las nuevas plataformas de delivery sin derechos laborales ni seguridad social.

Todas estas implosiones de las crisis invisibles a los ojos de los caballeros del gobierno que continúan hablando de estabilidad, de los dirigentes de la CGT que se niegan a convocar a parar aun cuando se vuelve difícil garantizar la reproducción de la vida, en estos días incluso la de sus afiliados. Ninguno de estos caballeros está dispuesto a renunciar a sus privilegios, aun cuando el agua se infiltra debajo de sus puertas. A cada implosión, nuevas resistencias que continúa expandiéndose y se vuelven audibles en direcciones múltiples, a veces impredecibles. En esos destellos la esperanza de dar vuelta la taba, de desmontar sus privilegios y los pactos que los garantizan. #FueraMacri #SeVaACaer

Un trabajo de juguetes – Por Alejandro Grimson

La historia de Gustavo me impactó, como tantas otras de las recogidas por LNT. Son víctimas dobles o quizás somos todos víctimas encadenadas. Fíjense: Gustavo era un comerciante y ahora está desocupado. Su problema es grave, como el muchos argentinos. ¿Pero qué vendía Gustavo? Juguetes didácticos, una de las formas más bellas de apostar a que nuestros hijos aprendan divirtiéndose, cultiven lo lúdico e incorporen conocimientos. Esos clientes de Gustavo también son víctimas: ya no pueden comprar juguetes didácticos. Son madres, padres, tías, abuelos que decidían hacer un regalo fuera de lo más habitual en el mercado a sus niños más queridos. ¿Y esos niños qué? No votaron a ningún gobierno pero sentirán cómo sus horizontes de acceso a bienes, regalos, servicios, cultura se va desgajando. Además, esos trabajadores con conocimientos especializados que contrató Gustavo, también están buscando cualquier trabajo para “parar la olla”. Para mí, la historia de Gustavo es muy parecida a la artesana Noelia, a la del campesino José, la editora Mirta, la investigadora Paula y todes. Sus historias nos conmueven porque si no son nuestra propia historia, es la de nuestro hermano, nuestro amigo del alma, la del vecino. Pero además cuando el país se queda cada día con menos editores y periodistas, científicas y campesinos, comerciantes y artesanos, es una nación que se va deshaciendo. Destruir el trabajo es la abolición misma de la comunidad nacional. No es casual que esta publicación se titule La Nación Trabajadora. Sin trabajadores, sin empleo digno, no hay nación que aguante.

Por Jon Heguier

Los rostros de los que más perdieron en estos 4 años de Macri en el poder: las trabajadoras y los trabajadores. Preocupación, tristeza, bronca, humildad y dignidad se ven en esas imágenes. Una muestra de la peor cara del ajuste. Testimonio y reflejo de una época dramática para el pueblo argentino.

 

Por Cecilia Cross

(CITRA-UMET)

Mirando las fotos de la vigilia es imposible no pensar en que, aquí y ahora, estamos luchando por nuestro derecho a que se nos reconozca como integrantes valiosos de la sociedad. La compañera del CONICET y la que trabaja en una fábrica recuperada, el dueño de la juguetería y la productora, se enfrentan al mismo dolor: no tienen derecho a hacer su contribución, ni a participar plenamente de la distribución de la riqueza socialmente generada.

#EstoNoPuedeSer porque no sobran investigadoras, obreras, emprendedores, tejedoras, productoras, ladrilleros, operarios. Sobran quienes especulan, estafan, mienten para quedarse con el producto de nuestro trabajo. Con y sin trabajo, con y sin recibo de sueldo, con y sin esperanza, con y sin familia a cargo, con o sin títulos educativos, somos una sola clase: la de quienes trabajan. Nuestro orgullo es que lo que sabemos hacer construye riqueza y felicidad del Pueblo. Y este 1° de mayo vamos a celebrar ese orgullo. Vergüenza no es tener que cerrar el negocio, que te echen de la fábrica, no entrar a la carrera de CONICET. Vergüenza es robar, mentir y decirle a millones que su contribución no importa, que están de más. Vergüenza es vivir a expensas del trabajo y el dolor ajenos. Vergüenza es que el hambre te importe menos que las ganancias de una empresa, sobre todo si fuiste votado para ser Presidente de la Nación.

Por Pedro Saborido

Cuando yo era chico, mi tío Roque, me hizo hacer un experimento que a su vez él había hecho en la primaria con su maestra. Me dio un fósforo de madera y me dijo que lo quiebre. Lo hice. Luego me dio muchos fósforos de maderas juntos y alineados y me dijo que haga lo mismo. Obviamente, no los pude partir.

-Eso es el peronismo – me informó.

Ejemplos de estas enseñanzas inocentes pero efectivas hay en todos lados. Incluso la película “Bichos” propone alguna similar. Lo conveniente de unirse es algo que sabemos todos. Es casi un cliché, de no ser a la vez, algo difícil de obtener. Lo que no se ejerce en mejores momentos, cuando hay trabajo, se torna más difícil de lograr cuando este escasea. El neoliberalismo nos hace más egoístas, más miserables, más miedosos. La inminencia entonces, se prolonga. El suspenso se hace insoportable: ¿cuándo va a pasar algo? nos preguntamos con ansiedad de miniserie. Falta que se conecten ciertos factores, que se unan algunas cosas, nos contestamos.

Los mercados son ahora aquel Dios que premia o castiga. Aunque los mercados perdonan menos, o ni siquiera perdonan. Unirse para enfrentarlos también es un pecado. Por eso muchos tienen miedo de hacerlo. O saben que hay un premio si no lo hacen. Es decir, no unirse para enfrentar y entregarse individualmente, no es pecado sino una virtud.

Algo como esto es lo que puedo leer en las 33 historias de la Vigilia #EstoNoPuedeSer

Mi tío Roque no me enseñó lo de los fósforos un 1 de mayo. Pero cada 1 de mayo yo me acuerdo de mi tío Roque.

Una sola clase – Por Abelardo Vitale

Vamos a investigar otra clase de cosas, se pone a pensar Paula, la investigadora del Conicet. Y piensa, al mismo tiempo, en cuando vuelva a llegar a fin de mes y el Conicet tenga laboratorios con insumos.

Vamos a informar siempre, con otra clase de periodismo, escribe Mirta a sus compañeros del diario cuando deciden saltar al vacío y armar una cooperativa. Y ahí están, imprimiendo a la prensa de otras formas de comunicación.

Vamos con otra clase de productos, dice José, que es campesino curtidor. Y entonces arman unas alpargatas y una cooperativa para caminar de a muchos.

Vamos a repartir otra clase de cosas, le dice Angie a un compañero que labura en otra plataforma. Y entonces se organizan en un sindicato para reclamar y reparten derechos por las calles.

Vamos a poner un kiosco, otro más, otro en la cuadra, para apechugar, decide Noelia. Pero es un kiosco que tiene muchas clases de canastos. Los canastos hechos con palmas, con las palmas de Noelia y de las palmeras.

Vamos, que me echaron de la fábrica después de 4 años, cuenta Alejandra, que después de luchar resultó electa delegada, otra clase de delegada. Y ahí está, pensando en que un día de estos la justicia saca un papel y ella cruza la puerta de Siam como antes, pero distinta.

Vamos, que es otra clase de juego este, suspira Gustavo mientras piensa en la juguetería que tuvo que cerrar y en cómo encontrar trabajo a los 50 luego de haber sido empresario. Ya cayó y se levantó muchas veces, y ahora va por una levantada más.

Vamos, chicas vamos, casi que grita Lourdes en la Kuña Guapa de Costa Esperanza. Vamos, que si peleamos la guita de presidencia va a aparecer. O capaz que hay que hacer aparecer otra clase de gobierno nomás, chicas.

Vamos, que el traspaso no nos traspase, dice mitad esperanza, mitad rabia Marcela, en la puerta del Centro de Formación profesional. Hay muchas clases de deformaciones desde que el gobierno de Vidal decidió sacarse de encima a los Centros. Pero acá se forma igual.

Vamos, no cerremos, por favor, aguantemos, les ruega a sus compañeros y se ruega a ella misma Rosa, mientras usa distintas clases de tijeras para cortar los cueros de los calzados que fabrican en la cooperativa. Vamos a aguantar, somos fuertes, como nuestras zapatillas.

Vamos chicos, entren rápido, se puso frío, dice Natalia en el EPI de Chilavert. Vidal hace meses que no manda guita, pero seguimos con otra clase de apoyo, el de los vecinos y las organizaciones. Hay que pasar el invierno con los pibes y las pibas adentro.

Vamos a la esquina y te cuento. Sí, soy productora, otra clase de productora, la de radio, se presenta Isabel, a la que despidieron después de 8 años de Nacional. Pero luchamos, seguimos, tenemos voz.

Vamos, que espero que esto pase. Con lo del tarifazo, otra clase de aumentos y la baja de la demanda nos congelamos los sueldos en la cooperativa. Va a pasar, Mario. Vamos a hacer que pase.

Vamos, que se pueden contar muchas clases de historias que son de uno o de una y son de todos.

Hagamos todos que vengan días felices para todos, compañeros.

Muchas clases. Y una sola clase: la de los que trabajan.

Por Alexandre Roig

(Usina del Pensamiento)

Hace demasiadas décadas que pensamos que hay dos economías. Una sería “real”, la de la producción y del trabajo. La otra, “financiera” o de “plataforma”, podría escabullirse de la fábrica de la historia. Hace demasiado tiempo que el capitalismo divide las aguas cómo si viviéramos en dos mundos y no en uno solo. Hace demasiados primeros de mayo que pensamos que nos gobiernan los “caminos únicos” mientras tratan de dividirnos hasta las entrañas.

Pero #estonopuedeser cierto, #estonopuedeser el devenir, #estonopuedeser lo que deseamos, #estonopuedeser una condena, nuestra fatalidad.

Y no lo será si nos convencemos de lo contrario: que lo cierto es que el devenir es nuestro si deseamos romper nuestra condena, si sabemos, de nuevo, que no hay fatalidad.

Cada rostro, cada experiencia de las compañeras y compañeros es la prueba de que hay una sola economía capitalista, que nadie va a escapar de la fábrica de la historia si organizamos la lucha contra todos los capitales, tomen la forma de la ganancia, de la tasa de interés o del algoritmo.

Esas miradas lúcidas y desafiantes, abren los ojos y los caminos que son muchos y son anchos: caben en ellos las multitudes articuladas por su despertar común.

Por Paula Litchavky

(CELS)

El gobierno macrista sueña con la desmovilización. Las historias cuentan que perder el trabajo es una forma de quedar en soledad y que se pelea mucho para vencer esa soledad. Por eso impactan las edades, el desamparo, el sufrimiento por goteo, las mujeres en ámbitos de hombres. Aparece el miedo pero también lo colectivo y nuevas formas de organización. Aquí hay algo.

 

Por Tania Rodríguez

Lxs que quedaron fuera de la fábrica, fuera del Estado, fuera del mercado. Lxs despedidxs por no tener experiencia, por tener demasiada experiencia. Vivir para trabajar y quedar a la intemperie, no llegar a tiempo, doblar horas extras, perder la changa. La precarización y la incertidumbre vividas durante los últimos tres años dejaron indicadores sociales al rojo vivo y, sobre todo, marcas en los cuerpos.

Cuando los oficios no valen, cuando el emprendedurismo no alcanza, lo que se devela es el verdadero rostro de las políticas que promueven el triunfo de unos sobre el fracaso de las mayorías y la destrucción de los lazos sociales. La crueldad del modelo económico se expresa en la descartabilidad de los cuerpos, anulando el reconocimiento de ese cuerpo social y el derecho a ser parte.

Un gobierno que promueve la soledad de lxs que trabajan sólo puede ser resistido en la reunión de lxs que luchan por defender el trabajo.

 

Por Paula Lozano

(Asociación de Abogadxs Laboralistas)

La crudeza de este 1° de mayo de 2019, que se trasluce en las imágenes de #EstoNoPuedeSer, es producto de una embestida contra la clase trabajadora desde el gobierno y sus políticas macroeconómicas.

A nivel colectivo, mediante el ataque a las organizaciones sindicales y sociales. A través de injerencias indebidas de la “Secretaría de Trabajo” (ex MTESS) sobre la autonomía sindical, intervenciones, ataques al derecho de huelga (llegando al absurdo de dictar conciliaciones obligatorias horas antes del Paro General, restringiendo ese derecho constitucional), entre otras.

A nivel individual, mediante la multiplicación de los despidos. Como dice Baylos Grau, el despido expresa “la violencia del poder privado”, es mucho más que la pérdida de un salario, significa la segregación de una persona y su familia de un espacio vital, de la posibilidad de producir y reproducir su vida.

Mediante la afectación de la justicia laboral, promoviendo juicios políticos a lxs jueces laboralistas por el contenido de sus sentencias. Y a lxs abogadxs laboralistas, calificándolos como una “mafia” y desacreditando su rol fundamental para poder acceder a la justicia.

A través de la imposición de una reforma laboral, la cual si bien en su mayor parte no ha podido avanzar a nivel legislativo, se intenta aplicar “de hecho”.

Mediante el encarecimiento generalizado y la asfixia financiera.

Se trata de un modelo económico y social que precariza la vida, afecta a la comunidad y las posibilidades de un desarrollo nacional. Como siempre, el límite se encontrará en la resistencia de lxs trabajdorxs, y la construcción colectiva de otras formas de vida posible.

Por Itai Hagman

(Frente Patria Grande)

#EstoNoPuedeSer es una frase que me resuena en dos sentidos. La que se ve en las caras de cada una de las 33 historias, de Angie, de Paula, de Gustavo, de cada víctima inmediata de esta avalancha contra el laburo y sobre todo contra el salario y los derechos laborales que vivimos en estos años. Pero también en otro y es en un quiebre más profundo, más estructural y más duradero de la relación con el trabajo a la que no estamos preparados y no sabemos cómo responder. En donde el trabajo ya no es –aunque lo consigamos y sea uno más o menos digno– sinónimo de un horizonte de futuro y de vida, sino una circunstancia mientras vamos hacia otro lado que no promete ser mucho mejor. El laburo – si lo conseguimos y es más o menos safable – nos sirve para mantenernos a flote, para no caer. La nueva precarización del trabajo es la lo que el macrimo cínicamente llamó “vivir en la incertidumbre” y acostumbrarse a ella. Nuestra generación ya no puede y probablemente ya no quiera aspirar a la viejas certidumbres de nuestros abuelos y abuelas, pero sí pretendemos que trabajo no sea sinónimo de riesgo y penuria sino de realización y futuro.

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